POR RICK WARREN — AGOSTO 4, 2023
“Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza”. Daniel 9:3 (RVR1960)
¿Alguna vez has orado esto a la hora de acostarte? “Ahora, que me acuesto a dormir ruego al Señor que guarde mi alma. Si muero antes de despertar, le ruego al Señor que tome mi alma”.
¿O qué tal cuando vas a comer? “Bendice este alimento para la nutrición de nuestros cuerpos”.
La mayoría de las personas han hecho oraciones parecidas en algún momento. Pero, ¿qué quieren decir? ¿realmente lo sentimos?
Muy a menudo pasamos por los pasos de la oración, recitamos palabras de memoria y tachamos algo de nuestra lista antes de pasar a lo siguiente.
Dios no busca oraciones sin emoción ni autenticidad. No le importa si puedes pronunciar palabras inventadas por otra persona. A Dios no le importa lo hermosa que suene tu oración. De hecho, ni siquiera le importan tanto las palabras como las emociones detrás de ellas.
Cualquier cosa que le pidas a Dios en oración, ya sea una necesidad física, material, espiritual o emocional, expresa tu deseo con emoción. Eso es lo que agrada a Dios.
Cuando Daniel necesitó la sabiduría de Dios para dirigir a los israelitas, “Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza” Daniel 9:3 (RVR1960). Rogar significa pedir con emoción. Es más que una solicitud de rutina. Es una búsqueda seria, con todo el corazón y una súplica ferviente. Dios escucha nuestras súplicas.
La oración de Daniel, no es una oración cobarde, es una oración valiente. ¿Cuándo fue la última vez que oraste así?
Puedo decirte, sin siquiera conocerte personalmente, que la última vez que oraste así fue cuando sentiste un profundo dolor. No derramas tu corazón ante Dios de esa manera cuando las cosas van bien. Derramas tu corazón a Dios y le suplicas cuando estás sufriendo.
Pero eso no significa que no puedas llenar todas tus oraciones con emoción. Al mirar a tu alrededor para ver lo que está sucediendo en nuestro mundo, tu corazón se romperá por las cosas que rompen el corazón de Dios. Es un Dios emocional y responde a tus emociones con amor.
Derrama tu corazón ante Dios hoy. Te acercará más a Él y profundizará tu fe a medida que veas cómo responde a tus oraciones.
Reflexiona sobre esto:
- ¿Cuándo fue la última vez que realmente desnudaste tu alma ante Dios? ¿Por qué estabas orando?
- Si las cosas van bien en tu vida, ¿qué quiere Dios que le supliques?
- ¿Cómo puedes pedirle a Dios que te ayude a hacer que tus oraciones sean más emocionales si no te consideras una persona emocional?
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