viernes, 28 de febrero de 2020

Los odiados Astros de Houston

En los primeros cinco juegos de la pretemporada siete jugadores de Houston recibieron pelotazos | Foto Cortesía


El pasado 24 de febrero, José Altuve salió a tomar su primer turno bajo el sol de Lakeland, Florida, en los campos de entrenamiento de las Grandes Ligas. Apenas su nombre fue anunciado en los parlantes del Public Field at Joker Marchant Stadium, casa de primavera de los Tigres de Detroit, el público le dedicó un sonoro abucheo. El mejor bateador de las mayores durante los últimos 10 años, uno de los peloteros más queridos de la gran carpa —incluido además entre los mejores de la década pasada— fue blanco de las manifestaciones de desagrado de los aficionados. La rechifla expresa el sentimiento de los seguidores del béisbol contra el conjunto de Houston, que en 2017, año en el cual ganó la Serie Mundial, hizo trampa. Es oficial: hoy día, los Astros son el equipo más odiado de todo el deporte estadounidense.
Apenas fue uno de los primeros desaires que recibió la novena texana por parte de los fanáticos, algo que se agudizará cuando comience la temporada 2020. El 23 de febrero, durante el primer juego de Houston contra los Nacionales de Washington, varios aficionados también abuchearon, gritaron improperios y mostraron carteles en contra de los cuestionados campeones mundiales de hace tres temporadas. Todo ese rencor del mundo del béisbol hacia los siderales fue por haber creado estos una estructura, apoyada en la tecnología, para robar las señas de los equipos rivales. Hasta ayer, cuando le dieron un bolazo en la espalda a Alex Bregman, eran siete los peloteros que habían sido golpeados por los pitchers en la pretemporada. Entonces… ¿Qué pasará en los 162 juegos de la ronda regular? 

Lo que hicieron los siderales 

Los Astros crearon un sistema de robo ilegal de señas con el uso de cámaras y otros dispositivos para decodificar los signos de los contrarios durante 2017 y 2018, según la investigación realizada por la Oficina del Comisionado de la Major League Baseball. Luego transmitían la información a sus jugadores con señales rudimentarias, una de ellas golpeando un bote de basura en el dugout para avisar el tipo de pitcheo que le harían al bateador.
Si bien el comisionado Rob Manfred advirtió a los 30 equipos que el uso de la tecnología estaba prohibido para robar señas, la MLB no ha establecido normas para penar a los jugadores. Por ello, a los Astros les aplicaron una multa de 5 millones de dólares, además de prohibirles la participación en las próximas dos ediciones del draft de jugadores colegiales. Por otro lado, fueron suspendidos por un año el mánager, AJ Hinch, y el gerente general, Jeff Luhnow. Igual, tanto los jugadores como los fanáticos coinciden en que el castigo no fue suficiente.
Antes de conocerse los resultados de la investigación, los Astros fueron admirados por lo que hicieron durante la campaña de 2017. Ganaron 101 juegos y perdieron 61 en la primera etapa; vencieron en la Serie Divisional a los Medias Rojas de Boston 3-1; batieron en la Serie de Campeonato a los Yanquis de Nueva York 4-3; y se coronaron en la Serie Mundial al superar a los Dodgers de Los Ángeles 4-3, en uno de los enfrentamientos más emocionantes de los últimos años. Todos esos logros, incluido el título de bateo de José Altuve (con un destacado .346 de promedio, producto de 204 hits en 590 turnos), así como su designación de Jugador Más Valioso, quedarán opacados durante las próximas generaciones por una nube de dudas.   

Las trampas más sonadas

Han pasado 100 años y aún se cuenta la historia de cuando algunos de los jugadores Medias Blancas de Chicago fueron señalados de aceptar sobornos para perder la Serie Mundial de 1919, ganada por los Rojos de Cincinnati. Dos años después, la noticia fue de dominio público y los peloteros Joe Jackson, Arnold Gandil, Eddie Cicotte, Oscar Felsch, Fred McMullin, Charles Risberg, George Weaver y Claude Williams fueron vetados del béisbol.
En 1951, los Gigantes de Nueva York (actuales Gigantes de San Francisco) admitieron haber robado señas de forma ilegal. En aquella época observaban las señales de los catchers rivales con la ayuda de un telescopio y hacían sonar una campana para avisar al bateador el tipo de lanzamiento del pitcher. Ese año llegaron a la Serie Mundial, pero cayeron ante los Yanquis 4-2.
El bateador con el mayor número de hits en las Grandes Ligas también fue vetado por burlar las reglas. Pete Rose, el hombre que conectó 4.256 imparables, fue execrado de la pelota al ser hallado culpable de hacer apuestas mientras era mánager de los Rojos de Cincinnati en 1989. Hasta el momento tiene prohibida la entrada a la Tierra Prometida: el Salón de la Fama.
En el radar también están los que utilizaron sustancias prohibidas para mejorar su rendimiento: Barry Bonds, Mark McGwire, José Palmeiro, José Canseco, Andy Pettitte, Juan González y Jason Giambi, entre otros.

Así los ven hoy

Cuando se abrieron los campos de entrenamiento, muchas estrellas enfilaron sus lanzas hacia los Astros. El yanqui Aaron Judge, quien en 2017 era uno de los candidatos para el premio de Más Valioso, dijo que el título de Houston no tenía valor. “Se lo ganaron haciendo trampa. No se lo ganaron jugando de la manera correcta, peleando hasta el final. Lo más grande de la competencia es dejarlo todo. Quien termine siendo el mejor jugador, la mejor persona, es quien se debe levantar como ganador al final”, comentó a los periodistas.
El venezolano Gleyber Torres, hoy figura de los Yanquis, cree que los Astros también robaron señas de forma ilegal en 2019, aunque la investigación de MLB indica que no. “ Seguro. Si hiciste trampa en 2017 y ganaste, ¿por qué no (lo haces) el próximo año, y el próximo año también?”, pregunta.
Los Astros están sentenciados a escuchar los abucheos esta primavera, durante todo el verano y en el inicio del otoño. No sabemos cómo afectará esta situación al legado de Altuve y del puertorriqueño Carlos Correa, que tienen proyección para lograr números que los lleven al Salón de la Fama. Lo cierto es que el conjunto de Houston hizo daño al espectáculo, al juego y, en consecuencia, a la MLB.

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