POR RICK WARREN — ENERO 16, 2024
“Si alguien se mantiene limpio, llegará a ser un vaso noble, santificado, útil para el Señor y preparado para toda obra buena”. 2 Timoteo 2:21 (NVI)
Si quieres ser usado por Dios, no tienes que ser una persona perfecta, pero sí necesitas purificar tu corazón.
La Biblia dice en 2 Timoteo 2:21: “Si alguien se mantiene limpio, llegará a ser un vaso noble, santificado, útil para el Señor y preparado para toda obra buena” (NVI).
Dios usa todo tipo de personas. Utiliza gente tímida y gente extrovertida. Utiliza personas de diferentes razas, edades, etapas de la vida y antecedentes. Utiliza hombres y mujeres. Dios usará vasos sencillos, y usará vasos adornados. Usará vasijas grandes y vasijas pequeñas.
Pero hay una cosa que Dios no usará: Él no usará una vasija sucia. Tienes que estar limpio por dentro. Pero aquí están las buenas noticias: no importa quién seas o lo que hayas hecho, puedes quedar limpio.
¿Cómo haces eso? ¿Cómo te vuelves puro? Lo haces a través de una simple palabra: confesión. Agustín, un líder cristiano que vivió unos cientos de años después de Jesús, dijo: “La confesión de las malas obras es el comienzo de las buenas obras”. La Biblia dice en 1 Juan 1:9: “Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad” (NVI).
La palabra “confesar” en griego es la palabra homologeo. Homo significa “mismo”, y logeo significa “hablar”. Así que homologeo literalmente significa “hablar lo mismo” que Dios habla acerca de mi pecado. Significa que estás de acuerdo con Él: “Dios, tienes razón. No fue un error. fue un pecado, yo estaba mal.” No significa que vas a negociar con Dios (“Nunca lo volveré a hacer”). No significa que sobornes a Dios (“Prometo leer mi Biblia todos los días si me perdonas”).
Simplemente admites tu pecado.
Eso puede parecerte demasiado simple. Quizás digas: “Todo lo que tengo que hacer es admitirlo, ¿y Dios me perdonará?”. ¡Sí! Se llama gracia.
Esto es lo que puedes hacer si realmente quieres ser usado por Dios: Tómate un tiempo esta semana para sentarte con un cuaderno o un diario y preguntarle a Dios: “¿Qué está mal en mi vida? Muéstrame. Voy a escribirlo y lo voy a admitir. Te lo voy a confesar. Luego, cuando Dios te dé un pensamiento, escríbelo.
La primera vez que hice esto, ¡pensé que iba a escribir un libro! Y lo he hecho muchas veces desde entonces. Haz una lista y luego escribe 1 Juan 1:9 sobre la lista y di: “Dios, reconozco estos pecados ante ti. Estos están mal. No los quiero en mi vida”. Pídele a Dios que limpie tu vida. ¡Dios te perdonará!
Este es el punto de partida para ser usado por Dios. Debes purificar tu corazón.
Reflexiona sobre esto:
- ¿Cuál es la diferencia entre un error y un pecado?
- ¿Cuál es la diferencia entre perfección y pureza?
- ¿Qué puedes cambiar en tu horario para hacer un tiempo regular para escribir tu confesión? ¿Qué hábitos saludables te ayudarán a establecerlo?
No hay condenación para los que son de Cristo Jesús
La Biblia dice en Juan 3:18: “El que cree en él (Jesús) no es condenado” (NVI). Romanos 8:1 lo dice así: “No hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús” (NVI).
Si estás listo para aceptar esa promesa, deja de temer el juicio de Dios y entrega tu vida a Jesús, entonces haz esta oración:
“Querido Jesús, me has prometido que, si creo en ti, todo lo que he hecho mal será perdonado y aprenderé el propósito de mi vida. En lugar de juzgarme, un día me aceptarás en tu hogar eterno en el cielo.
Confieso mi pecado, y creo que tú eres Dios, mi Salvador. Te recibo en mi vida como mi Señor. Gracias porque no tengo que ganarme la salvación, merecerla o trabajar por ella. Es tu regalo de gracia.
Hoy te entrego cada parte de mi vida. Quiero usar el resto de mi vida para servirte en lugar de servirme a mí mismo. Humildemente te entrego mi vida y te pido que me salves y me aceptes en tu familia. En el nombre de Jesús oro. Amén”.
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