Tener buen sexo es más sencillo de lo que crees y no tiene que ver con posturas complicadas o mucha resistencia

 Ni saltos del tigre ni posturas imposibles u orgasmos encadenados, porque tener un buen sexo es mucho más sencillo de lo que nos dicen

Nada está dicho en el tema de las relaciones sexuales. Nos bombardean por todos los lados con informaciones sobre cómo obtener más placer, alcanzar el orgasmo, conquistar la multiorgasmia, aguantar más y poner en práctica todo el repertorio ‘kamasútrico’ en una sola noche.

Es agotador, sí, pero aun así, lo deseamos. Porque nos hicieron creer que así sentiremos más placer. Pero este concepto podría ser falso, tal como publica El Mundo.

Hacer muchas cosas para intentar conseguir mejores resultados no hace más que dar rienda suelta al mayor enemigo de nuestro deseo: el estrés.

Valerie Tasso, sexóloga, afirma que “cuando la sexualidad se centra en buscar recetas y nos piden que les ayudemos a hacer determinadas posturas, etcétera, lo único que se está haciendo es generar una rutina para no caer en la rutina”.

Sabemos que la rutina mata el deseo y las relaciones. Está muy bien conocer ese aspecto de innovación y búsqueda de nuevas sensaciones en el sexo.

Además, ponerse retos motiva. Sin embargo, cuando no se practica desde el juego, sino desde la presión, la cosa cambia.

¿Cuál es la clave para para dar y recibir buen sexo?

¿Quién no desea que todo sea mucho más sencillo, incluso el sexo? Tener buen sexo es más simple de lo que crees y no tiene que ver con posturas y resistencia. No somos conscientes de que, a veces, menos, es más. En esta ocasión, se trata de sexualidad, pero podría aplicar a cualquier área de nuestra vida.

Creer que no podremos disfrutar sin los protocolos, siguiendo cada paso pautado, es mucho peor que practicar toda la vida el misionero, de manera exclusiva.

“De hecho, si tú haces el misionero y te da mucho placer, ¿para qué vas a cambiar?”, matiza Tasso. “Porque no es lo que hagas, sino desde dónde lo hagas”.

Conoce tus zonas erógenas

Las zonas o puntos erógenos son aquellas partes del cuerpo altamente sensibles -debido a la gran cantidad de terminaciones nerviosas que las componen- por lo que, al ser estimuladas, son capaces de provocar excitación sexual.

“Cada persona y cuerpo es único, por lo que es importante comprender que cada cual puede sentir excitación en diversas partes y de maneras distintas. Prácticamente, cualquier parte del cuerpo humano puede ser considerada un punto erógeno.

“Además de los genitales, los pechos, las orejas o el cuello, existen muchas otras zonas erógenas, como pueden ser los muslos, los pies, el cuero cabelludo, el paladar, orejas y un largo etcétera”.

“Cada persona disfruta de forma diferente de las más de 1.001 maneras de estimular nuestro cuerpo o tantas como uno mismo sea capaz de descubrir”, recalca.

Pero nos centramos en los grandes puntos de nuestro cuerpo, lo evidente, las modas y nos olvidamos de investigar cada milímetro de nuestra piel. 

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