sábado, 6 de diciembre de 2025

El silencio peso más que las balas

Hubo un día en Colombia en que el silencio pesó más que las balas, un día que la historia oficial intentó borrar, pero que la memoria de un pueblo y la pluma de un Nobel se negaron a dejar morir. 

Era 1928, en la zona bananera del Magdalena. Miles de trabajadores de la United Fruit Company, una corporación estadounidense que operaba como un estado dentro del estado, cometieron la osadía de pedir dignidad: querían que se les pagara con dinero real y no con vales, querían dormir en camas y no en el suelo, querían ser tratados como humanos y no como herramientas desechables.

La respuesta del sistema no fue una negociación, fue una trampa. El gobierno, presionado por la compañía extranjera que amenazaba con una invasión de los marines si no se protegían sus intereses, envió al ejército. Reunieron a los huelguistas y a sus familias —hombres, mujeres y niños— en la plaza de Ciénaga bajo el pretexto de escuchar un decreto. Pero el decreto no anunciaba mejoras; anunciaba la muerte. Les dieron cinco minutos para dispersarse. Nadie se movió. Un grito valiente rompió la tensión: -¡Regalados el minuto que falta!-.

Entonces, las ametralladoras escupieron fuego. Nadie sabe cuántos murieron realmente. El gobierno dijo que fueron nueve; los testigos hablaron de cientos, quizás miles, cuyos cuerpos fueron cargados en los mismos trenes que transportaban el banano y arrojados al mar como fruta podrida. Gabriel García Márquez inmortalizó este horror en "Cien años de soledad", contando la verdad a través de la ficción para que el mundo no olvidara. La Masacre de las Bananeras es la cicatriz abierta de América Latina: el recordatorio de cómo las "repúblicas bananeras" fueron construidas sobre huesos de obreros para que en las mesas del primer mundo no faltara fruta barata en el desayuno.

¿Cuántas comodidades modernas crees que todavía se sustentan sobre el sufrimiento invisible de trabajadores en países lejanos?

© Edición protegida por Asombroso | Basado en material de: "La masacre de las bananeras" de Carlos Arango | Compartir solo con créditos: @Asombroso

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