viernes, 17 de abril de 2020

El mejor confinamiento del mundo: en una isla desierta surfeando, durmiendo y tocando el ukelele


Brisa Hennessy, undécima del ranking mundial, está confinada junto a sus padres en el hotel que éstos regentan en la isla de Namotu, a ocho kilómetros de la costa oeste de Fiji
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Imagen aérea de la isla de Namotu, frente a Fiji. John Sciulli
«¿Me llamas desde España? ¡Oh! Me encanta Pantín, en Galicia. He competido allí varios años y es uno de mis sitios favoritos del mundo. La playa es salvaje, maravillosa. Me gustaría volver en cuanto acabe todo esto», reclama de entrada Brisa Hennessy, una de las mejores surfistas del planeta, la undécima en el ranking, como si estuviera confinada en un piso de 60 metros, en un piso de 120 metros o, qué más da, en una casa con jardín y piscina. Hennessy está confinada, sí, pero lo está en una isla desierta del Pacífico Sur llamada Namotu, junto a sus padres, con comida para pasar allí «más de dos meses» y disfrutando de las olas, de muchísimas olas.
«Puede ser el aislamiento perfecto, sí, sí. Tengo muchísima suerte. Aunque no tenemos contacto con nadie desde hace varios días, aquí estamos todos sanos y me lo estoy tomando como una pretemporada: surfeo mucho, hago ejercicios, practico yoga y luego me dedico a pescar, a cocinar o a tocar el ukelele», relata entre cortes de una señal de wifi que todavía funciona.
¿Por qué está allí? La historia es, de alguna manera, la historia de su vida. Hennessy nació en Costa Rica porque sus padres, instructores de surf hawaianos, habían montado allí un hotel, pero a los nueve años la familia regresó al archipiélago estadounidense y ahí empezó su viaje por el mundo. «Yo, en realidad, no tengo casa», reconoce. En los primeros años se mantuvo en Hawai, aprendiendo trucos, pero a los 15 años empezó a competir por todos los mares con su tabla y, poco después, sus padres planearon otra mudanza. Durante unas vacaciones habían descubierto un rincón paradisíaco a ocho kilómetros de la costa oeste de Fiji, la isla de Namotu, y por fin el propietario del hotel del lugar había accedido a vendérselo.
Quedaba ampliarlo hasta alcanzar las 11 habitaciones actuales y adecuar el restaurante y el bar. Quedaba irse a vivir el resto de su vida allí. Hace dos años, sus padres y Hennessy, ya en la élite mundial, se mudaron a Namotu y poco a poco han convertido el resort en un sueño para cualquier surfista. La superficie de arena de la isla es de apenas una hectárea, pero el Pacífico se abre bravo y la barrera de coral de Malolo se encuentra muy cerca.

UN PAÍS SIN APENAS CASOS

«Cuando empezó la crisis del coronavirus, mis padres y yo valoramos qué hacer, si regresar a Hawai o no y decidimos quedarnos aquí. Hace dos semanas cerramos el hotel a visitantes, ofrecimos a los trabajadores quedarse aquí si lo deseaban, fuimos a la isla principal de Fiji a comprar comida para mucho tiempo y nos autoaislamos. Ahora ya han cerrado los puertos así que, aunque quisiéramos, no podríamos salir», comenta Hennessy en la isla donde también han decidido quedarse cinco miembros del personal del hotel, todos de Fiji.
En el país oceánico, los datos de afectados por el virus son realmente bajos -el primer caso fue el 19 de marzo, ahora hay cinco en una población de casi un millón-, pero las restricciones ya se parecen a las decretadas en la mayoría de lugares del mundo. Si necesitasen salir de Namotu por falta de o por emergencia médica tendrían que pedir antes permiso. «Tenemos mucho guardado y pescamos casi cada día. Si nos mantenemos sanos no tendremos ningún problema para seguir aquí», asegura la surfista de 20 años que partirá con cierta ventaja este verano-otoño, si hay competición, y sobre todo el verano próximo en los Juegos de Tokio 2021.
Mientras el resto de sus rivales hacen lo que pueden para mantenerse en forma en casa, como la española Garazi Sánchez, que suficiente tuvo con poder regresar de Barbados a Bilbao la semana pasada, ella puede entrenar cada hora.
«Llevaba muchos años únicamente viajando y compitiendo, sin apenas tiempo para prepararme, para hacer una pretemporada y ahora puedo hacerlo. Pienso en lo afortunada que soy por estar aquí, porque estemos todos sanos y por seguir haciendo lo que me gusta. No me gusta esta ventaja que tengo, me encantaría que todas mis compañeras del circuito pudieran estar aquí, la verdad», proclama con la plaza olímpica ya asegurada, con unos 30 grados de temperatura siempre asegurados, mientras suenan de fondo las olas del Pacífico Sur.

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