POR Mari Montes
El domingo 27 de agosto, Miguel Cabrera dejó atrás a Gary Sheffield en la lista histórica de jonroneros en las Grandes Ligas.
Minutos después de finalizado el juego que los Astros de Houston le ganaron a los Tigres de Detroit, Dusty Baker conversó con los reporteros sobre el último juego de Miguel Cabrera contra el equipo que dirige y el duelo entre él y Justin Verlander. El manager de 75 años de edad, séptimo con más victorias en las Mayores, el hombre que estaba en el círculo de espera cuando Hank Aaron dio el jonrón 715, dijo que el turno de Cabrera le recordó a otros duelos que presenció entre leyendas, como Willie Mays ante Bob Gibson o Barry Bonds ante Pedro Martínez.
Al enterarse de que el cuadrangular 510 del venezolano superaba a Sheffield, dijo que le gustaría verlo en el Salón de la Fama de Cooperstown.
Gary Sheffield no ha obtenido la votación necesaria. En su novena aparición en la boleta para ingresar a Cooperstown, 214 miembros de la Asociación Americana de Escritores de Béisbol votaron por él, eso fue el 55% de los votos posibles, y se necesita el 75% para convertirse en inmortal.
Haber sido señalado en el informe de 409 páginas presentado por el senador George Mitchell es una sombra que opaca los logros de Sheffield. El “Informe Mitchell” fue resultado de una investigación que se extendió por 20 meses sobre el uso de esteroides, hormonas para el crecimiento humano (HGH, por sus siglas en inglés) y otras sustancias para mejorar el rendimiento (PEDs), por parte de 85 peloteros.
Los jugadores, insisto en decirlo siempre, son seres humanos, con todo lo que eso significa. Aun cuando les vemos hacer cosas asombrosas que el común de nosotros no es capaz de hacer, son personas con virtudes y defectos, con buenos y malos momentos, con aciertos y errores y, como el resto de los mortales, deben cargar con las consecuencias de sus acciones.
En el artículo biográfico de Ralph Caola para la Sociedad Americana de Investigación de Béisbol (SABR) dice: “la personalidad de Sheffield era tan explosiva como su bate, y llevaba un gran resentimiento. Sintió que lo trataban injustamente porque era un hombre negro, reaccionaba emocionalmente ante los desaires percibidos y no dudaba en desahogarse con los medios. Sus arrebatos a menudo menospreciaban a la gerencia y, a veces, a sus compañeros de equipo, creando distracciones y desunión que lo llevaron a trabajar en ocho equipos diferentes. Los escritores lo describieron como autodestructivo, temperamental, voluble, egoísta, petulante y engañoso. Los problemas parecieron seguirlo. Podría decirse que era lo suficientemente bueno como para llegar al Salón Nacional de la Fama del Béisbol, pero dañó sus posibilidades al usar drogas que mejoran el rendimiento”.
Más allá de lo que todos conocemos a propósito de lo que contiene aquel informe del senado que se hizo público en 2007, busqué otra opinión sobre Gary Sheffield, un pelotero a quien vi brillar durante 22 temporadas. Contacté a uno de sus ex compañeros, el catcher venezolano Eduardo Pérez, quien se refirió a él con admiración y respeto. Fue tajante para iniciar la breve conversación: “¡Debe estar en el Salón de la Fama!”.
El careta valora más lo que vio, que los señalamientos.
—Gary debería estar en el Salón de la Fama porque fue uno de los bateadores más peligrosos en las Grandes Ligas por muchas temporadas. De los mejores de su época. Además jugaba muy buena defensa donde lo colocaran.
¿Cómo era en el equipo?
—Le gustaba ganar. Era un competidor. Jugamos juntos solo un año, pero puedo decirte que fue un buen compañero y una tremenda persona.
Su disciplina para trabajar y estar listo siempre fue de las características que mas destacaban según Eddie Pérez.
—Lo que más me gustaba era la preparación antes de cada juego. Era un profesional.
La niñez de Sheffield fue muy difícil. Los problemas sufridos en sus primeros años de vida lo marcaron, vivió situaciones que lo hicieron ese hombre áspero que muchos recuerdan, que tuvo varios problemas y altercados, que se quejó porque se sintió discriminado por su color de piel.
Su nombre completo es Gary Antonian Sheffield, nació el 18 de noviembre de 1968 y creció en la sección Belmont Heights de Tampa, Florida.
Según documenta el artículo de Caola para SABR: “Su padre biológico se llamaba Marvin Johnson. Su padrastro y su madre fueron Harold y Betty Jones. El apellido de Sheffield proviene de Lind Sheffield, el hombre con el que Betty planeaba casarse después de haber sido abandonada por Johnson. Sin embargo, antes de que se pudiera celebrar la boda, Sheffield fue asesinada a tiros al intentar robar un club nocturno. El hermano pequeño de Betty era el ex estelar lanzador de los Mets de Nueva York, Dwight Gooden. Gary y su tío Dwight crecieron juntos y Gooden, cuatro años mayor, siempre tuvo la ventaja física. Expuesto a la ardiente bola rápida de Gooden, Sheffield se desarrolló rápidamente como bateador. Su competencia, dijo Sheffield: «encendió un fuego en mí que nunca se apagaría».
