jueves, 14 de noviembre de 2019

Aveledo: La negociación para una salida electoral no se trata de la mejor alternativa, es la única


“Lo que hay que comprender es que el regreso a la democracia, que hemos perdido; se logra volviendo a la democracia, no aplicando dosis de lo mismo a los actuales médicos brujos que han aplicado esa medicina supersticiosa que nos convirtió en pacientes, así no salimos nunca de esto, lo que aquí ha fracasado es la unilateralidad; es el afán de un sector de imponerle al resto del país un modelo a juro cuando en la democracia uno nunca impone completamente su punto de vista”.
La afirmación proviene de un hombre que yo no está maniobrando en la coalición opositora y sus variopintos miembros. Proviene delas entrañas de la vida académica, para más señales de la Universidad Metropolitana, donde Ramón Guillermo Aveledo dirige un seminario sobre transiciones en política comparada que hace énfasis en los casos de Polonia y Chile.
Atrás quedaron los años de la Mesa de Unidad Democrática, cuya secretaría general ocupó entre 2009 y 2014 y mucho más atrás sus años en el Capitolio, donde dirigió la antigua Cámara de Diputados, Aveledo tiene claro el papel de la llamada “Generación del 2007” (Guaidó, Stalin, Pizarro, Héctor Rodríguez y compañía): “A ellos les ha tocado formarse en un tiempo muy difícil, en medio de una crisis larga (…)Creo que al final el saldo será positivo y las demás generaciones tenemos que hacer todo por ayudarlos”.
Pero agrega:   “Ellos tendrán cada vez más incidencia en la vida venezolana lo más importante será que no piensen que la historia universal comenzó con ellos”.
Aveledo no repara al inscribirse en el camino electoral, constitucional y democrática como salida a la crisis que vive el país. Está convencido de que “la clave de la solución electoral es que sea aceptada por todos, en unas condiciones en las que todos sientan que han sido tratados justamente y que lo que viene después no es o la imposición del poder por parte de los que mandan y siguen mandando o la revancha de los que hoy no mandan o mandarían mañana”.
— ¿Por qué nuestra crisis no evoluciona en una negociación convencional como salida?
 — Siempre en las crisis se ponen en entredicho las soluciones más o menos convencionales porque en las crisis los mecanismos formales tradicionales también entran en crisis, o forman parte de ella. Entonces, llega el momento de actuar con la mayor sabiduría política, comprensión de la realidad para poder encausar las soluciones cumpliendo con dos  criterios: el de oportunidad, hacerlo todo en el modo más pronto, más eficiente posible; que se demore menos, porque a medida que se demora las crisis empeoran las condiciones de vida de la gente .Y la otra que produzca el menor trauma posible, como se diría en el lenguaje coloquial, “que no sea peor el remedio que la enfermedad”.
Ahora, ¿qué nos ha impedido eso?, creo que el obstáculo principal ha estado en la mentalidad del grupo en el poder, que es la mentalidad revolucionaria que tiene la idea de que el ascenso al poder del partido revolucionario significa un cambio histórico irreversible que hay que defender, se atrinchera en posiciones que se ha repetido mucho de que Venezuela cambió para siempre, cuando en realidad lo que ocurre es que Venezuela, como cualquier país, siempre cambia, no es que cambia para siempre (…) Por eso la sabiduría de la democracia  es celebrar elecciones periódicas con la finalidad de que cada cierto tiempo la gente se exprese para saber si sigue opinando lo mismo de hace cinco años o cuatro años; o si cambió de opinión, cosa que es normal (…)
Ese extremismo de parte del grupo en el poder estimula posiciones de reacción también extremas. Entonces hay quienes dicen que aquí no tiene caso hacer política con esta gente que no es política, no tiene caso hablar de democracia con esta gente que no es demócrata y por lo tanto la solución tiene que ser otra, una distinta a la democrática; pero para que esas otras posibilidades se presenten tiene que haber un cuadro fáctico que las permita, porque eso no ocurre solo con el deseo y uso otro dicho de la sabiduría popular: “Deseos no empreñan”.
