Cuando la vida parezca imposible, decida seguir adelante, trabajar duro y confiar en Dios para obtener un buen resultado.
La agricultura requiere trabajo duro, desde el arado hasta la siembra y la cosecha. Pero cuando el agricultor mira un campo sin arar, el trabajo comienza en su imaginación mucho antes de que se plante la primera semilla. El agricultor debe esperar un buen final, una cosecha abundante, y esa esperanza alimenta su duro trabajo cuando el final no está a la vista.
Los judíos que regresaron a Jerusalén tras casi 70 años de exilio enfrentaron un dilema comparable. Encontraron ruinas donde una vez estuvo su hermoso templo, y reconstruirlo parecía imposible. El pueblo necesitaba esperanza para renovar su imaginación ante el duro trabajo que tenían por delante.
“Yo estoy con vosotros”, les dijo Dios, dándoles la esperanza de su presencia y su poder. Él “despertó el espíritu” de los líderes de Israel, Zorobabel y Josué, y también hizo lo mismo con el pueblo (Hag 1.13-15). Luego dijo que las cosas cambiarían “dentro de poco”. Para que pudieran ver la gloria que les esperaba, Dios les dijo que tuvieran valor y trabajaran. Luego prometió: “La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera... y daré paz en este lugar” (Hag 2.4-9).
Cuando nuestras esperanzas en cuanto al futuro se debiliten, podemos recordar que el plan de Dios de hacer que la “gloria postrera” será mayor también se aplica a nosotros. Él redime todas las cosas, incluso aquellas que parecen irredimibles.
Biblia en un año: Oseas 10-14
No hay comentarios:
Publicar un comentario