lunes, 11 de mayo de 2020

Ronan Farrow: "Hoy Woody Allen no se habría ido de rositas de la acusación de abusos sexuales"


Actualizado 
Ganador del Premio Pulitzer por su investigación periodística sobre los delitos sexuales del productor Harvey Weinstein, el hijo del director de 'Manhattan' y Mia Farrow publica ahora en español 'Depredadores'
El escritor Ronan Farrow. Mary Inhea Kang / Getty Images
Ronan Farrow (Nueva York, 1987) siempre ha sido especial: hijo de dos mega estrellas como Mia Farrow y Woody Allen, nieto de la actriz Maureen O'Sullivan, superdotado (con 15 años ya había terminado la carrera de Filosofía, a la que luego añadió una titulación en Derecho por la Universidad de Yale), trabajó en la administración de Obama, fue presentador de televisión... Y a eso se añade que es uno de los principales impulsores del movimiento MeToo.
Farrow llevó a cabo para la cadena de televisión NBC una investigación periodística sobre los entonces presuntos (y hoy probados) abusos sexuales del poderoso productor cinematográfico Harvey Weinstein. Pero éste, moviendo sus hilos, consiguió que el reportaje no fuera emitido. Pero Farrow no se rindió: llevó todo el material a la revista The New Yorker, donde en 2017 publicó varios artículos revelando los numerosos tejemanejes de Weinstein para ocultar sus delitos sexuales, ganando al año el premio Pulitzer.
Pero, además, Ronan Farrow escribió un libro sobre esa investigación periodística. Lleva por título Depredadores y sale ahora en España -ya está en formato electrónico y en breve estará en edición impresa- de la mano de la Roca Editorial. Es un libro necesario pero absolutamente aterrador, que revela la batería de métodos desplegados por Weinstein y otros como él para ocultar sus delitos sexuales y seguir cometiéndolos con total impunidad. Pero Depredadores es también un espléndido thriller, un libro de suspense al modo de las novelas de detectives. Hablamos por teléfono con Ronan Farrow. Su voz, desde Los Ángeles, suena cálida y cordial.
Pregunta.- Su investigación revela que para ocultar sus abusos sexuales, Weinstein presionó a medios de comunicación, invirtió un montón de dinero en intimidar y tratar de desacreditar a sus víctimas, se gastó una fortuna en abogados y hasta contrató a una agencia de detectives formada por ex miembros del Mosad (el servicio de inteligencia de Israel). ¿El que sea rico explica que pudiera seguir adelante con sus abusos durante tantísimos años?
Respuesta.- Sí. Es la clásica historia de cómo la gente con dinero e influencia está sometida a reglas y estándares distintos, tanto en el trato que recibe por parte de los medios de comunicación como en el control que tiene de la narrativa pública e incluso a la hora de rendir cuentas ante el sistema de justicia. Weinstein acabó ingresando en prisión, pero logró muchísimas veces esquivar a la justicia. Se trata de riqueza, de poder y de cómo con ellas se puede corromper.
Mia Farrow, Woody Allen y sus hijos, Ronan y la adoptada Dylan.
Mia Farrow, Woody Allen y sus hijos, Ronan y la adoptada Dylan.
P.- ¿Considera que, además, imperaba y quizás aún impera una cultura de tolerancia respecto a los abusos sexuales?
R.- Creo que sí que la ha habido. Ahora, por suerte, estamos viviendo un cambio histórico. Pero una de las cosas que me parece que hacen interesante mi libro es que muestra los entresijos de la guerra cultural que se libra en torno a los abusos sexuales, el nivel de tolerancia ante ellos que estamos dispuestos a admitir. Tenemos por ejemplo a Donald Trump jactándose de agarrar a las mujeres («por el coño»), según reveló una grabación emitida antes de las elecciones de 2005, y a mucha gente, la mayoría mujeres, diciendo que basta y exigiendo que las cosas cambien.
P.- ¿Por qué la justicia no cree a las mujeres?
R.- Creo que ése es uno de los cambios que estamos viendo, aunque la situación en Estados Unidos es distinta a la de España. En la justicia de Estados Unidos estamos sin duda viendo cambios, al igual que en el periodismo. Durante años en el periodismo estadounidense se consideraba que informar de estas cosas no era de buen gusto, que era una intromisión en la vida privada de las personas... Se asumía también que eran delitos que no se podían probar. Algo que, como abogado, siempre me ha parecido una estupidez, porque los abusos sexuales no son diferentes de otros delitos, excepto que con frecuencia ocurren detrás de puertas cerradas. Pero, aun así, hay modos de demostrarlos.
P.- ¿Cómo se pueden demostrar?
R.- El libro muestra el modelo que nosotros creamos para demostrar algunos de esos abusos sexuales: testigos con los que la víctima habló inmediatamente después de ocurrir los hechos, testigos que veían a una mujer salir de una habitación llorando... Esos testimonios cada vez tienen más peso en los tribunales, y también en el periodismo. Además, muchos de los casos de Weinstein se silenciaron a golpe de talonario con acuerdos extrajudiciales, y eso también es una prueba.
