Ennio Morricone, dijo su médico y amigo Vincenzo Denaro, estaba fantaseando con quién se aliaría en el paraíso, si mejor Beethoven o Mozart. También dejó una carta con la que se despidió de sus amigos. “Yo, Ennio Morricone, he muerto. Una sola razón me lleva a despedirme de este modo y pedir un funeral privado: no quiero molestar a nadie”. Tenía 91 años, que había cumplido el 11 de noviembre. Estaba lúcido, acompañado de su esposa, Maria Travia.
El compositor italiano dejó unas 500 bandas sonoras para no olvidarlo. Lo de la composición empezó desde muy pequeño, a los seis años. A los 10 se inscribió en un curso de trompeta en la Academia Nacional Santa Cecilia de Roma, su ciudad. Estudió composición, orquesta y órgano. A los 33 se estrenó en el cine con Misión Ultrasecreta, película de Luciano Salce. La fama llegó con las bandas sonoras de los wésterns Por un puñado de dólares y El bueno, el malo y el feo. Y ya no paró.
“Su obra es extensa. Es de esos compositores que no estuvieron muy ligados a la tecnología, entonces es de esa vieja escuela que uno admira porque estaba con papel, lápiz y un piano. Fue trompetista y tuvo influencia clara del jazz”, dice Julio César Sierra, compositor de música de cine. Era polifacético. Hizo cine, televisión, teatro, documentales. “Lo que más le admiro es la versatilidad. Fue un hombre capaz de interpretar con sus composiciones lo que los directores le pedían, independientemente de que fuera drama, western, aventuras o acción. Fue un camaleón y su estilo se adaptaba a lo que el director pretendía”, señala Juan Carlos González, editor de la revista de cine Kinetoscopio.
Sumó muchos premios y nominaciones, aunque el Óscar llegó apenas en 2016 con Los 8 más odiados. Antes tuvo uno honorífico, en 2006. “Tuvo el reconocimiento de los Bafta, León de oro, Globos de oro, que para nuestro campo tienen mucho más peso porque son entregados por los mismos colegas y los críticos del mismo campo”, precisa Sierra.
Un genio musical, lo describen muchos, como el crítico Samuel Castro, y una de las razones es que “sus melodías se quedaban en la memoria mucho tiempo después de ver las películas”. La otra es su capacidad de aportar a la narración. “Pocas veces un director tenía que influir en sus decisiones –añade el compositor de música– antes el director estaba pendiente de lo que él tenía para decir. Él te daba una melodía y te quedabas con ella para siempre”.
Hay maneras de recordar a Morricone. Tararee la del El bueno, el malo y el feo. También estas otras, que eligieron Julio César, Juan Carlos y Samuel.
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