"Mi madre me enseñó que si iba a hacer algo en la vida, debía hacerlo con el corazón… y yo boxeé con el corazón."
-Alexis Argüello
Alexis Argüello no solo fue un campeón mundial en tres divisiones distintas. Fue también uno de los pocos boxeadores que pudo combinar elegancia con brutalidad, clase con poder. Pero su historia es mucho más que títulos. Es una vida marcada por la lucha… dentro y fuera del ring.
Nació en la pobreza extrema en Managua, Nicaragua. A los 9 años ya trabajaba para ayudar a su familia. A los 13 se escapó de su casa y vivió en la calle. El boxeo no fue una opción: fue una tabla de salvación.
Peleaba con un estilo técnico, pero sus manos tenían dinamita. Sus rivales lo respetaban… y le temían. Se coronó campeón mundial pluma, superpluma y ligero. Peleó contra grandes como Rubén Olivares, Ray Mancini, Bobby Chacón y otros íconos de la época. Siempre con respeto, siempre con clase.
Pero su guerra más grande no fue con los guantes… fue con la política y con su propia oscuridad interna.
Después de retirarse, se metió en la política de su país. Primero apoyó a los sandinistas, luego los denunció. Fue alcalde de Managua y luchó contra la corrupción. Pero en 2009, en medio de amenazas, presión política y una profunda depresión… apareció muerto con un disparo en el pecho. La versión oficial fue suicidio. Muchos, hasta hoy, dudan.
"Prefiero morir de pie que vivir arrodillado."
— Alexis Argüello
Hasta el día de hoy, es considerado uno de los más grandes boxeadores latinoamericanos de la historia. Su legado va más allá de sus 82 victorias. Fue símbolo de orgullo para un país golpeado, y un ejemplo de dignidad para el mundo del boxeo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario