sábado, 7 de noviembre de 2020

Venezuela un país enfermo de miseria

 


CARLOS ÑAÑEZ

Venezuela otrora paradigma del mundo en desarrollo, un país considerado por W. Rostow en su libro “las etapas del crecimiento económico”, como un candidato fuerte para optar a un lugar en la lista de países desarrollados, atraviesa hoy mismo la peor crisis en materia humanitaria, del hemisferio occidental, una que nos ha llevado a los mismos estándares de pobreza de los países africanos, borrando de un solo plumazo la idea preconcebida de que fuimos un país rico, con capacidad de ostentar una sólida clase media y profesional que hacía que nuestro patria fuese receptora de ingentes cantidades de inmigrantes, quienes huían de las condiciones de inestabilidad primero de una Europa inmersa en una guerra global y luego de un cono sur afectado por crueles dictaduras, sin desconocer el hecho de la recepción de cubanos quienes ya consideraban a esa isla antillana una isla prisión, como así lo definiera Salvador Villa, en su obra “Cuba Cenit y Eclipse”.

Fuimos la democracia más estable de la región y uno de los países más prósperos de toda América Latina, pero llegamos a este terrible cuadro de miseria y pobreza, que atenta contra el propio Estado y configura un cuadro de verdadera catástrofe humanitaria, en palabras del historiador Agustín Blanco, somos una Ex República, desmontada y desarticulada, con un tejido social pulverizado y deshecho, un verdadero reto para la región. Esta situación la ocasionó una hegemonía abyecta en el poder, arrogante y perversa, quienes han decidido aplicar un modelo anacrónico e inviable, que ha producido en nuestro país lo mismo que ha generado en otras partes del mundo. El socialismo es incompatible con el cálculo económico y peor aún con la libertad, las anquilosadas por inaplicables ideas de Marx, han demostrado sus abiertas limitaciones y sobre todo han ratificado que el socialismo como practica para el ejercicio del poder no tiene utilidad ni aplicabilidad, es un fraude estructural, en palabras de Samuelson: “Marx es un post ricardiano de poca monta”, por ende todas las interpretaciones surgidas de sus ideas son irrelevantes, resultan tan ajenas a las dinámicas sociales, que haciendo analogía con la física, extrapolar desde el socialismo, es análogo a usar los escritos de Copérnico para interpretar la teoría de los agujeros negros.  Sin embargo en su arrogancia infinita, las ideas de Marx, junto a las trasnochos románticos del dominicano Jorge Giordani, junto a la visión neo fascista de Ceresole y la definición vacía del socialismo del Siglo XXI, propuesta por Dieterich, construyeron este catre de Procusto, en donde toda la sociedad es sometida a la idea absurda de la igualdad colectiva y la negación del individualismo, de esta manera nos extraviamos en el laberinto de la miseria y estamos condenados a vivir una existencia brutal y violenta junto al engendro de Pasifae, el violento Minotauro que es la negación de la humanidad, de la otredad y de la civilidad.

Presos en este marasmo de neologismos para el mal, condenados a la macilenta verdad única de un régimen perverso y avieso, hemos ido y venido entre excusas cuasi surrealistas desde la guerra económica, hasta las sanciones, obviamente sin olvidar que aun la cuarta república, envilecida por un discurso para la dominación, aun es heredera y responsable de las fallas de una revolución que lleva veintidós años en el poder y que nos ha llevado a ser más pobres que Haití.

Hoy nuestro país es una entelequia semejante a la República Democrática de Congo o la violenta Sudán del Sur. El hambre, ese temor que es casi pulsión y frente al cual el hombre es inútil, de acuerdo a las palabras de Séneca, es el homicida silente de nuestros ancianos defenestrados a percibir pensiones simbólicas de menos de 0,77 dólares al mes.

Desde luego los venezolanos nos hemos quedado en casa, como lo hicieron los hermanos septuagenarios de un apartamento en Puente de Hierro, en Caracas allí nunca jamás llegó el Comité Local de Alimentación Popular, la caja o bolsa “CLAP”, demostró ser insuficiente baladí y ratificó las fallas que denunciara la Dra. Bachelet, al calificar a este programa como un mecanismo de control social y de chantaje político, nuestra dieta es inferior a la de Somalia y solo es más precaria la dieta de Sudán del Sur o Yemen, una población secuestrada y enferma de miseria y de pobreza, incapaz de participar en ningún mercado, pues para hacerlo debemos de subordinarnos a un fenómeno que desconoce la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y hace que el Banco Central sea una torre inútil de concreto en Caracas, me refiero a la dolarización desde la demanda, a la consecuencia directa del abandono de la política monetaria. No existe estabilidad en precios, pues se ha inyectado de manera absolutamente irresponsable tal caudal de bolívares a la economía sin respaldo en riqueza y confianza, que la estructura de precios nos explotó en la cara y generó una de las hiperinflaciones más largas del planeta, sólo superada por Grecia, Nicaragua y Hungría. Hemos resistido como las famélicas ánimas del Guasare, 34 meses de hiperinflación y veintiséis trimestres de caída económica. En tal sentido, muchos colegas hemos decido seguir dando las cifras pero explicar y explanar el drama humano que subyace en la idea de entrar a 2021 con una economía cuyo tamaño sea semejante a una quinta parte de la economía de 2012, ese resultado se traduce en hambre, miseria y pobreza. Tras el 97% de pobreza de ingreso, se ocultan 24 millones doscientas cincuenta mil almas, de ancianos, jóvenes y niños que no pueden adquirir más de una canasta alimentaria, tras el 80% de pobreza extrema es decir aquellos que no pueden pagarse las 2000 kilocalorías y los 51 gramos de proteínas diarios, se esconden 20  millones de habitantes sumidos en la hambruna, tras ese frio calculo esta la muerte delos ancianos en Puente Hierro y los comensales de la basura, es ese el legado de Chávez, es ese su logro y he allí nuestra tragedia humanitaria.

