Nuestro amoroso, fiel y poderoso Dios, nunca nos abandonará, y por eso no necesitamos sucumbir al miedo.
A lo largo de la Biblia, los mensajeros y los profetas de Dios le dicen a su pueblo que resista al miedo. Frases como “¡No tengas miedo!” y “¡No te angusties ni te preocupes!” abundan. Esto es suficiente para hacernos pensar que tal vez el mundo es el lugar seguro y cómodo que siempre soñamos que podría ser. Con todos estos mandamientos de no tener miedo, a menudo respaldados con la promesa de que Dios está con nosotros, podríamos comenzar a sentirnos invencibles.
Pero una mirada más atenta nos cuenta una historia diferente. ¿A quién dijo Dios estas palabras?
A Agar, la esclava maltratada, sola y a punto de perecer con su hijo en el desierto. Su vida estaba en ruinas. Pero Dios la vio.
A los esclavos hebreos, maltratados por generaciones, que enfrentan la realidad aterradora de pasar su vida en el desierto.
A los exiliados que vieron sus ciudades destruidas, solo para ser llevados a la tierra natal de su conquistador. Dios prometió el regreso, pero no antes de transcurrir 70 años, toda una vida.
Ninguna de estas personas estaba a salvo; sin embargo, Dios les dijo: “No temas”. Y Él nos dice lo mismo hoy. Aunque es posible que el sufrimiento no desaparezca, el amor y la presencia fiel de Dios nunca se apartarán de nuestro lado.
Biblia en un año: ÉXODO 13-15
Parque Nacional de Glaciares, Kalispell, Montana. Fotografía por Charles F. Stanley.
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