EXTRABASES
Por Alfonso Saer
A una semana del primer playball en la temporada 2020 los nervios afloran. Al desgaste provocado por la negociación entre dueños y peloteros se unen las interrogantes mayúsculas que produce el virus planetario. Entre otras novedades, los pitchers de la Liga Nacional no van a batear este año y quizá no lo hagan en las campañas siguientes. El más antiguo circuito de las Mayores esquivó todos los intentos anteriores por unificar el designado, pero ahora las circunstancias son obligantes... ESA regla tiene seguidores y detractores. A quienes vimos mucho beisbol de antaño nos ha encantado ver al lanzador tomar sus turnos en el plato. Con la anulación de la norma desaparecieron también muchas estrategias. Los lanzadores no corren el riesgo de un bolazo intencional o un pitcheo arrimado, porque simplemente no van al pentágono... EN el beisbol, el espectáculo son las carreras y el designado garantiza que hayan muchas más. También ha sido una manera de extender la trayectoria de algún formidable toletero que no puede ayudar defensivamente, como casos sobran en la actualidad. ¿Cuántas estrellas de decenios precedentes habrían prolongado sus carreras si el designado se hubiese implantado con antelación?
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MUCHOS pitchers han sido bateadores insignes y unos cuantos dejaron el morrito para lucir sus virtudes con el madero. El más resaltante ejemplo histórico es el de Babe Ruth, ganador de 94 juegos con Boston y los Yanquis antes de convertirse en el slugger más excitante de cualquier época, especie de padre del beisbol con sus 714 jonrones y 2.214 empujadas... EL Ruth venezolano ha sido Vidal López, quien creció como pitcher y bateador en la Primera División de los años 30 y en 10 campañas criollas se anotó 67 decisiones, mientras con el barquillo en ese mismo tránsito arrojó average global de .311. Figura magallanera de tronío, finalmente se quedó con su ofensiva y le alcanzó para diez zafras en la actual liga, fundada en 1946. El llamado "Muchachote de Barlovento" solo sabía navegar sobre los trescientos y asentó un vigoroso .308 en ese largo trajinar... OTRO que exhibió su versatilidad en los renglones citados fue Víctor Davalillo, el zuliano que hasta la 1961-1962 estuvo como regular en la rotación del Caracas y allí precisamente dibujó un 10-4 en el balance de ganados y perdidos. En pleno desarrollo, por allá en 1959, alcanzó hasta 16 lauros con el Palatka clase D. Ya sabemos lo que hizo —en todas partes— el gran Vitico cuando decidió limitarse a su faena de larga dimensión y luminosidad. Es, para el cronista, el mejor pelotero que haya visto la LVBP.
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ASÍ como Carlos Zambrano despachó 24 cuadrangulares siendo pitcher de altos quilates (132-91) y salario ultra millonario con los Cachorros, hay unos cuantos ejemplos en Grandes Ligas. Por aquí vimos en los actos postreros de su carrera al “Indio” Emilio Cueche, capaz de ganar un careo desde el montículo, jugando como jardinero, alineado de quinto o sexto palo. O saliendo desde la cueva como emergente. El oriental (80-64 en la lomita) remató con un decoroso .266 en 969 viajes oficiales al plato. Por su parte, Carrao Bracho ligó para .214 en 23 torneos y se bajó con 144 imparables... LOS pitchers cubanos, que en los años sesenta llenaron de colorido nuestros escenarios, se caracterizaron por ser eficientes bateadores, quizás siguiendo los pasos del inmortal Martín Dihigo, quien en los años treinta nos deslumbró con hazañas dignas de capítulos aparte. A su asombroso registro de 21-4, con 0.41 para el Concordia y el Universidad, agregó guarismos notables con .286 en el ataque... CAMILO Pascual —para mencionar solo uno de los enviados desde la más grande de las Antillas— no solo mareaba con su afamada curva, que lo impulsó a un resaltante 11-2, con 2.74 para tres equipos locales. También ayudó con la majagua y en la 1970-1971 con los Leones sonó para .313 (32-10). En fin, hay muchos botones de muestra para el caso que nos ocupa.
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AL contrario también hay detalles citables. Roberto Muñoz fue receptor del Valencia antes de encaminarse a una exitosa trayectoria como lanzador, incluso con arribo a Grandes Ligas. En el beisbol local ganó 64 y salvó 59. Oswald Peraza firmó como catcher con Lara, pero apenas en su primer año en Estados Unidos lo convirtieron en tirador. Llegó a la carpa principal y aquí fue exitoso integrante de la rotación guara. Por supuesto que hay casos que se nos escapan en este intento por recordar aquellas figuras que sobresalieron al ataque y en el morrito, a propósito de que ahora los serpentineros no tomarán el bate en las dos ligas mayores... LA LVBP trabaja tras bastidores en función de la enredada campaña 2020-2021. Nuevamente hay lobby ante la OFAC para tratar de solventar los entuertos alrededor de Magallanes y Aragua, cuyas directivas tienen representación oficial. De buena mano ya se sabe que las respectivas gobernaciones no aceptan desligarse de los mandos de cada club... PUERTAS adentro se trabaja para un campeonato en tres o cuatro sedes del centro del país. Hasta ahora los directivos fruncen el ceño al barajar los porcentajes positivos para cantar victoria.
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Publicada en La Prensa de Lara, el miércoles 15 de julio de 2020. Aquí reproducida con autorización del autor.
@alfonsosaer
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