La posverdad es una tara de toda tiranía, obviamente la de Maduro no podía ser la excepción de hecho el convirtió la autocracia de Hugo Chávez en un modelo perverso y totalitario, con visos de corte policiaco y sultanato, es decir en un gobierno para el mal. En el marco de la maldad la ministra para Economía, el Ministro de Planificación y el Presidente del Banco Central, aprobaron un adefesio jurídico al cual le dieron el nombre de “ Ley de Presupuesto 2021”, un engendro legal que viola el artículo 187 constitucional en el numeral seis, pues la competencia en materia presupuestaria la tiene la Asamblea Nacional, y con relación al papel del presidente del Banco Central, su participación en este despropósito es violatorio del artículo 319 constitucional, pues el BCV, jamás ha rendido cuentas al parlamento, mas sostiene con este un pugilato estéril en el cálculo de la inflación, que  nos expulsa como sociedad hacia la miseria. Es tanta la osadía de esta hegemonía, que el  Ministro Menéndez manifestó que para el año 2021 el presupuesto sería especialmente abundante en las áreas de educación superior y tecnología, aunque hoy un profesor universitario, en la mayor de sus categorías devenga menos de 4,4 dólares al mes y nuestros campus universitarios son himnos a la desidia, el abandono y el asalto continuo del hampa.

Ni hablar de la salud, pues este sector no existe, los médicos y personal sanitario, amén de las terribles condiciones laborales, que incluyen salarios de miseria, son blanco de la inmisericorde pandemia, de infraestructuras derruidas y de la burla al ser comparados en sus capacidades de la gerencia médica con un sujeto como el señor Álvarez, alias el Potro, mal pelotero y peor cantante, ese es el desprecio que siente esta hegemonía contra la calificación académica. Ante tanta indignidad, en mi condición de docente universitario me permito aclararle a todos los ministros y al propio Nicolás Maduro, que su manera de gobernar me han convertido en un profesor pobre, pero jamás en un pobre profesor y siempre mi cátedra libre, autónoma e irredenta de la Universidad de Carabobo, será una libre barricada, contra su grosera manera de gobernar.

Somos ciudadanos pobres, pero jamás pobres ciudadanos y confiados estamos, que los tiempos de Dios son perfectos y la justicia es una constante en nuestra actuación que siempre nos permitirán resistir bajo el laurel, como lo escribiera el poeta Andrés Eloy Blanco, estos años sucios de la historia, los viviremos con la dignidad que no podrán jamás robarse, como bien lo han hecho con las arcas del erario público, pero estamos prestos para ver a la justicia y a la dignidad entrar triunfantes, en medio de la herrumbre. Mientras tanto bien nos conviene una dosis de verdad, una catarsis colectiva, un proceso educativo general desde la ciudadanía, sobre todo ahora que la educación yace secuestrada, en manos de las negaciones de Andrés Bello, Simón Rodríguez, Cecilio Acosta y el maestro de la Patria Luis Beltrán Pietro Figueroa.

Como corolario, el drama es inmenso, todos estamos afectados, diezmados de traiciones e imposturas, nos toca en estos terribles y brutales tiempos, reconocernos en el otro, desarrollar otredad y auxiliarnos en este naufragio colectivo, prometiendo jamás volver a los polvos que trajeron estos lodos, Venezuela nos duele a los exiliados y a los que nos quedamos en ella, el chavismo y en particular Maduro, resultaron ser un parte aguas, un hito en la concepción de dos países uno amigable, ameno y próspero y este escombro de violencia, nulidad e imposibilidad, la entelequia eterna del chavismo es que se vendió, como un modelo de homologación social, como el gran equilibrador de las fallas del mercado y embrido una terrible inequidad y desigualdad que apesta al empleo de una moneda externa, para hacer transacciones entre quienes pueden tener acceso a ella y quienes se mueren literalmente de hambre, de miseria y de necesidad.

Nunca como ahora fuimos tan desiguales, jamás habíamos tenido un gobierno incapaz de exhibir algo plausible, este nos hereda las torres inservibles de un ferrocarril, que jamás se culminó de construir, la herencia de vergüenza de haber perdido la Industria Petrolera, en esa materia volvimos al lugar ocupado hace cien años y como sociedad henos retrocedido más de ochenta años y para mayor de nuestros males estamos amenazados por una Pandemia global, en medio de un secuestro colectivo, solo nos corresponde no formar parte del horror, denunciarlo, oponernos y educar para jamás repetir el fraude del clientelismo chavista.

“Quiero más una libertad peligrosa que una servidumbre tranquila”

Mariano Moreno.

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