martes, 10 de septiembre de 2019

Ríndete y Reconoce que Dios está en Control

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“¡Ríndanse! ¡Reconozcan que yo soy Dios! ¡Yo estoy por encima de las naciones! ¡Yo estoy por encima de toda la tierra!” Salmo 46:10 (DHH)
Cada día, tienes que decidir quién va a estar en control de tu vida, tú o Dios.
Esa decisión es una batalla. Hay cosas en tu vida que deseas controlar. Quieres hacer tus propias reglas. Pero siempre el alivio del estrés comienza con dejar a Dios ser Dios. Siempre empieza diciendo, “Dios, estoy renunciando al control, porque tú puedes controlar las cosas que están fuera de control en mi vida.”
Salmo 46:10 dice, “¡Ríndanse! ¡Reconozcan que yo soy Dios! ¡Yo estoy por encima de las naciones! ¡Yo estoy por encima de toda la tierra!” Salmo 46:10 (DHH)
No sé lo que vas a enfrentar esta semana. Tú tampoco lo sabes. Pero te puedo decir lo que Dios quiere que hagas: Ríndete y sabrás. Rinde el control y sabrás que Dios está en control. ¡Ríndete y sabrás! Este es el primer paso a la serenidad en tu vida.
Cuando nos enfrentamos a situaciones fuera de control, tendemos a ir a uno de los dos extremos. Para algunos de ustedes, entre más fuera de control está tu vida, más tratas de controlar. Algunos de ustedes hacen exactamente lo contrario: ¡sólo te rindes! Haces una fiesta de compasión y te invitas a ti mismo.
Estas dos reacciones al estrés son tontas. No funcionan.  En lugar de ser víctima o ser hiperactivo que controla, debes hacer la oración de rendición.
La razón número uno por la que estás bajo estrés, es porque estás en conflicto con Dios. Estás tratando de controlar cosas que solo Dios puede controlar. Tú no puedes controlar a tu esposo o a tus hijos o a tu esposa o tu trabajo, tu futuro, tu pasado o cualquiera de esas cosas. Cuanto más lo hagas, más estás tratando de jugar a ser Dios, y te pones en oposición a Dios. No sólo vas a perder ese conflicto, sino que también vas a cansarte.
Millones de personas hacen la oración de la serenidad, que se basa en la oración del Señor, pero la mayoría no ha leído nunca las últimas líneas de la oración: “Viviendo un día a la vez; Disfrutando un momento a la vez; Aceptando la dificultad como el camino hacia la paz; Tomando, como Jesús lo hizo, Este mundo pecador tal cual es, No como seria; Confiando que Tú harás que todo salga bien. Si me entrego a Tu voluntad; Para que sea razonablemente Feliz en esta vida. Y sumamente feliz contigo por siempre en la eternidad. AMEN.”
¡Ahí es donde está el poder! Hay poder cuando le rindes a Dios las cosas que has intentando quitarle a el control.


Reflexiona sobre esto:
  • ¿Qué significa prácticamente, “Vivir un día a la vez”?
  • Piensa las cosas en tu vida que has estado tratando de controlar. ¿Cuál ha sido el efecto en ti?
  • ¿Cuál es el resultado — físico, emocional y espiritual, cuando le rindes a Dios las cosas que quieres controlar?

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