sábado, 11 de octubre de 2025

Cómo mantener los riñones "jóvenes" el mayor tiempo posible: las 8 reglas de oro para mantenerlos sanos


Trabajan sin descanso y no muestran signos de agotamiento hasta que están al límite, pero con el paso del tiempo su "reserva" se reduce. La detección precoz, con unos análisis sencillos y poco costosos, cobra importancia

Trabajan horas extra sin quejarse jamás; funcionan incluso el doble de lo necesario sin hacerlo notar. No se trata de empleados ideales, sino de nuestros riñones: pequeños soldados incansables que silenciosamente cumplen su deber, asumiendo muchas más funciones esenciales para nuestra salud de las que imaginamos, sin mostrar señales de fallo hasta que ya están exhaustos.
Esa "resistencia" es su fuerza, pero también su debilidad: los riñones compensan los problemas tanto como pueden, y no por casualidad son dos, justamente porque uno puede suplir el trabajo del otro en caso de fallo.
Sin embargo, cuando existen problemas no dan síntomas, salvo cuando la enfermedad renal ya está en estado avanzado y se puede haber perdido hasta el 80 % de la funcionalidad de estos órganos gemelos.

No sorprenden, entonces, los datos más recientes sobre la insuficiencia renal: el Global Burden of Disease Study estima que afecta, en mayor o menor grado, hasta al 10 % de la población adulta mundial. Sólo en Italia, alrededor de cinco millones de personas, la mayoría de las cuales desconoce que tiene una función renal comprometida. ¿La paradoja? Hoy se podría hacer mucho si la enfermedad renal crónica se reconociera en sus etapas iniciales: la diálisis —a la que se llega cuando los riñones conservan apenas un 15 % de su capacidad— podría volverse una excepción.
El camino para lograrlo pasa por la prevención, cuidando la salud de los riñones para evitar que "fallen", pero también por un diagnóstico precoz que permita aplicar terapias que salven su función.

CUESTIÓN DE EDAD

La receta para mantener los riñones en funcionamiento el mayor tiempo posible no difiere mucho de la que deberíamos seguir para cuidar nuestra salud general: no fumar, no abusar del alcohol, hacer ejercicio regularmente y seguir una dieta equilibrada, no demasiado rica en sal ni azúcares, son las reglas básicas. Así también se mantienen a raya el sobrepeso, la obesidad, la diabetes y la hipertensión, que son las peores amenazas para la función renal.

Hace falta un poco más de atención a medida que pasan los años, porque con el envejecimiento es inevitable una disminución progresiva de la función renal. Como explica Luca De Nicola, presidente de la Società Italiana di Nefrologia (SIN):

"En las personas mayores, la llamada reserva renal se reduce: en la práctica, la función parece normal en los análisis, pero hay menos nefronas (las unidades de filtración del riñón) que trabajan más para compensar la pérdida de otras. Por eso, la capacidad de adaptarse y responder a estímulos externos disminuye. Un ejemplo clásico es la insuficiencia renal aguda en los ancianos durante el verano o después de una gripe: al sudar mucho por el calor o la fiebre, unos riñones ya envejecidos retienen peor el agua y la sal, se pierden muchos líquidos y la presión baja. Resultado: los riñones no reciben suficiente sangre y, si ya están al límite, se termina en urgencias con una insuficiencia orgánica. Por eso es recomendable que los mayores consuman un poco más de sal en verano o cuando tienen fiebre, y que eviten el abuso de antiinflamatorios no esteroideos, ya que pueden dañar unos riñones no del todo sanos".

SÍNTOMAS POCO ESPECÍFICOS

La disminución "natural" de la función renal con la edad hace más difícil detectar la hiperfiltración, la antesala de la nefropatía grave en personas con diabetes: el exceso de azúcar en sangre daña los riñones, que dejan de retener las proteínas correctamente. Para compensarlo, trabajan en "superproducción" y entran en hiperfiltración. Pero el sistema no resiste mucho: la tasa de filtración cae y a menudo el resultado es la necesidad de diálisis.
Reconocer la hiperfiltración en riñones envejecidos es fundamental, pero complicado. Por ello, investigadores de la Universidad de Osaka (Japón) han desarrollado un algoritmo que ajusta los valores teniendo en cuenta la edad.
Sin embargo, antes de interpretarlos correctamente, los exámenes deben hacerse.

"Solo entre el 10 % y el 20 % de las personas con enfermedad renal crónica sabe que la tiene, también porque síntomas como el cansancio matutino o una presión ligeramente alta son poco específicos. Los riñones solo muestran signos de déficit cuando ya están muy comprometidos y han perdido al menos la mitad de su funcionalidad", dice De Nicola.

