martes, 22 de octubre de 2019

Así se forjó la leyenda de Altuve, el gigante venezolano de los Astros


Casi inmediatamente, para algunos quedó bien claro que José Altuve, el muchachito venezolano de 16 años, era diferente.
“Algunas veces, uno tiene un presentimiento con un jugador”, dijo el también venezolano Alfredo Pedrique. “Mientras que con otros puedes ver las cosas más claras”.
El año era 2007 y Pedrique era uno de los principales evaluadores de talento de los Astros en Venezuela. Desde entonces, ha tenido distintos trabajos en el mundo del béisbol, el más reciente como coach de tercera base para los Atléticos en las últimas dos temporadas.
Altuve destacó por razones que no tenían que ver con el béisbol. Se aseguraba de que los otros muchachos llegaran a tiempo a las clases de inglés, llevaba la voz de mando durante las prácticas en el terreno y organizaba sesiones adicionales para practicar bateo.
Reacios a firmarlo
También lideraba con el ejemplo como el jugador que trabajaba más duro, se exigía más así mismo y tenía más ganas de ser una estrella. Los Astros le habían dicho no dos veces en su academia en Venezuela, pero Altuve seguía regresando y logrando que lo metieran a jugar. Aunque cada scout creía que la velocidad del bate y los instintos de Altuve eran especiales, estaban reacios a firmar al infielder de 1.65 cm.
Pero pasaban los días y Pedrique estaba cada vez más convencido de que el muchacho tenía el chance de convertirse en un buen jugador y convenció a sus jefes de que le dieran un bono de US$ 15,000. Cuando la familia pidió un poco más, Altuve detuvo la conversación.
“Yo sólo quiero una oportunidad”, pidió. “Yo les voy a demostrar que puedo jugar pelota”.
Doce años después, esos bien podrían ser los mejores US$ 15,000 que han invertido los Astros.
Cambió la historia
Fue así como comenzó el sendero que llevó a Altuve al plato en parte baja de la novena entrada del Juego 6 de la Serie de Campeonato de la Liga Americana.
Los Astros acababan de recibir un golpe al hígado minutos atrás con el jonrón de DJ LeMahieu para que los Yankees empataran las acciones en la alta del noveno, pero un instante Altuve cambió la historia convirtiendo una slider del cubano Aroldis Chapman en jonrón de dos carreras que sentenciar la victoria 6-4 y el pase a la Serie Mundial, que comenzará el martes contra los Nacionales en Minute Maid Park.
Pedrique todavía recuerda que tuvo que llamar a Houston para hablar a favor de Altuve.
Algunas veces, les dijo Pedrique, uno simplemente sabe que tiene que firmar a un jugador.
“¿Cuánto dinero tenemos para firmar a este muchacho?”, preguntó.
Un momento, ¿cómo es la cosa? Nos dijiste que su defensiva necesitaba trabajo, le preguntaron. Nos dijiste que era pequeño. ¿Es lo suficientemente fuerte como para jugar?
Algunas veces, uno simplemente sabe.
"Yo recuerdo nuestra primera conversación”, dijo Pedrique en el 2018 recordando el día en el que conoció a Altuve. “Le pregunté, ‘¿Tu sabes jugar pelota?’ Me miró a los ojos y me dijo, ‘Te lo voy a demostrar’”.
La explicación de Pedrique a sus jefes fue simple.
“Me encanta el bate, y me encanta la velocidad de su swing”, dijo Pedrique. “No tenemos nada que perder”.
"Desafió todas las probabilidades”
Altuve llegó a las Grandes Ligas cuatro años después a los 21 años. En en el 2014 ganó el primero de sus tres títulos de bateo y también ha liderado al Joven Circuito cuatro veces.
“Yo siento que es como mi hijo”, dijo Pedrique. “Desafió todas las probabilidades. Se merece todo el crédito. Pasaba horas en el terreno trabajando para mejorar. La confianza y la seguridad que tenía en sí mismo eran increíbles”.
“Algunos creían que era un peloterito creído, un perrocaliente que venía de Venezuela. Yo les decía, ‘Denle una oportunidad. Ama jugar pelota”.
Desde el Día Inaugural del 2014, los 1,163 hits de Altuve son 52 más que el de su más cercano perseguidor en ese departamento (Charlie Blackmon, con 1,111).
Altuve ha ido seis veces al Juego de Estrellas, fue el JMV de la Liga Americana en el 2017 y el JMV de la SCLA del 2019, convirtiéndose en el primer defensor de la segunda base que levanta ambos trofeos. El gerente general de Houston, Jeff Luhnow, y varios de sus compañeros, dicen que es “el alma y corazón de los Astros”.
Y pensar que esta historia quizás no se hubiese hecho realidad de no ser por la insistencia de Pedrique.
"Él fue que el creyó en mi”
“Cuando no mucha gente estaba dispuesta darme la oportunidad, él fue que el creyó en mi”, dijo Altuve de Pedrique. “Yo siento como si tuviera que darle las gracias todos los días por lo que hizo”.
Todo lo que tú querías era una oportunidad, ¿no?
“Me dio más que un chance”, dijo Altuve. “Me apoyó durante todo el tiempo que pasé en las menores. Cada vez que lo veo le doy las gracias. Realmente me ayudó a crecer y convertirme en mejor pelotero”.
Cuando Pedrique escucha esas palabras, inmediatamente desvía la atención. Pero sí lo ayudó con algunas cosas mecánicas como fildear bolas hacia su mano derecha y hacer ejercicios para fortalecer su brazo.
Al final, Altuve tenía dos dones que no podían enseñarse: unas manos extremadamente rápidas para llevar el bate a la zona de strike y un inmenso deseo de tener éxito.
“Cuando lo vi entrar al terreno el tercer día, le dije al resto de los empleados del equipo que teníamos que encontrar la forma de quedarnos con ese muchacho”, terminó Pedrique. “Uno podía darse cuenta. Era puro corazón. Un tremendo compañero de equipo”.

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