domingo, 1 de noviembre de 2020

Necesitas una Fuente de Poder Externa




 “¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?”. Romanos 7:24 (RVC)

¿Ya te disté cuenta que muchas veces eres tu peor enemigo? Son tus propias reacciones, tus propios miedos y tus propias insuficiencias lo que causa que actúes tontamente. Sé que es así conmigo.

Necesito ser rescatado de mí mismo porque hay muchas cosas acerca de mí que no me gustan —cosas que hubiera deseado hacer diferente, cosas que me gustaría cambiar. Pero no puedo cambiarlas, al menos no por mí mismo. Necesito una fuente de poder externa.

Tal vez estés pensando “Yo puedo cambiar”. Odio decir esto, pero no puedes. Cada Año Nuevo haces una lista de resoluciones, y para el final de enero, esta lista va a parar en el basurero. ¿Por qué? Porque no puedes cambiar por ti mismo; necesitas el poder de Dios. Necesitas un Salvador, alguien que pueda hacer los cambios que no puedes hacer por ti mismo.

La verdad es que, si eres honesto sobre esto, algunas veces sientes que tu vida está fuera de control. Es un sentimiento muy común. ¡Bienvenido a la raza humana!

El apóstol Pablo se sintió así hace unos 2000 años atrás. Él dice esto en la Biblia: “Pero también me sucede otra cosa: hay algo dentro de mí, que lucha contra lo que creo que es bueno. Trato de obedecer la ley de Dios, pero me siento como en una cárcel, donde lo único que puedo hacer es pecar. Sinceramente, deseo obedecer la ley de Dios, pero no puedo dejar de pecar porque mi cuerpo es débil para obedecerla. ¡Pobre de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo, que me hace pecar y me separa de Dios? ¡Le doy gracias a Dios, porque sé que Jesucristo me ha librado!” Romanos 7:24-25 (TLA). ¡Esa es la respuesta!

Tal vez estés buscando algo que te brinde satisfacción, significado y paz a tu vida. Pero si no estás buscando a Jesús para la salvación, estás buscando en los lugares equivocados y por eso estás frustrado.

Algunos de nosotros pensamos que, si tan solo nos casáramos, o tuviéramos cierto trabajo o promoción, o alcanzáramos cierto nivel de riqueza, o tuviéramos un bebé —las cosas serían geniales. Muchas personas están buscando salvación en un libro de auto ayuda, en terapia, en una actividad de moda, una dieta o en unas vacaciones.

Si estás haciendo esto, estás buscando en los lugares equivocados.

La respuesta no está en tus circunstancias. No está en un lugar, un programa o una pastilla. La respuesta es una persona: Jesucristo. Fuiste creado por Dios y para Dios, y hasta que lo entiendas, tu vida no tendrá ningún sentido.

Reflexiona sobre esto:

  • ¿Cómo cambiaría tu vida si aceptaras tu total dependencia en Jesús? ¿Cómo se vería una fe “que se acepta por completo”?
  • ¿Qué paso necesitas dar para darle el control de tu vida a Dios?
  • ¿Qué significa que fuiste creado “para Dios”?

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