LOS EXÁMENES

Las pruebas para saber si los riñones están sanos antes de que sea tarde son, en realidad, muy simples.
Se necesita ante todo un análisis de orina para medir la albuminuria, es decir, la cantidad de albúmina (una proteína). Si el "filtro renal" ya no funciona bien, sus poros se "agrandan" y en la orina aparecen sustancias que normalmente se retienen, como las proteínas.
A esto se añade un análisis de sangre para medir la creatinina: la creatinina es un residuo del trabajo muscular que debe filtrarse y eliminarse con la orina; su nivel en sangre y orina indica directamente la capacidad de filtración del riñón.
También la presencia de anemia puede ser indicativa de una función renal reducida.

EL CRIBADO O TAMIZAJE

Son exámenes fáciles y de bajo costo que cualquier laboratorio puede realizar de rutina. Italia está impulsando una propuesta de ley para un cribado nacional de la enfermedad renal crónica a través de los médicos de familia.

"Esperamos que se apruebe antes de fin de año, para ser el primer país del mundo con una ley de este tipo", dice De Nicola.
"Se trataría de que los médicos de familia evalúen la albuminuria, la creatinina y los niveles de hemoglobina en pacientes de entre 55 y 75 años con al menos un factor de riesgo —diabetes, cardiopatías, obesidad o hipertensión—. Así se podrían detectar casos de enfermedad renal crónica, derivándolos a tiempo al nefrólogo y resolviendo la actual paradoja: la insuficiencia renal es una de las principales enfermedades crónico-degenerativas del mundo, su mortalidad supera ya a la de la diabetes y algunos tipos de cáncer, pero es fácil de diagnosticar y relativamente sencilla de tratar si se detecta a tiempo."

HOY EXISTEN MUCHAS OPCIONES TERAPÉUTICAS.

"En algunos sitios ya no se necesita un plan terapéutico para recetar las gliflozinas, que han demostrado reducir la albuminuria y, por tanto, la progresión de la enfermedad. En pacientes que no responden a ellas se pueden usar otros fármacos, como los inhibidores del sistema renina-angiotensina o el antagonista de los receptores mineralocorticoides no esteroideo finerenona. En todo caso, cuanto antes se inicie el tratamiento, más eficaz será".

FACTORES DE RIESGO

Cada riñón tiene alrededor de un millón de nefronas, pequeños órganos filtradores del plasma. Como subraya Emanuele Montanari, director de la Unidad de Urología de la Fondazione IRCCS Ca' Granda Ospedale Maggiore Policlinico di Milano, "No trabajan todas al mismo tiempo, sino por turnos. Cuando se dañan, las restantes trabajan más, pero peor."

¿QUÉ PUEDE HACER PERDER NEFRONAS?

"Enfermedades que dañan los vasos sanguíneos como la diabetes o la hipertensión, infecciones urinarias o patologías urológicas", responde Montanari.
"El filtrado renal se excreta por vías urinarias de baja presión: todo lo que cause obstrucción o aumente la presión en esas vías, por ejemplo en la vejiga, puede comprometer la función renal. Conviene recordarlo, porque muchas afecciones urológicas fáciles de tratar —como los cálculos olvidados porque no provocan cólicos—, si se descuidan, pueden hacer perder la funcionalidad de un riñón".

Por eso también el urólogo puede intervenir en problemas renales:

"El nefrólogo es el médico del aparato urinario, mientras que el urólogo es el cirujano que actúa en caso de tumores u otras obstrucciones mecánicas", explica De Nicola.
"Incluso en los casos de cáncer renal, hoy se intenta ser lo más conservador posible, utilizando cirugía robótica y mapas tridimensionales precisos del tumor y los tejidos cercanos, con el objetivo de ser más exactos y rápidos, minimizando la pérdida de tejido y por tanto de función", añade Montanari.
"Cuanto más se preserve la función renal normal, mayor será la esperanza y la calidad de vida. Por eso, la ecografía —recomendada incluso desde la infancia en personas con antecedentes familiares de enfermedades renales— puede ser muy útil: detectar un tumor renal cuando es pequeño permite tratarlo sin comprometer la función de estos órganos."

Cuando la insuficiencia renal es grave, se recurre a la diálisis. "Significa estar conectado a una máquina durante 4 horas, 3 veces por semana, con un costo de hasta 50 000 € al año por paciente", precisa De Nicola.
"Deberíamos promover cada vez más la diálisis domiciliaria, la peritoneal, porque estos pacientes son frágiles y de alto riesgo: la enfermedad renal crónica acelera la aterosclerosis y aumenta la probabilidad de infartos e ictus. Hoy la diálisis en casa es segura y eficaz, permite a los pacientes permanecer en su hogar con mayor seguridad y supone un ahorro considerable para el sistema sanitario. Debería fomentarse, ya que solo el 8-9 % de los pacientes la utiliza."

Y hay otra buena noticia: casi 4 de cada 10 pacientes en diálisis sufren prurito crónico, un síntoma a menudo subestimado pero muy incapacitante. Desde este verano, Italia ha aprobado difelikefalina, el primer medicamento diseñado específicamente para tratarlo.

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