Kauai, Hawái. Fotografía por Charles F. Stanley |
Una relación cercana y personal con Dios nos da las fuerzas necesarias para soportar cualquier cosa que nos depare la vida.
Hace unos años, después de un huracán, un fotógrafo captó una interesante imagen de un árbol. Se mantenía erguido sobre el suelo en lo que parecían ser zancos. Pero al examinarlo más de cerca, era fácil ver que esos “zancos” eran en realidad su sistema de raíces expuesto. El árbol había crecido, y esa fortaleza se mantuvo firme, incluso cuando las olas azotadas por la tormenta arrastraban la arena y el suelo alrededor de su tronco. El árbol sobrevivió gracias al paciente trabajo que había realizado creando su base.
Nosotros también podemos ser fuertes como este árbol, capaces de soportar las numerosas dificultades de la vida. Al fijar nuestros ojos en el Señor Jesucristo y meditar en su Palabra, las raíces de nuestra fe crecen y se extienden. Cuando nos sumergimos en la Palabra de Dios, aunque los vientos soplen y las arenas se desplacen debajo de nosotros, podemos enfocarnos en el carácter del Señor en vez de hacerlo en nuestras preocupaciones. Entonces podemos experimentar su gran amor y misericordia en medio de nuestros temores (Lc 8.22-25).
Cuando sabemos que el Señor está con nosotros, podemos soportar cualquier cosa. Así que, dedique hoy unos momentos a la oración, pidiendo a Dios que le ayude a crecer como ese árbol, erguido y fuerte, sobre sus raíces, pase lo que pase.
Biblia en un año: JOB 17-21
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