“Jesús se dirigió a la gente, y les dijo: Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”. Juan 8:12 (NVI)
Cuando Jesús dijo: “Yo soy la luz del mundo”, se estaba definiendo a sí mismo. Él estaba diciendo: “Yo sé quién soy”. Al menos 18 veces en la Biblia, Jesús dijo, “Yo soy” y luego dio una descripción. Se describió a sí mismo como la puerta, el pan de la vida, el camino, la verdad, la resurrección y la vida. Una y otra vez se definió a sí mismo.
Jesús sabía quién era (y aún lo es) y, como resultado, Él nunca estaba bajo presión.
Este es el principio de la identidad. Mientras no estés seguro de tu identidad, vas a ser presionado para que encajes en los moldes de otras personas. Te manipularán, ellos tratarán de convertirte en lo que piensan que debes ser, en lugar de lo que Dios quiere que seas.
Una de las principales causas de estrés proviene de tratar de ser alguien que no eres. Cuando tienes miedo de que alguien vaya a descubrir lo que realmente eres y que no puede ser capaz de mantener la fachada, esto te causa estrés.
La única manera en que puedes contrarrestar las presiones externas es tener un sentido interno de satisfacción sobre quién eres y a quien Dios hizo. Tu descubrirás quién eres cuando sepas de quién eres.
La Biblia dice que fuiste creado por Dios y eres profundamente amado por Él. Eres aceptado tal y como eres y Él tiene un plan para tu vida. Hasta que no resuelvas este problema de la identidad, serás inseguro y serás presionado por el estrés. No puedes servir a otras personas hasta que resuelvas este problema.
Jesús constantemente hacía cosas que sorprendían a todos los demás. Puso a los demás antes que a Él y les sirvió. Debido a su inseguridad, ninguno de los discípulos habría pensado lavarle los pies a otro de ellos en el Cenáculo. Cuando Jesús les sirvió siempre lo hizo desde una posición de fuerza. Él sabía quién era y a quien le pertenecía, así que no le importaba humillarse y servirles.
Servirle a alguien proviene de la autoestima. Hasta no superar tu inseguridad y sentirte bien contigo mismo, no tendrás ganas de ayudar a nadie más. Mantén tu seguridad en quién eres y a quien le perteneces para poder servir eficazmente a los demás.
Reflexiona sobre esto:
- ¿Cuáles son las diferencias en lo que el mundo y los demás dicen de ti y lo que tu crees que Dios dice acerca de ti?
- ¿Qué significa servir desde una posición de fortaleza?
- ¿Por qué servimos más eficazmente cuando estamos seguros de nuestra identidad en Cristo?
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