"Primero quise ser sacerdote. Después quise ser futbolista. Pero mi destino estaba en los puños."
—Rafael Herrera
Nació en Huáscato, Jalisco, en 1945. En su adolescencia pensó en ser seminarista. Más tarde soñó con ser futbolista, como su hermano Jesús, que llegó a jugar en la primera división. Pero cuando la vida lo cruzó con el mánager Jesús "Chucho Cuate" Pérez —el mismo que descubrió a Ricardo "Pajarito" Moreno—, supo que el boxeo sería su camino.
Debutó en 1963 en la Arena Coliseo de la Ciudad de México y comenzó a forjar una carrera sólida. Nadie imaginaba que casi diez años después protagonizaría una de las noches más memorables del boxeo mexicano.
El 19 de marzo de 1972, en el Toreo de Cuatro Caminos, noqueó en ocho asaltos a Rubén "Púas" Olivares, adueñándose de los títulos gallo de la AMB y el CMB. Le ganó al ídolo del pueblo, al hombre que parecía invencible, y se consagró campeón mundial.
Un año después, el 14 de abril de 1973 en Monterrey, volvió a brillar: noqueó en el round 12 a Rodolfo Martínez y recuperó la corona del CMB.
Rafael Herrera fue campeón mundial, pero también un símbolo de cómo los sueños pueden cambiar de rumbo. No se vistió de sotana, ni jugó en los estadios de fútbol, pero escribió su nombre entre los grandes del boxeo mexicano.
Del seminario y el balón… al ring y la gloria. 🥊🇲🇽
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