“Queridos hijos, que nuestro amor no quede solo en palabras; mostremos la verdad por medio de nuestras acciones”. 1 Juan 3:18 (NTV)
Probablemente la historia más famosa de la Biblia acerca de la bondad inesperada es la Parábola del Buen Samaritano. Jesús contó esta historia para mostrarnos lo que es amar a las personas que están sufriendo. Es fácil sentirse un poco culpable cuando leemos esta historia. En un momento u otro, todos hemos visto a alguien en necesidad. Las necesidades de las personas que nos rodean, incluso en nuestra iglesia o grupo pequeño, pueden ser tan abrumadoras que es paralizante. Y hacemos la pregunta: “¿qué se supone que debo hacer?”.
En este devocional descubriremos tres respuestas a esa pregunta, basadas en la Parábola del Buen Samaritano.
Algunas personas mantienen su distancia (Lucas 10:30-31). Este fue el ejemplo que el sacerdote nos dio en la historia. Simplemente evitó el problema por completo. Ni siquiera quería saber cuál era el problema. Esto es lo que yo llamo el estilo de vida de evitar. Nos decimos: “No te acerques demasiado a la gente; a lo mejor los tienes que ayudar. Tú puedes ensuciarte las manos”. Ese era el problema del sacerdote: él era demasiado “santo” para ser útil. No quería ser manchado por las cosas de la vida. Cuando vivimos un estilo de vida de excusas, tratamos de mantener todas nuestras relaciones superficiales. Si podemos mantener a todos a distancia, podemos fingir que no vemos su dolor y sus necesidades. Si no nos involucramos, podemos evitar ser heridos o molestados.
Algunas personas son curiosas, pero no se involucran (Lucas 10:32). El levita, que fue el segundo hombre en caminar por aquel lugar donde estaba el herido, demostró esta respuesta. La Biblia dice que “cuando lo vio, dio un rodeo y siguió adelante” Lucas 10:32b (DHH). De alguna manera, esta respuesta es aún peor. En la primera actitud, “vemos” el problema desde la distancia y pretendemos que no está allí. En esta respuesta, reconocemos la necesidad a través de nuestra curiosidad, pero no hacemos nada para ayudar. Cuando hacemos esto simplemente estamos diciendo: “Lo siento, no puedo molestarme. Tengo cosas más importantes que hacer”.
Algunas personas se acercan lo suficiente para cuidar (Lucas 10:33-37). Por supuesto, este es el Buen Samaritano. Él fue más allá para ayudar al hombre a su propio costo. La Biblia nos dice: “Queridos hijos, que nuestro amor no quede solo en palabras; mostremos la verdad por medio de nuestras acciones” 1 Juan 3:18 (NTV).
La misericordia toma acción donde otros no quieren. La misericordia no tiene miedo de ensuciarse las manos. Y Jesús llama a cada uno de sus seguidores a tener la actitud del Buen Samaritano.
Jesús eligió deliberadamente a un samaritano para ser el héroe en esta historia, porque los judíos odiaban a los samaritanos. La misericordia no es sólo ayudar a las personas que te gustan o ayudar a las personas que son como tú. La misericordia consiste en ayudar a las personas sin importar quiénes sean, qué aspecto tienen o de dónde vienen.
Reflexiona sobre esto:
¿Por qué crees que estar cerca de alguien está relacionado con cuidar de él o ella?
¿Cómo respondes a estas tres afirmaciones:
- La misericordia consiste en ayudar a las personas sin importar quiénes sean, qué aspecto tienen o de dónde vienen.
- La misericordia toma la acción donde otros no quieren.
- La misericordia no tiene miedo de ensuciarse las manos.
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