lunes, 1 de diciembre de 2025

De Panamá a la Gloria

"Robert Duran: Me dijeron que al que le pegué lo mandaron al hospital. Estuve flojo… la próxima vez lo mandaré a la morgue."
"Soy Roberto Durán. Soy Mano de Piedra. Y en el ring, nadie pudo quebrar mi voluntad."
Así se presentó al mundo el hombre que salió de las calles humildes de El Chorrillo, Panamá, para convertirse en leyenda. El niño que aprendió a boxear a los 8 años en el gimnasio Neco de la Guardia, el que cobró apenas 25 dólares en su debut profesional, terminó siendo nombrado por Sports Illustrated como el mejor peso ligero de todos los tiempos y por The Ring como uno de los cinco mejores boxeadores de la historia.
Durán fue un fenómeno: pegaba como si en cada golpe descargara la rabia de un barrio entero. Su dominio en los ligeros fue absoluto: 12 defensas de título, 11 por nocaut, incluyendo a su gran rival Esteban De Jesús, el único capaz de vencerlo en esa división. En 1972 destronó a Ken Buchanan en Nueva York y desde allí nadie pudo con "El Cholo".
Pero no se conformó. Subió de peso y, contra todo pronóstico, le quitó el invicto y la gloria al estelarísimo Sugar Ray Leonard en Montreal, 1980. Ese triunfo se gritó en cada rincón de Latinoamérica: un panameño doblegaba al ídolo estadounidense con garra y presión asfixiante. Meses después llegaría la noche del famoso "No Más", un fantasma que lo acompañó durante décadas.
Siguió adelante. En 1983 pulverizó a Davey Moore para sumar su tercer título mundial, y en 1989, cuando todos lo daban por acabado, se reinventó para vencer a Iran Barkley y convertirse en campeón mundial en cuatro divisiones. Un guerrero eterno que peleó con todos: Leonard, Hagler, Hearns, Benítez, Cuevas, Palomino, Pipino, Castro, Camacho, Joppy… nadie faltó en su lista.
Durán trascendió el boxeo. Apareció en Rocky II con Stallone, inspiró películas, documentales, libros. Se convirtió en símbolo del orgullo panameño y latinoamericano. En 2007 entró al Salón Internacional de la Fama del Boxeo, donde quedó para siempre.
Su récord es imponente: 120 peleas, 104 victorias, 69 por nocaut. Pero más allá de los números, lo que convirtió a Durán en mito fue su espíritu indomable.
Porque Roberto Durán no fue solo Mano de Piedra.
Fue la prueba viva de que desde la nada también se puede golpear hasta la cima del mundo.

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