El exministro de Finanzas de Hugo Chávez, que rompió con el actual presidente en 2016, critica al Gobierno por su falta de profesionalidad
Rodrigo Cabezas, en una reciente entrevista |
ALONSO MOLEIRO
Hasta hace poco, Rodrigo Cabezas (Valera, Estado de Trujillo, 1956) era uno de los pocos cuadros con los cuales contaba el Gobierno de Nicolás Maduro para atender las demandas de la economía venezolana dentro de su proyecto de poder. Ministro de Finanzas de Hugo Chávez, Cabezas condujo en 2008, con aceptables resultados, el primer programa de reconversión monetaria de la era chavista. Durante estos años su presencia era insoslayable cuando ha sido necesario levantar diagnósticos o integrar comisiones técnicas con mandatos específicos.
Militante izquierdista por años, hoy dedicado a sus actividades académicas en la Universidad del Zulia (LUZ), Cabezas es un disidente de reciente data. Acompañando a Chávez, y luego a Maduro, viene sintiendo una incomodidad personal que comenzó a gestarse en el 2014. Entonces, siendo un hombre de confianza en el entorno del Palacio de Miraflores, comenzó a evidenciar su mortificación ante la magnitud de la crisis económica que entonces se asomaba en Venezuela.
Pregunta. ¿Los aspectos de la política económica venezolana se debaten en el partido de Gobierno, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV)?
Respuesta. Si hablo por lo que me tocó ver a mí, en absoluto. En febrero de 2016 hice mi primera y última intervención sobre la economía del país a la dirección nacional, alertándoles sobre los desequilibrios existentes, de la consolidación de la recesión, del inicio del deterioro operacional de la industria petrolera y de la necesidad de una reforma fiscal. La respuesta fue: "Aquí hay cobardes o valientes; aquí hay neoliberales o revolucionarios". Salí de esa reunión pensando que ahí no había nada que hacer: existía una total incomprensión de la economía y un voluntarismo sin contenido. Lo único que hice fue escuchar citas de marxismo-leninismo hechas por personas que nunca han leído nada ni de Marx ni de Lenin.
En los niveles directivos no vi señal de preocupación por lo que le pasa al país
P. Se habla del español Alfredo Serrano Mancilla, de Luis Salas y de Pascualina Curcio como técnicos que tienen gran influencia en Maduro, que le habrían inhibido de tener una panorámica completa.
R. Yo los leía, observaba una visión radical que trataba de darle argumentos a Maduro para justificar que la estabilidad macroeconómica no era importante o que la emisión de dinero inorgánico no era inflacionaria. Las recomendaciones de estas personas no han sido las adecuadas, por decir lo mínimo. En diciembre de 2015 le escribí una detallada carta al presidente Maduroanalizando los peligros que se avecinaban. La oposición nos había derrotado en las elecciones parlamentarias y le propuse una ruta macroeconómica para superar la crisis. Luego hice un último esfuerzo persuasivo en el Consejo Nacional de Economía y planteamos un programa de refinanciamiento de la deuda externa para que se suspendiera la emisión de dinero inorgánico. No se nos hizo caso.
P. ¿Piensa que la supuesta "guerra económica" es un argumento a tomar en cuenta en la crisis venezolana?
R. No lo es. Las sanciones de la comunidad internacional a Venezuela comienzan a tomarse en 2017. La gran causa de la quiebra nacional es el manejo no profesional de la política económica. Una política fiscal que exacerbó la monetización del déficit fiscal y que nos condujo a la hiperinflación. Tener tres tipos de cambio de forma indefinida... Ese diferencial destruyó la formación de costos en los sectores industrial y agrícola. Sostener un precio preferencial de la moneda en 10 bolívares supuso la creación de un dólar barato que originó toda suerte de corruptelas y profundizó las devaluaciones. La caída de la producción petrolera también es responsabilidad del Gobierno.
P. ¿Qué opina del llamado Plan de Recuperación y Prosperidad Económica presentado por Maduro hace un mes?
El tiempo político de salida requiere de un interlocutor ante el chavismo
R. No funcionará, porque no expresa una política económica sistémica. Maduro habla de la reducción del déficit y se autocrítica sobre la emisión de dinero inorgánico y, al mismo tiempo, anuncia un aumento de salarios del 3.000%. No hay anuncios en el campo del manejo de deuda. El control de cambios no fue levantado; eso nos condena a la existencia de un dólar paralelo. El programa tiene inconsistencias monetarias y fiscales sustantivas.
P. Siendo un disidente tan reciente, ¿sintió usted alarma, preocupación o algún tipo de sesgo autocrítico por parte de la plana dirigente chavista, aunque fuese en conversaciones privadas, frente al tamaño de la crisis económica?
R. En los equipos dirigentes regionales y municipales del partido, lo que nosotros llamamos las UBCH, nuestras células partidistas, la preocupación se expresa y se discute. En los niveles directivos, por el contrario, no vi ninguna señal de preocupación por lo que ocurría en el país. Domina la retórica oficial, la sensación de que todo iba en la dirección correcta, independientemente de los problemas.
P. ¿Dónde estará el país de aquí a que Maduro tome formalmente posesión, en enero del año que viene?
R. 2018 será el quinto año seguido de recesión económica, [una situación que se da] por primera vez en nuestra historia; el primer gran año de hiperinflación; el tercer año como sociedad emigrante, un hecho inédito en nuestra historia; el segundo año de gravedad de la desnutrición como fenómeno nacional... Esas medidas del Gobierno no tienen la sistematicidad para dar resultados.
P. ¿Ve alguna salida posible?
R. El curso destructor de la crisis económica y social va a continuar. En lo económico este es un tiempo de mengua; un tiempo que se acaba. En lo político, se observa un desbalance vinculado con la oposición. Necesitamos una alternativa. El tiempo político de salida requiere de un interlocutor ante el chavismo. Parece que alguien pasó por la casa de la MUD y lanzó ahí una granada. Todo indica, en virtud de la gravedad de la crisis, que aquí hay un cambio político planteado en el horizonte. ¿Cuándo será? Los politólogos deberán responder.
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