sábado, 9 de mayo de 2020

EL EMERGENTE. ¿Por qué las Águilas entregan a un bateador probado?


EL EMERGENTE
Por Ignacio Serrano

¿Por qué un equipo se animaría a salir de un bateador consistente en esta liga, uno que mientras estuvo sano bateó para .396/.408/.604 meses atrás y que todavía parece tener algunos torneos productivos por delante?

Jairo Pérez no produjo todo lo que esperaban las Águilas desde que lo adquirieron del Cardenales, antes del campeonato 2017-2018. Quizás fuera por tener que jugar con tanta frecuencia en el estadio Luis Aparicio, que tiene bien ganada fama de ser un paraíso de lanzadores. Quizás fuera el paso del tiempo, que inevitablemente va cobrando un impuesto. El caso es que deja al Zulia con solo .726 de OPS en tres campañas, después de haber ligado para .837 en sus seis zafras con Lara.


¿Es eso lo que le convirtió en pieza de canje? A primera vista pudiera parecerlo. Pero si se ve en detalle, luce claro que el largo slump de la campaña 2018-2019 afeó su paso por Maracaibo. Su índice de rendimiento en esa justa, calculado por PelotaBinaria.com.ve, señala que en ese año su aporte ofensivo global fue 42 por ciento inferior a la media de lo que se bateó esa vez en toda la liga. Claro, pisó más hondo que nunca en su carrera en la LVBP, con .195 de average y apenas 10 extrabases en casi 50 encuentros.

Pero esa es la excepción. Si excluimos ese bajón, encontramos que Pérez ha ligado muy por encima de sus colegas el resto del tiempo, contando desde la 2015-2016. Son cuatro temporadas más, en las que ha sido un aporreador 30 por ciento mejor que la media de sus colegas. Mientras estuvo sano en la 2019-2020, ganó un premio al Jugador de la Semana y destruyó a los rivales con 1.012 de OPS.


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    • Así que el portugueseño sigue siendo un slugger de cuidado, suele estar disponible y jugar desde el inicio. ¿Por qué cambiarlo, así sea trayendo en su lugar a otro hombre con potencial para poner buenos averages y empujar carreras?

      La explicación a este movimiento está en una tendencia que tal vez a algunos no ha llamado la atención, pero que sí estuvo claro para la gerencia de los pájaros rojos y parece haberlo estado ahora para los rapaces.

      ¿Cuántos duelos tuvo Pérez en el outfield en la 2017-2018, cuando llegó a los aguiluchos? Apenas 31, justo por debajo de la raya que marca la mitad de los cotejos de su divisa. ¿Y en la 2018-2019? Únicamente 10. ¿Y en la 2019-2020? Tan solo 2.

      El nativo de Acarigua es un productor consistente, un madero de temer, incluso después de pasar los 30 años de nacido y aunque tuvo que disputar la mitad de sus choques en un parque de pitchers. Pero el guante no es su fuerte. Incluso frente a opciones como el dominicano Olmo Rosario y el novato Ángel Reyes, que ha pasado más tiempo en el cuadro que en los jardines, el llanero terminó como designado.


      El roster zuliano parece estar llenándose de peloteros que podrían adaptarse más a ese rol. Quieren recuperar a Jesús Montero, que faltó el campeonato anterior. Esperan repetir a Rosario, que no es un especialista de la defensiva. Desean aprovechar el florecimiento con el madero de Luis Álvarez, que tendría que descansar con mayor frecuencia si únicamente trabaja como receptor. Alex Romero tendrá 37 años cumplidos en septiembre. Y a eso, como apuntaba el gerente general Luis Amaro esta semana, pudiera unirse la esperada llegada de José Briceño, el catcher de fuerza que fue adquirido en otro cambio con el Magallanes y que se ha enfrentado a lesiones en los últimos meses.

      Héctor Sánchez tampoco es un especialista del guante. Pero como quedó probado en la columna anterior, en la que analizamos el caso desde la perspectiva de los Tiburones, es un bate comparable a Pérez. Está un poco por debajo, vistos los resultados de ambos en la liga, pero también posee fuerza y tiene la ventaja extra de que es capaz de pararse a los dos lados del home.

      Lo que aporta Sánchez compensa y explica el movimiento. Si Montero y Briceño llegan, puede encontrar tiempo de juego en otros lugares, no solamente como designado. Incluso si lo de Briceño no se concreta, ofrece un careta que puede dar descanso activo a Álvarez, permitiendo que éste último sea designado dos o tres veces a la semana, a fin de mantenerle fresco y aprovechar más su ofensiva, que viene mejorando desde hace dos años.

      Pérez es un peligro para los contrincantes en nuestro circuito y posiblemente lo será un poco más en el Universitario, que es un escenario difícil para los pitchers. Pero luce claro que las Águilas quieren ganar en capacidad para mover las piezas. En ese sentido, casarse con un designado a tiempo completo podía ser perjudicial, vista la nómina actual.

      Que para el Zulia valga la pena el cambio dependerá ahora de cuán capaz será Sánchez, y si podrá producir con el barquillo todo lo que siempre se ha esperado de él.

      Ignacio Serrano

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