domingo, 12 de noviembre de 2017

Un embajador latino del arte en la corte de Trump

El mexicano Patrick Charpenel reivindica la identidad latinoamericana desde la dirección del Museo del Barrio, de Nueva York


Patrick Charpenel, director del Museo del Barrio de Nueva York.
Patrick Charpenel, director del Museo del Barrio de Nueva York

El nombre, Little Galleries of the Photo-Secession, era tan complejo que terminó por conocerse como la 291, el número de la Quinta Avenida donde estaba ubicada la galería. Creada y gestionada por Alfred Stieglitz, el alma del espacio fue el mexicano Marius de Zayas. Considerado por Alfred Barr el padre del arte moderno en Estados Unidos, comisarió la primera exposición de Picasso en el país y dio allí curso al desarrollo de las vanguardias. Una figura tan crucial en la historia del arte en Nueva York como desconocida para el gran público. Uno de los vacíos, de tantos, que tratará de tapar —y reivindicar— el nuevo director del Museo del Barrio, en Harlem, al norte de la eterna avenida.
Patrick Charpenel (Guadalajara, 1967) es el nuevo embajador latino en la corte de Donald Trump. “Espero que uno rebelde”, matiza el que fuera director del Museo Jumex de la capital mexicana y comisario de decenas de exposiciones, que no rehúsa asumir el cargo de “diplomático”, en tanto tendrá que paliar el trabajo que, en teoría, correspondería a las embajadas: “El Museo del Barrio es la única plataforma que existe para mantener vivas las tradiciones de los latinos en Nueva York, no se fundó simplemente como una plataforma de reflexión cultural”, asegura.
El desafío de Charpenel es mayúsculo. Una tercera parte de los casi 60 millones de latinos en Estados Unidos vive en Nueva York. Una comunidad que crece imparable, que dirime y modula el nuevo rostro del país, pese a los continuos ataques del inquilino de la Casa Blanca. “Es el momento de fortalecer esa identidad”, enfatiza Charpenel. “Siempre hemos estado tapados, fuimos brutalmente occidentalizados, nos integraron, pero la exclusión nunca la hemos dejado de vivir. Hay un cierto tipo de migración que la seguimos padeciendo, a veces como un complejo, pero que nos da una singularidad especial, que ha influido en la construcción de este país. Por eso hay que empezar a un generar un programa que no idealice, sino que hable de las contradicciones, de las complejidades de los latinos y latinoamericanos. Si lo idealizamos, terminamos construyendo una caricatura y eso sería peligrosísimo si queremos convertirnos en una plataforma activa”.
La dirección del Museo del Barrio no solo puede ser vista como la gestión cultural de un espacio. En un contexto en el que Estados Unidos sufre los embates de movimientos supremacistas, Chapernel no duda que su cargo tiene mucho de político. “Tenemos que ser la institución que más le aporte a la diversidad, defender a toda costa ese valor, porque es el futuro de Estados Unidos. Los museos cumplen varias funciones: educar, investigar, integrar a una comunidad… pero también somos plataformas que generan conocimientos. Tenemos que convertirnos en una plataforma de resistencia política. Inevitablemente”.
Charpenel quiere, no obstante, que El Museo, como popularmente se conoce al espacio, no se defina a partir de un resentimiento, sino sobre la reivindicación. Seguir, ante todo, la estela de su fundador en 1969, el artista radical Ricardo Montañez, de origen puertorriqueño y mexicano. “Queremos ser más museo de barrio que nunca, honrar la presencia puertorriqueña y establecer un vínculo más grande con América Latina y El Caribe”, incide el nuevo director, que admite que se necesitará un mayor apoyo económico, tanto privado como público.
Aunque ha asumido ya las riendas del museo, las primeras ideas de Charpenel, el segundo mexicano que dirige la institución, no se plasmarán hasta entrado el próximo año. Lograr una identidad cultural fuerte es el principal objetivo, para así poder diferenciarse de los grandes museos de la ciudad, que cada vez recurren más a artistas latinoamericanos. “Presentan exposiciones de grandes artistas, reconocen su trascendencia, pero lo que son solo formas, tienen una total incapacidad de poner en contexto a estos artistas. Es imposible entenderlos si no los pones en contexto. Por ejemplo, la abstracción llega a México mucho más tarde que a otras partes de América Latina por el gran peso del muralismo”.
Para lograr esa identidad, Charpenel tiene claro que el futuro del museo no solo pasa por mostrar y generar contenidos, también por investigar y documentar los trabajos. La única forma para generar esa plataforma de resistencia a la que tanto recurre. La única vía para poder reivindicar figuras, como la de Marius de Zayas. De transitar del 291 al 1250 de la Quinta Avenida.

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