“(Nehemías) dice: Oh Señor, Dios del cielo, Dios grande y temible que cumples tu pacto de amor inagotable con los que te aman y obedecen tus mandatos, ¡escucha mi oración!… Confieso que hemos pecado contra ti… Te suplico que recuerdes lo que le dijiste a tu siervo Moisés: “Si me son infieles los dispersaré entre las naciones; pero si vuelven a mí y obedecen mis mandatos y viven conforme a ellos, entonces aunque se encuentren desterrados en los extremos más lejanos de la tierra, yo los volveré a traer al lugar que elegí para que mi nombre sea honrado…” ¡Oh Señor, te suplico que oigas mi oración! Escucha las oraciones de aquellos quienes nos deleitamos en darte honra. Te suplico que hoy me concedas éxito y hagas que el rey me dé su favor. Pon en su corazón el deseo de ser bondadoso conmigo.” Nehemías 1:5-11 (NTV)
Aquí hay cuatro secretos para la oración contestada de la vida de Nehemías:
Basa tus peticiones en el carácter de Dios. Ora sabiendo que como conoces a Dios él te contestará: “Estoy esperando que contestes esta oración por quien tú eres. Tú eres un Dios fiel. Tú eres un gran Dios. Eres un Dios amoroso. Eres un Dios maravilloso. ¡Tú puedes encargarte de este problema, Dios!
Confiesa los pecados de que eres consiente. Después de que Nehemías basó su oración en quien es Dios, él confesó sus pecados. No era culpa de Nehemías que Israel entrara en cautiverio. Lo más probable es que ni siquiera había nacido cuando esto sucedió; él había nacido durante el cautiverio. Aun así, se incluyó en el pecado de la nación. Él dijo, “Yo he sido parte del problema.”
Reclama las promesas de Dios. Nehemías ora al Señor, diciendo, “Te suplico que recuerdes lo que le dijiste a tu siervo Moisés.” ¿Te imaginas diciéndole a Dios que recuerde? Nehemías le recuerda a Dios de una promesa que le hizo a la nación de Israel. En efecto, él ora, “Dios, tú nos advertiste a través de Moisés que, si éramos infieles, perderíamos la tierra de Israel. Pero también prometiste que, si nos arrepentíamos, tu no lo devolverías.”
¿Se le tiene que recordar algo a Dios? No. ¿Olvida sus promesas? No. ¿Entonces por qué hacemos esto? Porque nos ayuda a recordar lo que Dios ha prometido.
Pide de manera específica. Si deseas repuestas de oración específicas, entonces pide de manera específica. Si tus oraciones constan de peticiones generales, ¿cómo sabrás que fueron contestadas?
Nehemías no titubeó al orar por éxito. Él es muy atrevido en su oración. ¿Alguna vez has orado, “Señor hazme exitoso”? Si no, ¿Por qué no lo has hecho? ¿Cuál sería la alternativa – un fracaso?
¿Es correcto orar a Dios para que seas exitoso? ¡Todo depende de tu definición de éxito! Creo que una buena definición de éxito es ésta: “cumplir el propósito de Dios para mi vida en fe, amor, y el poder de Espíritu Santo y esperando el resultado por parte de Dios.” Ese es un valioso objetivo de vida por el cual deberías ser capaz de orar con confianza.
Reflexiona sobre esto:
- Considera esto: Si tú no puedes pedirle a Dios que te haga exitoso en lo que haces, deberías estar haciendo otra cosa. Dios no quiere que desperdicies tu vida.
- ¿Cuáles son las promesas de Dios que necesitas reclamar hoy?
- ¿Por qué es importante ser capaz de reconocer una oración contestada?
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