El jeque que bailó a Caracas entre whisky y promesas
**Caracas.** A comienzos de los años 80, un supuesto jeque árabe llegó a la capital con cuentas bancarias recién abiertas, trajes impecables y una habilidad sorprendente para encantar al jet set caraqueño. Con 300.000 bolívares en el Banco del Caribe y 60.000 dólares en el Banco Royal Venezolano, se presentó como un inversionista millonario dispuesto a mover fortunas en el país. Nadie imaginó que detrás del turbante había un estafador con ritmo de salsa y chequeras sin fondo.
El personaje se ganó la confianza de empresarios y socialités a punta de fiestas, whisky y promesas de negocios. Pagaba todo con cheques, desde relojes Rolex encargados para regalar en una fiesta en el Hotel Tamanaco hasta trajes exclusivos confeccionados por el modista de los presidentes. La lentitud del sistema bancario de la época jugó a su favor: los cheques tardaban días en rebotar, tiempo suficiente para seguir seduciendo inversionistas.
En una de sus celebraciones más comentadas, aseguró que invertiría 100 millones de dólares en Venezuela. Solo esa noche logró recaudar 10 millones entre los asistentes, quienes querían participar en el supuesto negocio. Nadie cuestionó que el jeque bailara salsa como un caraqueño más ni que tomara whisky como si fuera agua bendita.
En agosto de 1982 organizó su última fiesta. Recaudó más dinero, se despidió de los presentes y se fue a dormir. Al amanecer ya no estaba. Se estima que huyó con al menos 20 millones de dólares. El Tamanaco perdió 400.000 bolívares solo en consumo, pero prefirió callar por vergüenza. Lo mismo hicieron la mayoría de los estafados.
La PTJ, dirigida entonces por Fermín Mármol León, intentó localizarlo incluso en Miami, pero el jeque gozón se evaporó sin dejar rastro. La prensa convirtió el caso en un escándalo nacional y, como consecuencia, durante meses bancos y comercios colgaron un aviso que se volvió célebre:
**NO SE ACEPTAN CHEQUES, NI JEQUES.**
Noticias Carabobo.
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