Expertos señalan que los refrescos pueden ser inclusive más adictivos que algunas drogas. Su característica sensación efervescente, su alto contenido en azúcar y cafeína son los responsables
Entre los principales mensajes que promueven las tendencias de estilo de vida y salud más destacadas en la actualidad, se encuentra la importancia de reducir el consumo de refrescos. Tomando en cuenta datos revelados por la Universidad de Yale, se estima que un estadounidense promedio consume cerca de 118 litros de refresco al año, mientras que los mexicanos que ahora encabezan la lista consumen un promedio de 163 litros por persona.
Mucho se ha hablado de los beneficios de reducir el consumo de refrescos, sobretodo relacionados con bajar de peso. Sin embargo es un cambio de hábitos que literal puede salvarte la vida, ya que su alto consumo se relaciona con gran parte de las enfermedades degenerativas, como es el caso de padecer obesidad, diabetes, derrames cerebrales, infartos, gota, enfermedades hepáticas y renales, problemas en los huesos y muchos otros.
Renunciar al hábito constante en el consumo de refrescos, no siempre es una tarea fácil, existen casos en los que hay personas que se han vuelto completamente dependientes a su consumo, al grado de no poder empezar el día sin un refresco y lo más preocupante es que es una costumbre que siguen a lo largo del día.
Si te has preguntado ¿Por qué resulta tan difícil dejar de tomar refresco? Es probable que este contenido te resulte particularmente interesante.
Las versiones de refresco regular y dietético, sin importar la empresa que las produzca están diseñadas con la justa cantidad de endulcorante, cafeína y carbonatación precisas para que siempre quieras tomarla, según declaraciones de Gary Wenk autor de “Your brain on Food” todo está en el diseño de la bebida.
Otro factor que influye directamente en la adicción a este tipo de bebidas se encuentra en su alto contenido de azúcar, toma en cuenta que una lata de 12 onzas de Coca-Cola contiene 39 gramos de azúcar, lo que equivale a 10 cucharaditas. El problema se encuentra en las consecuencias que brinda este exceso de azúcar en tan sólo unos minutos, se destacan por su peculiar capacidad de activar los mismos centros de recompensa en el cerebro que las drogas y desencadenan la liberación de la dopamina, un químico cerebral que interviene en el sentimiento de euforia; la situación es que este subidón de dopamina desaparece tan rápido como llegó.
Los refrescos están elaborados con ingredientes altamente artificiales, que se destacan por sus efectos perjudiciales para la salud. Es por ello que el azúcar no es el único factor que interviene en las cualidades adictivas de los refrescos, la cafeína aporta un efecto “estimulante” que acelera al organismo y también, tiene une peculiar capacidad de activar las vías de recompensa que generan dopamina.
Si lo vemos de manera sencilla esta potente mezcla de azúcar y cafeína, da como resultado una combinación sumamente atractiva y destacada por brindar una sensación de placer, lo que interviene en el proceso de adicción. Si a esto le sumamos su inigualable textura efervescente, estas bebidas se vuelven mucho más adictivas; principalmente por sus pequeñas burbujas que brindan una ligera acidez, que se combina con el azúcar y la cafeína, y se triplica la sensación de “recompensa”.
Ahora bien si sueles consumir refrescos únicamente en ocasiones especiales, tal vez una vez al mes no hay de qué preocuparse. Sin embargo cuando el consumo se basa en uno o más refrescos al día, se empiezan a presentar marcados problemas de salud entre los que se destacan la obesidad, los problemas cardíacos y la diabetes.
Recuerda que la clave se encuentra en el equilibrio, procura limitar la ingesta de refrescos, aumenta tu consumo en líquidos naturales, mantén una alimentación equilibrada y realiza actividad física. Cualquier alimento procesado que consumas en exceso, tendrá consecuencias negativas sobre tu salud.
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