"Las mujeres cargan con el peso de la atención que se presta a que tengan un aspecto agradable. Desde su primera juventud, los hombres las halagan o son evaluadas sólo en términos de su apariencia externa.
Desgraciadamente, esto puede conducir a que una mujer se sienta adecuada sólo para dar placer a los
hombres, y sus verdaderos dones interiores se atrofian tristemente. Puede sentirse obligada a emplear mucho tiempo y esfuerzos en realzar su belleza exterior y deformar su ser natural para gustar a los demás.
Lamentablemente, mucha gente, tanto hombres como mujeres, ponen todo el énfasis en controlar el aspecto físico y la impresión que causan en los demás. Quienes buscan la sabiduría llegan a comprender que aunque el mundo nos otorgue recompensas por razones erróneas o superficiales, tales como el aspecto físico, la familia de la que procedemos, y así sucesivamente,
lo que realmente importa es quiénes somos en nuestro fuero interno y en quién nos estamos convirtiendo".
Enquiridión,
Epicteto.
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