En ese cuadro lo que usted está diciendo, sería si esto va a permanecer eternamente porque está gente no quiere cambiar, eso sería ignorar un dato central y es que la crisis existe, no porque el poder la ignore deja de existir y la crisis es un actor muy importante porque descompone la vida social, al comienzo la vida individual de la gente.
— De eso los zulianos sabemos demasiado…
— Lo sé, cómo se piensa de que en  Caracas no ocurre, sucede que pasa menos que en otros lados esos problemas porque se quiere poner como una especie de burbuja protectora para efectos de demostración para la imagen internacional, ante el cuerpo diplomático y para evitar problemas en la capital que terminan siendo políticamente mucho más difíciles de manejar por parte del poder. Sin embargo, en todas partes hay problemas porque la crisis es en toda Venezuela.
Lo que ocurre en el Zulia es dantesco, los zulianos han estado sometidos a una prueba cotidiana increíble, de hecho; el Zulia es una de las regiones del país donde hay más transacciones en divisas, la moneda nacional ha ido desapareciendo, así como en los estados andinos y, probablemente; en la Guajira hay mucha transacción en pesos colombianos, fenómeno que ocurre en otros estados del país.
La crisis es un actor e influye y le hago esta afirmación, la negociación política para una solución electoral a la crisis no es que se trate de la mejor alternativa,  es la única que existe. Si el Gobierno cree que con el exclusivo uso de la fuerza, o la amenaza de ella; puede prologar eternamente la situación creo que se equivoca y puede llegar a una situación que sea completamente inmanejable para la vida social venezolana porque la crisis afecta la situación personal, pero termina afectando también la convivencia, la vida social, el trabajo, la producción, las relaciones en la familia.
Por el otro lado, desde el punto de vista de los que queremos un cambio, la solución política, la negociación que conduzca a una elección como salida de la crisis también es el único camino porque no tiene herramientas en sus manos la sociedad venezolana para poder imponer un cambio por la fuerza. La clave de esa solución electoral es que sea aceptada por todos, en unas condiciones en las que todos sientan que han sido tratados justamente y que lo que viene después no es o la imposición del poder por parte de los que mandan y siguen mandando o la revancha de los que hoy no mandan o mandarían mañana.
— Usted está claramente inscrito en una tesis de la transición negociada…
— Creo que es la experiencia de la historia de la humanidad. Tarde o temprano hay negociación y, por supuesto; mientras más temprano sea, o en el caso nuestro que se ha tardado tanto, mientras menos tarde sea, será menos costosa.
Ahorita dirijo un seminario sobre transiciones en política comparadas que hace énfasis en Polonia y en Chile en la Universidad Metropolitana, donde doy clases; y lo que nos dice la experiencia de las transiciones es que siempre ha habido una negociación lo que hay que buscar es una solución democrática, constitucional y electoral porque eso es lo que da garantías a todo el mundo.
— Los costos políticos  para un escenario de transición no son menores, hay un conjunto de medidas económicas que es necesario implementar que fuera de una negociación entre chavismo y oposición podrían afectar la gobernabilidad y se pueden repetir episodios como el de Argentina, con la posibilidad de que el chavismo pueda salir del poder y regresar mucho más rápido de lo que se cree?
—  Veamos las dos cosas. En primer lugar, las necesarias medidas que hay que tomar en Venezuela para poder ordenar la vida económica la crisis venezolana ha llegado a ser tan amplia y tan profunda que ya no se puede decir que una reforma económica favorecerá a los ricos o que el presente favorece a los pobres. La verdad es que la actual situación es inaguantable para todo el mundo (…) Estamos en una condición mucho más propicia para que se completen las reformas, que nunca pueden ser reformas dogmáticas, que tienen que entender que hay amplísimos sectores de la sociedad a los cuales  hay que garantizarles la supervivencia, alimentación y medicamentos y eso va a requerir de una gran cooperación internacional porque en el país no hay los recursos para atender eso que todo el mundo ya considera una emergencia humanitaria compleja.