Fue un niño y más tarde un joven agresivo, podría decirse, como en otras historias, que el béisbol salvó a Sheffield del destino que tuvieron amigos y compañeros del vecindario. Sin embargo, su carácter violento hizo que fuera expulsado del equipo de Pequeñas Ligas de Belmont por perseguir con un bate al manager, quien lo envió a la banca por faltar a una práctica.
Detalla el artículo que “Sheffield se describió a sí mismo como un producto de su entorno. Fue duro y él también. En octavo grado, hizo que un compañero de escuela le pagara todos los días, de lo contrario le daría una paliza. ‘No había ninguna razón para hacerlo, simplemente lo hice porque sentí que podía’”.
Su sueño era ser elegido en el DRAFT por los Bravos, era fanático de Hank Aaron. Sin embargo, fueron los Cerveceros quienes lo seleccionaron. Fue la sexta selección general. El vicepresidente de los Cerveceros, Al Goldis, calificó a Sheffield como “el mejor bateador que jamás haya visto”.
A los 17 años ya tenía un compromiso que lo obligaba a trabajar para coronar el sueño de llegar a las Grandes Ligas: dos hijos.
Su debut ocurrió el 3 de septiembre de 1988 y su último juego fue el 30 de septiembre de 2009.
Estando en los Marlins, el 5 de diciembre de 1993, alrededor de las 3 de la madrugada, Sheffield fue arrestado por conducir a 110 millas por hora bajo los efectos del alcohol. Se disculpó con el manager de los Marlins, René Lochemann, Dave Dombrowski, entonces decidió buscar ayuda y comenzó a asesorarse con el psicólogo del equipo.
Como lo describió Eddie Pérez, fue uno de los mejores toleteros de su tiempo. Sus números describen a un jugador de poder, a un bateador temible.
En 1992 ganó el título de bateo, jugando para los Padres. Se convirtió en el único campeón bate de San Diego que no se llamaba Tony Gwynn. En esa temporada ganó el primero de cinco Bates de Plata, cuatro como jardinero en la Liga Nacional y en la Liga Americana, además uno como custodio de la esquina caliente, lo que convirtió a Sheffield en el primer Padre que ganó un Bate de Plata en la tercera base.
Revisando sus estadísticas en Baseball Reference, encontramos que Gary Sheffield tuvo 2.689 visitas al plato (la posición 70 de todos los tiempos).
Conectó 2.689 hits; 1.003 extrabases; 509 jonrones; 1.676 carreras impulsadas; 1.475 bases por bolas; 1.636 carreras anotadas; .292 de promedio al bate .393 de OBP y .514 de Slugging; 60.1 de WAR, 9 invitaciones al Juego de Estrellas; 5 premios Bate de Plata; ganador de un anillo de Serie Mundial y por varias temporadas entre los más votados para el Premio al Jugador Más Valioso, en 2004 quedó en el segundo puesto y otras dos veces en el tercer lugar.
Cuando fue cambiado de Atlanta para los Yankees, tuvo dos años impresionantes antes de que un desgarre de ligamento y un tendón dislocado en su muñeca lo frenaran en junio de 2006. Jugaría dos años más para los Tigres antes de alcanzar el jonrón número 500, cuando vestía el uniforme de los Mets.
Coinidió con Miguel Cabrera en los Tigres en la temporada de 2008.
En una entrevista que dio en enero pasado a Tom D’Angelo, del Palm Beach Post, declaró que creía que debería ser elegido para Cooperstown: “Crecí en una era en la que decían que existen puntos de referencia, una vez que alcanzas los puntos de referencia (como 500 jonrones) eso suficiente. Es bueno tener todos los hechos claros y entenderlos, así verás que muchas de las cosas que se dicen (sobre el presunto uso de esteroides), no son ciertas. Siempre hay esperanza».
Fuera de la boleta, señalados por uso de sustancias para mejorar el desempeño, quedaron nombres como los de Barry Bonds, Mark McGwire, Rafael Palmeiro o Sammy Sosa.
Si no es elegido por la vía de los escritores, es posible que el Comité de Veteranos lo eleve a aquellos altares, dependerá, incluso para su última aparición en la boleta de los escritores, que se le dé más valor a todo lo que hizo en el terreno.
Cierro con esta cita que trae Baseball Almanac en el artículo dedicado a Sheffeld: “¿’Puedes ser rechazado y despreciado’, me dijo mi abuelo. ‘Puedes ser abusado y confundido, pero si tienes poder interior, lo tienes todo. El poder interior es lo que te ayuda a salir adelante’. Pensé que el abuelo estaba hablando de hacer estallar la pelota cuando la lanzaran cerca mi cuerpo. Resultó que esto era sólo una parte, el poder interior fue la gran lección para mí. El hecho es que es la historia de mi vida: como lo aprendí, lo perdí y finalmente encontré de nuevo; como el poder interior cambió todo en mí. No te preocupes, no te voy a sermonear o dar una conferencia, solo te voy a contar una historia sobre cómo un niño se convirtió en un hombre”.
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