domingo, 23 de junio de 2019

Juan Guaidó, garantía de honradez

Rafael García Marvez
1) Juan Guaidó está demostrando que no tendrá conmiseración con la corrupción provenga de donde proviniere.  Esa es la fórmula mágica de acabar con ese pernicioso mal que ha arruinado un país rico.  A diferencia del régimen de Nicolás Maduro, que condecora a los bandidos, Guaidó los enviará a la cárcel sin ningún tipo de miramientos especiales.
Lo ocurrido en Colombia es un hecho de lo más parecido a un suceso  propio de los bajos fondos al cual por ninguna circunstancia hay que echarle tierra; qué equivocados están los que así piensan.  No, por el contrario, decir, por ejemplo, que no es lo mismo robarse unos cientos de miles de barriles de petróleo que apoderarse de las ayudas humanitarias aportadas por países amigos, además dirigidas fundamentalmente a los sectores más desposeídos que, por incapacidad del régimen, unos mueren de inanición y otros por carencia de medicinas.  Para graficarlo mejor: es como robarle el desayuno a un huerfanito.
Algunos compatriotas son críticos inclementes de las redes sociales de comunicación.  Pues, son preferibles los excesos que a través de esas redes se incurre al silencio que todo taparea y encubre fechorías.  Estas redes actúan muchas veces como organismos eficientes de contraloría social.  Son un mecanismo de participación ciudadana orientada fundamentalmente al control y vigilancia de las acciones del régimen.  Es el caso, además, que la”contraloría social” es un derecho constitucional de reciente data que ni el gobierno de Chávez, menos el régimen de Maduro, se ocupó en propagar; siempre lo apartaron con la mayor desvergüenza.
De manera que así es como se combate este pernicioso vicio de la corrupción, institucionalizado entre nosotros por un socialismo infecto.  Tal cual como ocurrió con Lula en Brasil y con la familia Kirchner en Argentina; ambos provenientes de esa madriguera vagabunda que es el Foro de Sao Paulo.
2) Este segundo punto proviene de una larga conversación con el amigo Francisco Bello de la empresa encuestadora Pronóstico.  Coincidimos en que hay algunos analistas, opinadores, columnistas, que aseguran —como si hablaran a diario con el presidente Donald Trump y sus aliados– que solicitar ayuda internacional es inútil; porque ese apoyo nunca llegará.  Argumentan, basados en una cantidad de suposiciones, que quizás sean ciertas, pero consideramos una aventura ponerlas en un plano axiomático, es decir, que no admiten que pudieran estar equivocados.
Proponen, por ejemplo, como alternativa un proceso electoral que se negocia en Noruega y ahora en Suecia previo al cese de la usurpación en el que Maduro aceptaría medirse en condiciones razonablemente transparentes y Diosdado Cabello permitiría la disolución de la ANC para facilitar su realización. Aunque el planteamiento en sí mismo es suficientemente fantasioso, voy a permitirme abordar brevemente algunos pasos previos necesarios para lograr condiciones mínimas: primero, cambio profundo del CNE y del proceso en general; no se trata de cambiar un par de rectores ni de remozar su fachada. Quienes lo conocen por dentro saben que es necesario hacer una limpieza general que permita extinguir los enmarañados vicios que hoy existen. Solo así es factible adoptar el voto manual, la revisión del REP que incluya una concienzuda  inclusión de la diáspora con la necesaria apertura de centros electorales en el exterior que permitan su participación. También, la reubicación de los  centros electorales dentro del país que fueron modificados a conveniencia, el reacomodo de los circuitos electorales para dar el peso que realmente le corresponde al voto popular y establecer un método alternativo para la distribución y el cuidado del material electoral. Todo esto y más habrá que hacer si fuera el caso…

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