P.- Los críticos del movimiento MeToo se preguntan por qué esas mujeres permanecieron calladas tantos años. ¿Cuál es su respuesta?
R.- Algunas víctimas tenían miedo a represalias, algunas sentían su vida amenazada... Y las que hablaban de esos abusos se encontraban con frecuencia con la misma reacción: «¿Cómo podemos estar seguros de que dice la verdad?». Logré documentar que había buenas razones para que esas mujeres permanecieran en silencio durante tanto tiempo: las seguían, las espiaban... Esa conspiración, por muy loca que pueda parecer, era absolutamente real.
P.- ¿Entiende la sociedad el dolor de esas mujeres?
R.- Creo que la gente finalmente lo está entendiendo. Pero todavía tenemos que avanzar mucho. Para mí, como periodista, la clave es escuchar a las mujeres, a las supervivientes de abusos, porque durante mucho tiempo no las hemos escuchado.
P.- ¿Hay por ahí otros Weinstein, otros depredadores sexuales, que continúan con sus abusos sin ser desenmascarados?
R.- Claro, por supuesto. La de Harvey Weinstein es sólo la punta del iceberg. En mi libro hay varias historias, no sólo la suya: está también la de Matt Lauer (ex presentador de la cadena de televisión NBC, despedido en 2017), los esfuerzos de Donald Trump para evitar que salieran en los medios algunas cosas suyas... Muchas mujeres han decidido decir 'basta', esto es sólo el principio de un movimiento, va a salir a la luz mucho más. La de Weinstein es una historia de abuso de poder. Y ese abuso de poder ocurre en muchos sitios: en hospitales, en salas de juntas... Pero ahora cada vez más personas levantan la voz contra esa impunidad.
P.- El hecho de que su hermana Dylan lleve años denunciando que cuando era niña sufrió abusos sexuales por parte de su padre, Woody Allen, y que usted la crea, ¿le ha hecho más sensible a la hora de entender estos delitos?
R.- Creo que todo eso me hizo comprender el alcance de estos delitos en un modo que tal vez no todos lo entendían en ese momento, el grado de dolor por el que atraviesan esas personas, entender los motivos por los que guardaron silencio durante tanto tiempo. Creo que me hizo acercarme de manera más profunda a esas historias.
P.- Woody Allen ha publicado recientemente su autobiografía, en la que una vez más niega que abusara sexualmente de Dylan cuando ella tenía 7 años. Usted trató de evitar que se publicara, ¿verdad?
R.- No exactamente. Nunca traté de detener la publicación de ese libro. Se trataba de un conflicto de intereses, porque esa editorial ya estaba trabajando conmigo, había publicado mi libro, un libro que denuncia los abusos de hombres poderosos, Woody Allen incluido. Y siendo conscientes de las acusaciones contra Woody Allen, deciden adquirir en secreto los derechos para la publicación de sus memorias, ocultándomelo a mí y a los editores. Yo, por motivos éticos, no puedo estar en una compañía que saca esos dos libros y obtiene beneficios de ambos. Es muy importante que se aborde el desequilibrio que supone el que durante mucho tiempo se haya dado voz a personas que han cometido abusos sexuales. Y, si lo haces, tienes que comprobar lo que dicen. Pero no sólo habían adquirido en secreto un libro que entraba en conflicto de intereses con el mío, sino que tenían un acuerdo con Woody Allen para no revisar su libro y no comprobar si lo que dice en él es cierto. Así que decidí poner fin a la relación que mantenía con esa editorial.
P.- Si los supuestos abusos sexuales de Woody Allen contra su hermana Dylan hubieran ocurrido hoy en lugar de en 1992, ¿el resultado habría sido distinto, tal vez habría sido condenado?
R.- Seguro, no tengo la más mínima duda al respecto. Entiendo a los fans de Woody Allen y sus esfuerzos desesperados por creer que pueda ser inocente. Pero, siendo ya adulto, revisé la documentación judicial y me di cuenta de que se trataba de una acusación creíble respaldada por numerosas evidencias, incluidas pruebas forenses y relatos de testigos. Si hoy hubiera sucedido nunca se habría permitido que se fuera de rositas, nunca. Hubo muchos errores procesales, y había además un sistema judicial que cerraba filas en torno a la gente poderosa. Pero creo que hoy la gente entendería lo que ocurrió y no le habrían dejado irse de rositas. Lo creo firmemente.
P.- ¿Woody Allen nunca llegó a ser declarado inocente, verdad? Simplemente, no hubo juicio...
R.- Así es. Los fiscales consideraron que aunque había bases suficientes para seguir adelante con el proceso, era mejor no hacerlo porque mi hermana era una niña muy frágil y les parecía que no aguantaría que la llamaran al estrado. Además, Woody Allen contrató a un ejército de investigadores privados para excavar en cualquier tipo de basura, el mismo sistema del que hablo en mi libro. Finalmente un juez de custodia consideró que su comportamiento con los niños era inapropiado, y ordenó que mi hermana no tuviera ningún contacto con él por su propia seguridad. Es todo lo contrario a que Woody Allen sea inocente, aunque no se llevara a cabo el juicio penal. Creo que hoy habrían ido a por él.

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