EL EMERGENTE
Por Ignacio Serrano
Miguel Cabrera amaneció este viernes con .219 de average. Por donde se mire es una temporada para el olvido. Tiene 15 empujadas en 29 juegos y apenas 4 jonrones. Si lo proyectáramos a una campaña completa, hablaríamos de unos 80 remolques y poco más de 20 cuadrangulares. Es muy poco para alguien cuya carrera muy probablemente le hará ingresar en su primer intento al Salón de la Fama.
Pero no todo lo que brilla es pirita y engaño. A pesar de esos números, hay oro también. Y eso, aunque muchos no lo crean, debería conducirle a protagonizar una mucho mejor segunda mitad.
¿Está viejo Cabrera? Depende. Por supuesto que, con 37 años de edad, no tiene el mismo físico ni las mismas condiciones de su mejor época, cuando ganaba la Triple Corona y era el Jugador Más Valioso de la Liga Americana.
Pero ojo: este dato que viene es revelador.
Cabrera le está pegando a la pelota incluso mejor que en 2019 o 2018. Al escribir estas líneas, ocupaba la casilla 29 entre quienes han bateado más duro esta temporada. Sus conexiones salen del bate a 91,9 millas por hora, en promedio. Palabra de Statcast.
¿Qué significa esto? Primero, que solo hay 28 toleteros que están bateando con más fuerza que él en 2020. Uno solo en cada uno de los demás equipos, y nos sobra un equipo. El aragüeño le pega a la bola con más autoridad que los restantes 13-14 paleadores de cada club en la MLB.
Eso no se corresponde con su average actual.
Comparemos con algunos nombres célebres: en ese conteo, Cabrera supera claramente a Mookie Betts (que ocupa la casilla 66), Bryce Harper (77) y Ronald Acuña Jr. (79). ¿Entonces?
Sí, el nativo de Maracay está más preocupado por su average que por los extrabases. Si no fuera por eso, buscaría dar más elevados. Con ese poder que sigue demostrando, sus números serían mucho mejores. Mientras casi todos en el beisbol de hoy hacen swing de abajo hacia arriba, él busca, impertérrito, poner la pelota en juego y nada más.
Eso explica que sus batazos apenas promedien 150 pies de distancia. ¿Por qué, si le pega tan duro, la pelota no viaja más lejos? Porque él ha decidido que sea así. Sigue yéndose hacia la banda contraria, como ha hecho toda la vida, y busca más líneas que elevados, lo que genera más roletazos, también.
Eso también explica que los Reales le hayan jugado hace semanas con un ajuste defensivo que incluía seis outfielders. Aunque eso es tema de otra columna que ya escribimos y no ha vuelto a suceder.
Lo maravilloso de la analítica actual, de disponer de una miriada de datos que hace 30 años no existían, es que nos permite precisar con hechos, con pruebas y no opiniones, aquello que antes era simple pasto de especulación.
Buscando entre la maleza le dimos un vistazo al BAbip de Cabrera. Es el average calculado solamente sobre las pelotas puestas en juego. No incluye jonrones ni ponches, solamente aquello que ocurre dentro de las rayas de fair.
¿Para qué sirve? La historia prueba que se trata de una tendencia que no varía mucho en el largo plazo. Quien le pega duro, tiene alto averages siempre. Quien no, suele tenerlo bajo. Se puede buscar a cualquiera, a Ted Williams o Enzo Hernández, y esas tendencias estarán allí.
Con Cabrera también están. Su BAbip es de .343 en 18 campañas. Brillante y lógico. En 16 de sus primeros 17 torneos ligó sobre .300, y en el único en que no lo hizo, dejó un sólido .292, en 2017.
Ojo, que no viene involucionando. En 2018 saltó a .352 y en 2019 dejó .339, a pesar de dar menos extrabases y bajar sus promedios. O lo que es lo mismo: cuando le pegó, la puso a llorar.
Esta vez tiene un BAbip de .238, que en nada se parece a lo que ha hecho a partir de 2003. Es más, resulta radicalmente distinto. O le está dando sin fuerza a la pelota (y ya sabemos que no es así) o le está dando de frente, es decir, ha tenido mala suerte.
Para esas cosas sirve el BAbip. Durante décadas, solíamos decir de un pelotero al que veíamos jugar todos los días: "Está bateando bien, pero de frente". ¿Quién no lo ha dicho alguna vez? Pues cruzar Statcast con el BAbip nos permite demostrarlo, hoy en día. No es una opinión. De nuevo, son hechos medibles.
Baseball Savant calcula el average que debería tener cada toletero de acuerdo con la reciedumbre de sus tablas. En ese cálculo, a Cabrera le correspondería tener .284 de average (y .357 de wOBA, que también sería muy bueno, en lugar del .290 actual, pero la idea no es atiborrarles de sabermetría aquí).
Lo mismo pasa con su slugging, que debería ser de .439 y en realidad es de .343, solamente.
¿Cuántos paleadores tienen una diferencia similar o superior a esta que muestra el venezolano, en cuanto a que están por debajo de lo que sugiere la calidad de sus tablazos? En 2020 son apenas 14.
Cabrera, que es uno de los maderos que más duro le están dando a los envíos contrarios, es también uno de los bates con peor fortuna este año.
La clave, de nuevo, está en el tipo de conexiones. Según Statcast, promedia un ángulo de swing muy bajo, de apenas 10,5 grados. Un swing casi plano, dirían los antiguos. Y como expone Fangraphs, casi la mitad de sus conexiones (46,4 por ciento) son rodados. Eso, y que sus elevados han caído a 26,6 por ciento de las veces que pone la bola en juego (casi 10 puntos por debajo de su promedio de por vida, que es de 35,7), todo eso, decimos, explica por qué, dándole tan bien, Cabrera no termina de sacudirse el slump.
El BAbip nos deja una última sugerencia, con la que terminamos esta columna: en el beisbol, quien sufre de mala suerte durante un tiempo, suele disfrutar luego de un período de buena fortuna. Por eso siempre decimos que este es un deporte de promedios. Y los promedios, a largo plazo, se imponen en el beisbol.
Ya veremos si ocurre así con Cabrera en la segunda mitad.
Ignacio Serrano
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