lunes, 23 de septiembre de 2024

Caruso en México y en Cuba

A las seis de la mañana del 22 de septiembre de 1919, el Tren del Norte arribó a la estación de Buenavista. Entre los distinguidos pasajeros que el ferrocarril traía desde Laredo venía un hombre de 46 años del que muchos en México habían oído hablar, pero sólo pocos conocían. En Nueva York o en Buenos Aires, en Nápoles o en Berlín, la gente lo veía en la calle, lo señalaba y lo llamaba por su nombre. "Ése es Caruso", decían. Él lo disfrutaba, pues se debía al público, al que se había ganado a lo largo de 25 años de carrera haciendo gala de una voz que para algunos era "un diamante de agua purísima". Si Dios cantara, debería hacerlo como Caruso, punto.

El Rey de los Tenores, el Napolitano Enrico Caruso, llegaba por primera y única vez a México. Acompañado de la soprano mexicana Adda Navarrete, del bajo David Silva, y de Genaro Papi, concertador en el Met, Caruso abordó un auto y se dirigió a la residencia Mariscal de Limantour, en las calles de Bucareli donde se hospedó. El 22 de septiembre, el diario EL UNIVERSAL afirmaba que los $ 20.00 que costaría el lugar en luneta para ver a Caruso en el Teatro Iris (hoy Teatro de la Ciudad Esperanza Iris), y los $ 6.00 que costaría verlo en la ahora desaparecida plaza El Toreo (en la colonia Condesa, donde hoy se ubica El Palacio de Hierro), eran excesivos si el tenor Italiano no se hacía acompañar por cantantes de su talla en las diversas óperas que iba a cantar en México; pero Caruso venía "sin compañía conocida, sin decorado ni vestuario nuevos y lo que es peor, sin repertorio". (1)

En esa visita, se cuenta que Enrico Caruso, escuchó a Adolfo De la Huerta mientras ensayaba una melodía de ópera, se asegura que el Napolitano exclamó: "Esa voz extraordinaria es la de un gran tenor que pudiera llegar a ser mi sucesor". lo cierto es que Caruso encabezó una temporada de ópera que hizo historia, invitado por Carranza a sugerencia del señor De la Huerta. Aunque no se conservan evidencias de que los cantantes se reunieran, sí existe un retrato dedicado por Caruso llamándolo "eximio tenor".

Y de aquí, a Cuba.
Caruso realizó varias presentaciones por la enorme suma de 10 mil dólares en la ciudad de la Habana a principios de 1920. Una de las noches, mientras interpretaba Aída, explotó una bomba en el Teatro y Caruso - que según cuenta el escritor Alejo Carpentier - era muy miedoso, salió por la puerta del fondo y empezó a correr por la calle todavía con el vestuario de la obra. Cuando llega dos cuadras más arriba, un policía lo detuvo violentamente y le señaló: ¿Qué es esto? Aquí no estamos en carnavales para andar disfrazados por las calles.

Entonces Caruso - que no hablaba español - le contesta: "Io non sono in carnavalle, io sono un grande tenore…vestido de Radamés, io sono il tenore Caruso". El policía que no entendía Italiano sin mediar más palabras lo detuvo por andar vestido de mujer. Finalmente, Caruso tuvo que ser sacado de la estación de policía por el embajador de Italia en Cuba. (2).

Texto del diario El Universal (1).
Texto y Crédito: Selecta. (2).

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