martes, 16 de mayo de 2017

Tiempos de cambio: La peligrosa senda de la venganza



En Venezuela se están desatando demonios difíciles de recoger. El Gobierno, con sus prácticas represivas, con su intolerancia, con su ejercicio prepotente del poder, con su tendencia permanente a sacar ventaja al margen de la constitución, con la persecución política, con la violación de los derechos humanos, con sus prácticas excluyentes en nombre de una presunta inclusión, ha promovido un clima de confrontación, ha estimulado la violencia y, por si fuera poco, ha regado el cactus de la rabia, del odio y de la venganza.
Ese espinoso cactus tiene raíces en todos los sectores de la sociedad. Se reproduce con más facilidad y rapidez que la flor de la justicia, de la inclusión, del reconocimiento del otro, de la verdadera y auténtica paz, la que viene aderezada con el respeto y no con el miedo. La violencia verbal y física viene ganando espacio. La represión es la forma violenta como el Estado busca ahogar el grito de un país inconforme. La respuesta viene en diversos grados. La violencia es uno de ellos. Está allí, por mucho que nos disguste. Ha ocurrido en el pasado. Sigue ocurriendo. 
Los perseguidos de ayer son perseguidores del presente y, como suele pasar, el ciclo vuelve a repetirse. Los que ayer usaban capuchas para eludir la represión y enfrentarla, hoy llaman terroristas a quienes en estos días se las colocan con el mismo objetivo.
Esto es parte del panorama. 40 muertos, 40 historias de vida interrumpidas con sangre y saña, 40 familias directamente enlutadas, y un país que también los acompaña en su dolor. Centenares de heridos y detenidos, juicios militares a civiles, presos que son incomunicados y golpeados. Abuelos gaseados "con amor mayor" por funcionarios que ahora, vaya mal chiste gobiernero, son infiltrados de la MUD. 
Una propuesta constituyente que le echa gasolina al Incendio. Y el caldo de resentimiento y sed de venganza sigue hirviendo. Periodistas golpeados por las fuerzas de seguridad y correteados, amenazados e insultados por manifestantes tomados por la ira.
Las redes están inundadas de mensajes destinados a perseguir a todo el que huela a chavismo. Hijos y familiares de políticos rojos rojitos sometidos a una intensa cacería moral por todo el mundo. Se publican fotografías, direcciones y vídeos con actos de hostigamiento, como el ocurrido con Lucía, hija de Jorge Rodriguez, Mary Pili Hernández y con venezolanos menos conocidos. 
El deseo de justicia frente al abuso de poder va desembocando en la sed de venganza. Y a lo mejor entre los ciudadanos indignados que hoy hacen vigilias para detectar chavistas o familiares en restaurantes y otros lugares públicos de cualquier lugar del mundo hay alguno que sea descendiente de algún represor o corrupto del pasado, que ni rindió cuentas ni pidió perdón.
No lo digo para justificar a corruptos o represores del presente sino para que veamos la tragedia venezolana en una dimensión menos parcial. Y, para la reflexión serena, ¿La solución a los males de Venezuela es reproducir conductas aberrantes?, ¿Ese es el país que queremos construir? ¿Cuántos chavistas descontentos, que han analizado la posibilidad de repudiar al gobierno y dar un paso en favor de los cambios se sentirán ahuyentados por esa cacería, que mañana puede afectarlos en sus propios espacios sociales si toma cuerpo esta tendencia a estigmatizar y someter a todo aquel que creyó en el llamado socialismo del siglo XXI?
¿A cuánto estamos para que legitimemos las pobladas, los juicios sumarios, los ajusticiamientos en sustitución del debido proceso? Vamos a darle más comida a esa bestia que puede terminar devorándonos?,¿Qué tal si le estamos ofreciendo el mejor argumento a los grupos armados "revolucionarios" para que traspasen límites que hasta ahora no se han atrevido a traspasar?, ¿Será entonces la salida que justifiquemos la creación de la contra parte de esos grupos armados y terminemos de irnos por el barranco?, ¿Les parece exagerado, o un despropósito, este escenario? Ojalá que así resulte y no terminemos ciegos y sin dentadura por el el ojo por ojo que se viene cocinando .
"Por mí ni un odio, hijo mío
ni un solo rencor por mi,
no derramar ni la sangre
que cabe en un colibrí ,
ni andar cobrándole al hijo
las cuentas del padre ruin
y no olvidar que las hijas
del que me hiciera sufrir
para ti han de ser sagradas
como las hijas del Cid"
Andrés Eloy Blanco

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