la mayoría no vive esclavizada por tiranos, sino por cosas innecesarias.
Mientras Atenas presumía riqueza, discursos elegantes y apariencias pulidas,
él vivía en un barril.
No por pobreza.
Por decisión.
La gente se burlaba.
Decían que estaba loco, que había fracasado, que era un hombre sin ambición.
Pero Diógenes observaba algo que ellos no querían aceptar:
cuanto más necesitas, más fácil es controlarte.
Un día, Alejandro Magno —el hombre más poderoso del mundo— fue a verlo.
Esperaba admiración.
Respeto.
Sumisión.
Diógenes solo levantó la mirada y dijo:
“Apártate, me tapas el sol.”
En ese instante quedó claro quién era realmente libre.
Diógenes no competía, no pedía, no fingía.
No necesitaba aprobación, estatus ni pertenencia.
Y por eso nadie podía usar nada contra él.
Su filosofía era brutalmente simple:
si no dependes de lo externo,
no pueden manipularte con miedo, promesas ni amenazas.
Hoy la gente se agota defendiendo imágenes, posesiones, opiniones,
vidas que ni siquiera eligieron conscientemente.
Diógenes habría dicho:
no estás cansado por vivir… estás cansado por sostener lo que no necesitas.
El verdadero poder no está en acumular.
Está en reducir.
En quedarte solo con lo esencial.
En dormir tranquilo sabiendo que, si mañana pierdes todo,
no pierdes quién eres.
Porque quien no necesita nada…
ya lo tiene todo.
“La riqueza no consiste en tener grandes posesiones, sino en tener pocas necesidades.”
— Diógenes de Sinope
No hay comentarios:
Publicar un comentario