El Nobel peruano habló de la literatura como "germen de inconformidad, testimonio de insumisión y rebeldía cuando una sociedad no es libre" en su discurso de aceptación.
Un libro vibrante, adictivo y necesario". Así se refirió Manuel Llorente, presidente del jurado del Premio Francisco Umbral, a Tiempos recios (Alfaguara), la novela por la que el escritor hispanoperuano Mario Vargas Llosa fue homenajeado este lunes en la sede de la Comunidad de Madrid.
El jurado destacó en su momento, allá por enero, cuando se dio a conocer su decisión y la pandemia todavía no había causado estragos, que Tiempos recios suponía el "regreso a uno de los escenarios en que [Vargas Llosa] está más cómodo y más conoce", que le ha permitido profundizar en "la línea de investigación histórica y alternancia entre la vida privada y la vida pública" que ya exhibió en Conversación en la Catedral y La fiesta del Chivo.
De hecho, la novela puede entenderse como una continuación y ampliación de aquellas, ya que rescata el mismo tono y algunos personajes para retratar la convulsa realidad de Guatemala a mediados de los años 50, cuando la CIA apoyó el golpe de estado contra Jacobo Árbenz.
La entrega del premio, retrasada en varias ocasiones por culpa del coronavirus, fue presentada por Fernando R. Lafuente, Secretario de Redacción de la Revista de Occidente, miembro del jurado y el encargado de presentar a los comparecientes, empezando por España Suárez, viuda de Francisco Umbral. Suárez elogió la trayectoria de Vargas Llosa, "que tanta luz ha aportado a la historia latinoamericana" y calificó el premio como "una manera más de rendir culto a la lengua española".
A continuación subió al estrado Manuel Llorente para recordar, entre otras cosas, el histórico discurso de ingreso de Vargas Llosa en la Real Academia Española, en el que el autor de La ciudad y los perros habló del lector y de su esperanza en que una novela "lo divierta y lo maree, que lo excite y lo intrigue, que le haga pasar gato por liebre y, por unas horas, lo arranque de la mediocridad del mundo real y lo traslade a las exaltantes comarcas de la ilusión".
El propio Vargas Llosa dedicó sus palabras de aceptación del galardón a los aspectos en los que "la literatura contribuye al perfeccionamiento de la sociedad, es fuente del progreso, del cambio. Una sociedad que está profundamente inmersa en la literatura es más difícil de manipular que aquella otra en la que la literatura cumple una función menor o secundaria".
En ese sentido, el Nobel peruano habló también de los libros como "germen de inconformidad, testimonio de insumisión y rebeldía cuando una sociedad no es libre. La libertad es siempre precaria, y en esta época lo hemos descubierto mejor que nuestros antepasados. La realidad en que vivimos puede cambiar súbitamente y transformarse y nada nos prepara tanto para detectar esos cambios, que a veces son extraordinariamente sutiles, como la literatura".
También hubo tiempo para un distendido coloquio entre Juan Cruz, director adjunto de El País y miembro del jurado, y el propio Vargas Llosa, en el que el escritor recordó su llegada a Madrid en 1958, esa "ciudad barojiana que ha sido suprimida por la modernidad" y en la que "nadie se siente extranjero". Además, retrató el carácter singular del propio Umbral cuando rememoró su primer y único encuentro, un almuerzo en el que el periodista y escritor madrileño le preguntó, "¿Cómo puedes escribir sobre Corín Tellado?", autora por la que Vargas Llosa sentía "puro interés sociológico, no literario", aclaró.
Por último, Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, elogió la capacidad del galardonado para "reescribir la historia con la fidelidad de un testigo y alzar la ficción con el pulso literario de un maestro", en un acto al que también asistieron Antonio Fernández-Galiano, presidente de Unidad Editorial, Francisco Rosell, director de EL MUNDO, además de cargos públicos como Ignacio Aguado, vicepresidente de la Comunidad, Marta Rivera de la Cruz, Consejera de Cultura, y José Luis Álvarez Ustarroz, alcalde de Majadahonda.
MADRID, CAPITAL DEL ESPAÑOL EN EL MUNDO
Isabel Díaz Ayuso aprovechó su discurso para denunciar lo que considera "la última agresión al pluralismo democrático en el sensible ámbito de la educación y, en este caso, del idioma", en referencia a la reforma educativa de la LOMLOE, también conocida como ley Celaá, que no incluirá en su texto que el español es la lengua vehicular en la enseñanza ni aparecerá lengua oficial del Estado. "Una nación que margina a su lengua está abocada a la desaparición, es una absoluta irresponsabilidad política y cultural", advirtió la presidenta de la Comunidad de Madrid. Para combatir lo que calificó como "sinsentido", Díaz Ayuso anunció "un ambicioso proyecto para hacer de Madrid la capital del español en el mundo y así contribuir a que nuestra lengua sea cada vez más universal".
Se trata de un plan que abarcará ámbitos como la educación, las artes o el turismo, y al que ha invitado a participar a "grandes intelectuales como Vargas Llosa, uno de los mejores escritores en lengua española, que ha demostrado siempre su compromiso con la democracia, la justicia y, por encima de todo, la libertad". A lo que el propio Vargas Llosa, contestó, "presidenta, cuenta con todo mi apoyo".
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