lunes, 15 de junio de 2020

Greg Glassman, el multimillonario creador del método CrossFit que ha puesto en riesgo su imperio por un tuit


Glassman contrajo la polio e ideó su método de ejercicio, que le ha convertido en multimillonario, durante su adolescencia. CrossFit ingresa 150 millones de dólares al año.

Greg Glassman.
Greg Glassman. IG

Greg Glassman fundó la empresa Crossfit Inc. en el año 2000, se hizo de oro con su concepto revolucionario del deporte de alta intensidad que trastocó profundamente el ecosistema urbano del fitness y los gimnasios, y dos décadas después ha tenido que abandonar el puesto de presidente de la compañía, envuelto en la polémica, por dos palabras publicadas en Twitter: "It's Floyd-19". Glassman respondió a una publicación del Instituto para el Seguimiento y la Evaluación de la Salud en Estados Unidos en el que la institución defendía que el racismo y la discriminación de minorías era un tema de salud pública.

El empresario, fiel a su vis polémica -no era la primera vez que pisaba un charco en las redes sociales de manera voluntaria, y casi temeraria- sacó a colación un juego conceptual entre el coronavirus y George Floyd que rápidamente fue tildado de racista. Y como consecuencia de ello, la masa tuitera se le echó encima hasta que la presión se le volvió en contra. A las pocas horas de publicar el tuit, Glassman anunciaba mediante un comunicado que renunciaba a la presidencia de la empresa que él mismo creó para no perjudicar a la marca CrossFit en el caso de que se organizara un boicot perjudicial para sus intereses, y se excusaba manifestando que no era su intención ofender a nadie con sus palabras.

En cualquier caso, esta situación se vuelve un poco confusa en el momento en que se observa que Glassman es el único accionista y propietario de su marca -si él es el dueño, y la propiedad es suya en términos absolutos, ¿a qué renuncia exactamente, quién puede tomar el relevo en una dirección tan unipersonal?-, así que puede que esa renuncia sea simplemente un giro estratégico, un gesto para dispersar la atención, calmar a las hordas y seguir manejando el negocio desde la discreción de un segundo plano ejecutivo.

Porque a lo que no puede renunciar Glassman es a Crossfit Inc. en sí, un negocio próspero, ideado por él mismo, que en los últimos años se ha expandido por el mundo con una velocidad y un impacto del que no existen apenas precedentes. Es habitual encontrar en las grandes ciudades no ya un gimnasio de crossfit por barrio, sin varios y cercanos entre sí, instalaciones en las que durante un tiempo corto se pueden efectuar ejercicios de velocidad, de musculación y aeróbicos, todo ello combinado en un circuito altamente exigente, que ayudan a quemar energía en grandes cantidades, ideales para el aplastante ritmo de vida urbano.

AFECTADO POR LA POLIO

Glassman nació en San Diego, California, en 1956 -le falta un mes para cumplir 64 años-, y se crio en Los Ángeles. Durante toda su infancia y adolescencia tuvo graves problemas de movilidad. Contrajo la polio con 10 meses de vida -no se le diagnosticó hasta un tiempo después, con las secuelas derivadas de la negligencia-, y durante muchos años tuvo que utilizar un andador y hacer ejercicios de rehabilitación. Fue durante esa experiencia cuando empezó a darle vueltas a la idea de un sistema de puesta a punto que incidiera en el movimiento y en la estimulación de músculos y articulaciones.

Su enfermedad le impedía nadar o los deportes de contacto, así que se concentró en el levantamiento de peso, el atletismo y diversas modalidades de gimnasia: la combinación de todo ello fue la que dio forma al método que le hizo millonario, ideado en su adolescencia y patentado finalmente alrededor del año 2000. En la creación de la empresa también participó su segunda esposa por entonces, Lauren Jenai, de quien se divorció en 2009.

Al divorcio le siguió una batalla legal en la que Glassman consiguió recuperar el 100% de la propiedad de la empresa, previo pago de más de 16 millones de dólares, justo cuando Crossfit Inc. empezaba a expandirse por el mundo y a ser altamente rentable. En la actualidad, la marca puede llegar a ingresar una media de 150 millones de dólares brutos al año, de los que un tercio provienen exclusivamente de la venta de licencias de nuevos gimnasios.

El primer gimnasio Crossfit abrió en 2005, y se calcula que se han ido inaugurando por todo el mundo entre 10.000 y 15.000 franquicias más. Como propietario absoluto de la marca registrada Crossfit, por tanto, Glassman cobra una cantidad importante de cada nuevo local que utiliza su método. La empresa es puramente familiar: su mano derecha es su hermana, que es quien ostenta ahora el cargo de presidenta de Crossfit, aunque quizá no el poder efectivo ejecutado con discreción bajo la mesa. Demasiado dinero en juego como para ponerlo todo en riesgo por un tuit.

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