En ocasiones, esta afirmación es difícil de entender: es posible mejorar el rendimiento deportivo sin aumentar el nivel de entrenamiento. Se puede ser mejor corredor, sin correr más. Es obvio que cuando se pasa de un estado de inactividad —con una forma física pobre— a entrenar con cierta regularidad, la mejora es evidente. La forma física progresa, así como la resistencia y, por supuesto, el estado de ánimo. Sin embargo, los resultados podrían ser incluso aún más evidentes gracias al entrenamiento invisible.
¿Qué es el entrenamiento invisible y por qué recibe ese nombre? La denominación es literal, porque el entrenamiento invisible incluye pautas y hábitos que por norma general se realizan fuera del tiempo de las actividades deportivas 'puras'. Una sesión de entrenamiento puede durar una o dos horas, así que ¿por qué no seguir 'entrenando' otros aspectos durante el resto del día?
En otros artículos, hemos hablado sobre los errores a evitar en el 'running', entre los que se incluye el no permitir al cuerpo recuperarse lo suficiente. Cuando se dice que el descanso también es entrenar es porque lo es, y eso es justo una parte del entrenamiento invisible. Por tanto, el entrenamiento invisible no es una única cosa o elemento que podamos fijar en nuestra mente, sino el compendio de todos esos pequeños detalles que nos harán ser mejores corredores, o deportistas en general.
El descanso, ese gran infravalorado
Cuando salimos a correr, a montar en bicicleta, a pasear por la montaña o realizamos cualquier tipo de actividad, nuestro cuerpo sufre un desgaste, nos fatigamos y estimulamos nuestro organismo. Tras esos entrenamientos, el cuerpo necesita recuperarse, necesitamos descansar para asimilar esos esfuerzos.
La recuperación es clave para asimilar los nuevos estímulos y para estar completamente preparados para la próxima sesión. Cuando se empieza a correr, la sensación es que, pese al cansancio, necesitamos correr todos los días para seguir mejorando rápidamente. Error, y de los graves. Este comportamiento solo llevará al mal camino del sobreentrenamiento o, lo que es peor, las lesiones.
Dentro de ese proceso de descanso, podemos incluir el simple hábito de dormir y hacerlo con sueño de calidad, pero también se puede ayudar a nuestro cuerpo con la recuperación mediante estiramientos, masajes de descarga, electroestimulación —si disponemos del equipamiento necesario— o el uso de accesorios baratos que encontramos en cualquier tienda, como los rodillos de espuma (también conocidos como 'foam rollers'), que favorecen la recuperación muscular aliviando los puntos gatillo de los músculos.
La alimentación y la hidratación, fundamentales
"Como hago deporte, puedo comer lo que quiera". Esta afirmación suele ser una de las más repetidas entre los deportistas que acaban de empezar a entrenar su cuerpo. Sin embargo, aunque se practique ejercicio físico con regularidad e intensidad, cuidar la alimentación también es parte del entrenamiento invisible. Llevar una dieta rica y equilibrada favorece la recuperación del organismo tras los entrenamientos y, por supuesto, nos mantendrá llenos de energía y preparados para los entrenamientos futuros que tengamos en mente.
El ejercicio nos ayuda a mejorar la forma física, y acompañarlo de una buena alimentación, acelerará ese cambio. Al mismo nivel de importancia que la alimentación está la hidratación: es simplemente vital. Antes, durante y tras el entrenamiento, con especial importancia a la hidratación en periodos del año más calurosos.
Todo esto forma parte del entrenamiento invisible, pero no es lo único: mantener una buena higiene personal, las ayudas externas en forma de complementos alimenticios o técnicas de recuperación más avanzadas como los baños de contraste o la cruiterapia, el cuidado psicológico (motivación, buena conciliación entre la vida deportiva y la familiar) y un largo etcétera de detalles que, en conjunto, no están dentro de esas sesiones semanales de 'running', pero que sí nos harán mejores corredores.
[Pedro Moya es autor del blog 'Palabra de runner']
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