El tachirense Manuel Pérez evitó la muerte de una mujer que era arrastrada en un canal en Chile. El venezolano es uno de los más de 4,5 millones de la diáspora criolla en el mundo.
No necesitó capa ni mucho menos superpoderes, solo puso en práctica como él mismo dice lo que sus padres le enseñaron. Su rostro y su valentía se hicieron viral el pasado 27 de julio, cuando sin pensarlo dos veces se tiró a las aguas del canal San Carlos, que recorre la ciudad de Santiago de Chile, para salvarle la vida a una mujer que era arrastrada por las aguas.
El tachirense Manuel Pérez como todos los días tomó su bicicleta y su bolso de delivery para buscar el sustento para él, así como para ayudar a sus padres en Venezuela.
A diferencia de su rutina diaria decidió tomar otra ruta y es que quería ver unos repuestos para su bicicleta, fue ahí cuando vio que en el canal una mujer era llevada por las aguas.
“Yo iba pasando y vi que alguien se movía dentro del canal, se veía con contusiones. La verdad no había tiempo para pensar, solo me bajé de mi bici y tiré el bolso. Aunque sé nadar no fue tan fácil, porque había huecos y eso es peligroso, pero gracias a Dios todo salió bien”, relató a PANORAMA el tachirense de 24 años.
Fueron minutos de angustia con una corriente de agua que amenazaba con llevárselos a ambos, al margen de las gélidas temperatura del invierno chileno.
“Solo hice lo que me enseñaron mis padres. Si alguien está en problemas, hay que ayudarlo. Con eso crecí. Mis padres están muy contentos y orgullosos de mí y eso es lo que me hace más feliz. También agradezco las bendiciones que me han enviado muchas personas. Esto me alienta a seguir trabajando día a día”, dijo el tachirense.
Mientras se sumergía en el agua para ayudar a la señora, de quien confiesa no ha hablado con ella y no sabe su nombre, unos funcionarios de la Policía De Investigaciones de Chile (PDI), fueron quienes alcanzaron a verlo y llamar a los servicios de emergencia para que le brindarán los primeros auxilios médicos.
“Logré subirla y le brindaron atención. Yo solo le pedí a una funcionaria de la PDI que por favor mirara mi bici y mi bolso, ese es mi sustento. Salí muy empapado y con frío, pero con la alegría de hacer lo que debía. Tuve que llamar a unos amigos para que me ayudaran. Me fui a casa, porque estaba mojado y preocupado. Ya no podía seguir trabajando”, dijo el tachirense, quien hace casi dos años decidió dejar su casa, al igual que los más de 4,5 millones de compatriotas, que han traspasado las fronteras en busca de cambiar su calidad de vida.
Para Pérez, quien de niño aprendió natación, manejar bicicleta es más que un hobbie, es su trabajo. Su faena inicia a las 9:30 de la mañana y se extienda hasta casi las 9:00 de la noche.
“Paso unas 12 horas llevando pedidos. Para muchos, esto es un trabajo fácil, pero no es así. Pasar el día en la bicicleta es muy cansado. Al mediodía, entre pedidos, nos reunimos varios compañeros y compramos pan entre todos y algo para rellenar, con eso almorzamos y seguimos trabajando. A todos mis compañeros que viven en Chile, como en otros países, solo les digo que sigamos con fuerza y fe”, expresó.
Agregó: “Ya hace más de dos años que estoy aquí en Santiago. No continué la universidad; sino que decidí dejar mi casa y buscar ayudar a la familia. Me vine con mi hermano y después se vino mi novia y aquí estamos tratando de dar lo mejor para que vean que los venezolanos somos gente de bien”.
Pérez agradeció la oportunidad que le brindó Chile de poder contribuir al sustento familiar, aunque dejó claro que su sueño es volver a Venezuela para estar con sus padres y familia.
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