viernes, 28 de septiembre de 2018

Fallece a los 74 años Carles Canut, un icono del teatro catalán

El popular actor, que padecía un cáncer, dirigía actualmente el Teatre Romea

Carles Canut
Carles Canut, en abril al ser nombrado director del Romea.

Nadie que lo conociera dejará de sentir profundamente hoy la muerte de Carles Canut como la de un amigo. Gran actor de los de antes y los de siempre, característico de lujo, apasionado de los escenarios y de la vida, bon vivant y excelente persona, Canut (Gerri de la Sal, Lleida, 1944) era uno de los rostros más populares de la escena catalana, donde ha hecho de todo y con todos, y un personaje que trascendía sus apariciones en teatro y televisión -en la que se granjeó fama en series de TV3 como Vostè jutja, donde encarnaba a Rafeques- para convertirse en alguien familiar.
Director desde el pasado abril del Teatre Romea de Barcelona, Canut, que luchaba contra el cáncer, ya no estuvo presente en la presentación de temporada de los teatros del grupo Focus a inicios de este septiembre. El actor era también director de la Fundación Romea para las artes escénicas, asesor de contenidos de Focus y miembro de su comité de lectura de nuevos textos y proyectos.
En el Romea precisamente, un espacio que siempre estuvo vinculado a su memoria profesional, y de la mano del entonces director del teatro Calixto Bieito, Carles Canut vivió una época fecunda de actor en espectáculos como Macbeth(2002), La ópera de cuatro cuartos (2002), El rei Lear (2004), Peer Gynt (2006), Plataforma, sobre la novela de Houllebecq (2006) -con la que obtuvo el Max al mejor actor de reparto en 2008- y Tirant lo Blanc (2007)."He hecho 12 montajes con Calixto Bieito y he sobrevivido", bromeaba.
Recientemente había interpretado Las bruixes de Salem, dirigido por Andrés Lima, Sócrates, juicio y muerte de un ciudadano, con Mario Gas, La taverna dels bufons, en la que interpretaban él y Joan Pera a dos entrañables bufones shakespearianos, y, este mismo año, Adossats, de Ramon Madaula.
Ese ha sido solo el tramo final de una dilatadísima carrera que arrancó en 1963 y que incluye -además de una larga estancia en Venezuela- un centenar de montajes de teatro bajo directores como, entre otros muchos,Alfonso Marsillach, Jorge Lavelli,  Ariel García Valdés, Àlex Rigola, Xavier Albertí, Joan Ollé, o los citados Gas y Bieito. En el Romea actuó por primera vez en 1968, travestido en El deseo cogido por la cola.
Canut fue ocasionalmente también director (le imponía mucho respeto hacerlo), hizo doblaje y cine (El caballero del dragón, Makinavaja). Recibió la Creu de Sant Jordi en 2016. Dotado de un físico rotundo y una voz imponente, no pasaba desapercibido en el escenario hiciera lo que hiciera y muchas veces su sola presencia cautivaba a los espectadores.
Su apariencia ruda y su tono seco, directo y extemporáneo a veces (la diplomacia no era lo suyo), además de su vozarrón, recubrían un carácter amable y tremendamente generoso. Persona de gran corazón y de una fidelidad extrema a sus amistades, Canut disfrutaba especialmente de la vida en la mesa, comiendo o jugando al dominó.  En La taverna dels bufons, reivindicaba junto a Pera a los grandes secundarios del teatro, aguardando en un limbo a Shakespeare para ajustar cuentas y lograr la redención a través de un último papel. Es tentador imaginar a Carles Canut en un lugar semejante donde se encuentre lo realmente mejor y más puro del teatro y su figura de Falstaff de casa reine para siempre.

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