Creo que la comprensión tiene que haberla tanto en los sectores opositores como en el actual oficialismo, dada la magnitud y la profundidad de la crisis. Debo decirte que tengo poco contacto con gente del mundo del oficialismo, pero con los que tengo y cuando hablo con gente que también los tiene encuentro que hay, en privado, una comprensión bastante creciente en cuanto a la gravedad de la situación y de que así, como está la situación, es insostenible.
A mí el hecho de que el peronismo haya vuelto al poder en Argentina, por la vía electoral, no me parece una catástrofe, ojalá que se comporte bien, que haga un Gobierno razonable con el que uno pueda estar de acuerdo o no, pero dentro de los parámetros de la racionalidad; y por lo que se escucha que dice el presidente electo, Fernández, no estamos hablando de la misma visión del endeudamiento externo o del mismo discurso populista en relación con el FMI o a la banca multilateral, no, es una cosa mucho más realista.
Ahora, fíjese usted, si el chavismo no tuviera ninguna esperanza  de volver al poder por la vía electoral sería mucho más difícil que entregara. El que tenga esperanza de volver al poder más bien es un estímulo para que entre en la competencia democrática, lo que sí es bueno y claro es que la competencia democrática tiene que ser clara y transparente. No puede haber ahora una réplica al revés de todo este ventajismo electoral y del uso del poder para imponer un modelo, si se hace al revés lo que va a traer es más crisis y dificultará la salida.
Lo que hay que comprender es que el regreso a la democracia, que hemos perdido; se logra volviendo a la democracia, no aplicando dosis de lo mismo a los actuales médicos brujos que han aplicado esa medicina supersticiosa que nos convirtió en pacientes, así no salimos nunca de esto, lo que aquí ha fracasado es la unilateralidad; es el afán de un sector de imponerle al resto del país un modelo a juro cuando en la democracia uno nunca impone completamente su punto de vista, ¿por qué? porque por eso hay separación de poderes, hay opinión pública libre, hay esos dispositivos que la humanidad fue inventando, porque el poder original era absoluto, era basado en la fuerza y la humanidad fue inventando esos recursos para limitar el poder, para canalizarlo, para que fuera distribuido, institucionalizado en  lugar de ser un poder absoluto, concentrado y personalizado.
— A estas alturas es inevitable una interpretación del 16 de noviembre sin pasarlo por lo que ha sucedido en Bolivia. Eso insufló la moral de los opositores de calle, pero también el Gobierno toma sus recaudos, ¿cómo lo ve usted ahora al 16N?
— (…) Si esto que ha pasado en Bolivia evoluciona, como diera la impresión en las últimas horas; pero ese es un proceso que está vivo, que está en pleno desarrollo; y si eso evoluciona en la dirección de una institucionalización y de un orden de convivencia democrática con elecciones limpias, que se elija un nuevo Gobierno; eso será muy positivo para Bolivia, para toda América Latina y, por cierto, para Venezuela.
Ahora, si esto evoluciona en la dirección del caos, del desorden, de la violencia será malo para Bolivia y malo para Venezuela también porque endurecerá mucho más las posiciones.
Yo voy a marchar el 16 (de noviembre), por supuesto, pero voy a marchar pensando en que a lo que mi país le conviene, y eso es lo que piensa la mayoría de los venezolanos; es que haya un cambio, porque la situación no se aguanta, pero con la seguridad y las garantías que da la Constitución y un cambio democrático. Como  en el grupo en el  poder hay gente que  todavía es impermeable a esa realidad es muy conveniente que haya una demostración de fuerza popular, pero esa fuerza tiene que ser siempre serena que se haga sentir por su presencia, por su número y por la claridad de sus propósitos y sus objetivos.
