El dominicano Máximo Nelson regresa a la LVBP, ahora con Lara |
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Por Alfonso Saer
CARDENALES retiró su boleta para el espectáculo de enero con apremios y sustos. En diciembre llegó a perder once de catorce y comprometió su avance a la postemporada porque cedió juegos que tenía en la mano y su pitcheo de retaguardia vaciló en extremo. Vino a casa luego de una gira de tres careos totalmente negativa y logró dos triunfos que le hicieron tomar una bocanada de oxígeno, justo cuando cuatro rivales le respiraban en el cuello. Dos bomberos de recientes trabajos discretos lograron desempeños claves. Osmer Morales tiró tres tramos de un solo hit el sábado frente a Magallanes, y Jesús Sánchez dos entradas también en blanco antes de entregarle los seis últimos outs a Ricardo Gómez, el domingo contra los Tiburones. Con Vicente Campos agotado y Pedro Rodríguez ausente, el manager Luis Ugueto decidió esos lances y los resultados descollaron. Lara, actual campeón, va a su cuarta postemporada corrida con anhelos bien fundamentados. Para el primer playoff debe corregir entuertos en el pitcheo intermedio y postrero. La gerencia deportiva anunció al conocido tirador derecho Máximo Nelson y al infielder Luis Marte, quien puede jugar en tres posiciones del cuadro. Ambos vienen de Dominicana y ocuparán los cupos de Juan Sandoval y Ronald Ramírez, quedando a la espera de lo que se tome en el draft criollo.
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A los managers se les juzga por los resultados. Así ocurre en otras tareas del ser humano. Luis Ugueto, novato en esas funciones al igual que la mayoría de los estrategas del circuito, vivió la taquicardia que generalmente provoca una liga en la cual clasifican seis equipos. La presión lo hizo mover sus piezas con ciertos riesgos, de pronto necesarios, y en algunos casos cayó en la sobre maniobra, saliendo airoso del cometido. Subió, por ejemplo, a Yonathan Mendoza como abridor y conecta de 13-7 en tres compromisos. El quiboreño (.300) está inmerso en una campaña imprevista al campo y al bate. La ofensiva no ha sido el problema fundamental. Siete de los que juegan habitualmente superan los trescientos y otros tres andan encima de .280. Eso sí, no hay poder evidente hasta ahora y sus toleteros sacan la bola del parque cada 93 turnos. Es posible que la postemporada traiga los tablazos del adormecido Carlos Rivero (.155) y Luis Jiménez, quien muestra un promedio de embasado de .474 e inspira el temor de siempre en los tiradores. El ingreso de Francisco Arcia (.356) hace que el piloto disfrute esa llave ofensiva que cierra Yojhan Quevedo (.383), aferrado al liderato de los bateadores. De los tres bates importados (Dotel, Gálvez, Linárez) no hay quejas en el ataque, aunque se les exigirá mayor despliegue en lo inminente, más producción.
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Hasta ahora la tabla indica que Lara (3°) va contra Caribes (4°). La tribu tiene los hombres para llegar hasta la última instancia. Se trata de una novena con peloteros experimentados, duchos, la mayoría de ellos con recorrido en cometidos de exigencia. La primera semifinal será a partir del dos de enero. Si Cardenales termina entre los tres primeros de la eliminatoria jugará en casa los dos encuentros iniciales. En la LVBP no hay todavía definiciones acerca de los refuerzos para postemporada. El que Magallanes y Aragua no puedan tener peloteros de MLB ha complicado el arribo a un entendimiento. Se estudia —hay una comisión para ello— dejar que los otros clasificados no vetados puedan tener peloteros afiliados a las organizaciones de Grandes Ligas y habría una especie de normativa especial para Tigres y Navegantes, equipos hasta ahora extrañados, con sus plazas, según lo que ha emitido MLB tras la decisión de la OFAC. No está fácil el asunto y hasta ahora no se tiene información clara de lo que harán los clubes y la liga. De pronto se quedan solo con jugadores agentes libres, aumentan las sustituciones y autorizan adiciones. Vaya uno a sabe. Lo curioso —entre tantas cosas así— es que la LVBP no tiene hasta ahora ninguna comunicación oficial del organismo superior que hace vida en USA.
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Está concluyendo una rueda eliminatoria complicada. Los ocho participantes han hecho esfuerzos por sostener el espectáculo contra viento y marea. La poca concurrencia no obedece solo al descenso inocultable de la calidad. Los aficionados viven en un país destrozado. Se ha hecho un gran trabajo y el campeonato presenta un nivel por encima de lo supuesto. El béisbol profesional es una excelente fuente de trabajo y una diversión que vive en el corazón de los venezolanos. Siempre creeremos en un futuro diferente, radicalmente opuesto a lo que sufrimos día a día. Quien vive sin fe y soslaya la esperanza está condenado al fracaso y la oscuridad perennes. Por eso a los aficionados y a todos los lectores en general les enviamos un fraterno abrazo contentivo de los mejores anhelos por una patria mejor. Que nos cubra la Luz Divina, esa llama celestial que no se puede racionar. Feliz Navidad. Y nos vemos en el estadio, hay que apoyar a los pájaros rojos.
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Publicada en La Prensa de Lara, el martes 24 de diciembre de 2019. Aquí reproducida con autorización del autor.
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