…) nadie puede salvarte sino tú mismo y mereces salvarte (…)
Escudriñando a través de la Locura en busca de la Palabra, la Frase, la Forma (Sifting Through the Madness for the Word, the Line, the Way), es una compilación que contiene entre muchos, el poema Nadie sino tú (Nobody but you). Nadie puede salvarte sino tú mismo, de manera categórica y conclusiva Charles Bukowski inicia su paradigmático poema. De la misma forma que Séneca expresara: No nos falta valor para emprender ciertas cosas porque son difíciles, sino que son difíciles porque nos falta valor para emprenderlas, Bukowski con su escritura controversialmente simple y excéntrica decide emprender una invitación clara y segura para hacernos cargo de nuestra existencia. Es así como se inicia el poema:
Nadie puede salvarte sino
tú mismo.
te verás una y otra vez
en situaciones
casi imposibles.
intentarán una y otra vez
por medio de subterfugios, engaños o
por la fuerza
que renuncies, te des por vencido y/o mueras lentamente
por dentro.
La Personalidad se refiere a un conjunto dinámico de características psíquicas de un individuo, a la organización interior que determina que las personas actúen de manera diferente ante una determinada circunstancia. Basándonos en este constructo psicológico, se puede apreciar como Bukowski, sin marañas y de manera sencilla ahonda en la importancia y resalta la necesidad urgente de que el hombre de su época comprenda/aprenda sobre el imperativo que le demanda su calidad de animal sentipensante. Al ser la Personalidad única e irrepetible en cada sujeto, mayor compleja puede resultar la manera, desde la perspectiva de un escritor que no trata problemas personales individualmente, de orientar acerca de cómo deberíamos comportarnos ante determinadas situaciones que se presentan como verdaderos enigmas. Como todo un maestro en el arte de la filantropía, Bukowski desentraña mediante versos simples y directos, la fórmula para un buen vivir, para elevar la calidad de vida y el crecimiento personal. Todo ello fundamentado en la autoaceptación y el autoconocimiento personal como requisitos claves para lograrlo. De esta forma continua el poema:
nadie puede salvarte sino
tú mismo
y será muy fácil desfallecer,
pero muy fácil,
pero no desfallezcas, no, no.
limítate a mirarlos.
escucharlos.
¿quieres ser así?
¿un ser sin cara, sin mente,
sin corazón?
¿quieres experimentar
la muerte antes de la muerte?
Ser auténticos y genuinos puede constituir un camino seguro en la búsqueda de la salvación que nos propone Bukowski. Si de legitimidad se trata entonces es necesario remitirse a Jorge Bucay cuando expresara: porque nunca trato de ser lo que no soy. Porque admito ser la parte y no el todo. Porque soy muchas cosas y una sola. Porque no soy más de lo que soy, pero tampoco menos. En total concordancia con el poema puesto que el símbolo del realismo sucio nos convoca en todo momento a no perder nuestra identidad, a salvar y sacar a flote lo que nos distingue del otro. Todo con el objetivo final de liberarnos. Al ser humano le pertenecen por antonomasia una serie de habilidades y capacidades, pero la mayor parte de las ocasiones no es suficiente el hecho de tener estas posesiones solo a nivel emocional, mental o espiritual. Lo que trata de resaltar el autor tiene que ver precisamente con que no seamos seres reactivos, por el contrario la invitación es la de lanzarnos a la acción y continuar en ella y mucho menos nunca esperar a que otro la inicie. Es cierto que merecemos salvarnos, pero si no se lucha no existiría un objeto de salvación y el imperativo para Bukowski es brindarle un sentido a la vida con tal de librarnos de la mediocre realidad de muertos vivientes que nos rodea.
nadie puede salvarte sino
tú mismo
y mereces salvarte.
no es una guerra fácil de ganar
pero si algo merece la pena ganar,
es esto.
piénsalo.
piensa en salvarte a ti mismo.
tu parte espiritual.
la parte de tus entrañas.
tu parte mágica y ebria.
sálvala.
no te unas a los muertos de espíritu.
Solo alguien que vivió libre a pesar de las ataduras que le imponía la sociedad y el momento histórico en que transcurrió su existencia, puede hablar con tanta seguridad y poder de convencimiento. Una personalidad que a lo largo de su vida demostró constantes tendencias a ser vulnerable a las frustraciones entre otras causas por tener un círculo estrecho de necesidades y por la incapacidad de establecer una jerarquía de las mismas, además por la inhabilidad de buscar alternativas ante dicho comportamiento. Una vida azarosa que se las ingenió para en poemas como Nadie sino tú, convencernos como dice el refranero popular: has lo que yo digo y no lo que yo hago. Su anarquía innata y el empecinamiento para ir contra la corriente lo llevaron a convertirse en un ser tan odiado como admirado pero más allá de esos sentimientos, fue su magnífica obra literaria la que lo distinguió. La fuerza de cada palabra solo se traduce en un compromiso implícito con el Hombre, con la vida. Nadie sino tú y sálvate son el sonido del clarín que nos convoca a librar la guerra que merecemos para salvarnos. Al igual que comienza, termina, sencillo, soez, directo y esperanzador:
mantente
con buen talante y garbo
y al cabo,
si fuera necesario,
apuesta tu vida en plena refriega,
al carajo las probabilidades, al carajo
el precio.
nadie puede salvarte sino
tú mismo.
¡Hazlo! ¡sálvate!
entonces sabrás exactamente de
qué hablo.
* La imagen que acompaña el artículo se titula: Melancholy (1891), del pintor noruego Edvard Munch
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