— Usted ha insistido en el camino electoral, pero tengo la impresión de que tanto el Gobierno como la oposición han hecho sus deberes para destruir a la institución del voto…
— De lo que usted dice no estoy tan convencido de la primera parte, pero sí de la segunda. La institución del voto está muy, muy deteriorada y recuperar la confianza en el voto es necesarísimo, porque no hay manera de que se produzca una solución por otro camino y porque tarde o temprano, suponga usted que ocurriera el milagro que algunos quieren y entonces ocurre una solución por otra vía; esa solución será siempre provisional porque tendría que haber, tarde o temprano, unas elecciones que tengan la confianza de la gente y que esté toda la gente, no solo de la gente como yo, también de a quienes les gusta este Gobierno o que tuvo esperanza y se ilusionó con el chavismo porque los venezolanos somos todos.
Siempre va a ser necesario tener un Consejo Nacional Electoral (CNE) que haga su trabajo con imparcialidad. A mí me da esperanza lo que veo que ocurre en la Asamblea Nacional actualmente, ese es un camino complicado, como dice la canción colombiana: un camino culebrero, es así; pero ese camino hay que atreverse a recorrerlo para ir quitando las piedras del camino. Ojalá que el grupo del poder lo asuma sinceramente y ojalá que la oposición se organice para eso porque aquí para tener unas elecciones creíbles hace falta un Consejo Electoral, hace falta una serie de condiciones de funcionamiento del  sistema electoral, de libertades, de garantías para la competencia libre, justa, hace falta una vigilancia internacional acordada confiable  y que garantice a los competidores que el resultado será respetable y que la gente lo sienta, yo creo que el énfasis corresponde tanto a la dirigencia política, como para quienes no lo somos pero que tenemos oportunidad de estas entrevistas lo que nos corresponde a nosotros es enfatizar en la exigencia , en el reclamo de nuestros derechos y en la exigencia de lo que hay que hacer para recuperar el valor del voto porque sembrar las dudas es muy fácil, porque como usted ha dicho desde arriba se ha dinamitado la confianza en el voto.
— Las sanciones no terminan de precipitar el objetivo político para el que se dictaron, pero sí mellan la economía nacional, ¿usted cree que ha llegado el momento para abrir otra ventana de acuerdo para mitigar su efecto en la gente?
 — El tema de las sanciones que es un tema discutible y discutido, en lo personal nunca he sido partidario, mira que he sido toda la vida crítico del régimen cubano; creo que el embargo lo que le ha dado es justificación y excusas para el fracaso de sus políticas públicas.
A mí me parece que la cuestión de las sanciones que están afectando cada vez más la  vida de los venezolanos, sí, la está afectando por el sobre cumplimiento. Ahora el escenario donde eso se ventila es el internacional, ¿qué es lo que hace que otros estados,  en ejercicio de su soberanía, tomen decisiones que sancionan al Gobierno de Venezuela? La percepción por parte de otros estados del incumplimiento por parte del Gobierno de Venezuela de compromisos internacionales, como  los tratados de derechos humanos, a la Carta de la OEA, a la Carta de Naciones Unidas, porque hoy en día los derechos humanos no se agotan en la frontera.
Entonces el grupo en el poder, el Gobierno de Maduro, debe atender esa realidad, qué es lo que ha causado esas sanciones de afuera y ver qué señales debe dar para que esas sanciones vayan siendo removidas. Distingo mucho las sanciones personales, que alguien por su propia conducta se ha hecho acreedor a ellas,  y las sanciones que, al tener un espectro más amplio; afectan a más personas y pueden afectar a la economía.
En el caso de las sanciones norteamericanas, porque las europeas son todas personales; yo tampoco quiero contribuir al discurso propagandístico del Gobierno; en el caso de las norteamericanas ver qué es lo que pasa que las excepciones para medicamentos, para alimentos, las humanitarias, por qué eso no está dando todos los resultados que debería dar.
— La generación 2007, de Guaidó, de Pizarro, de Stalin, de Héctor Rodríguez; ¿qué error no debe cometer y cuál es la mayor virtud que usted advierte en ella?
— A ellos les ha tocado formarse en un tiempo muy difícil, en medio de una crisis larga. Les ha tocado el reto de madurar muy rápidamente y esa maduración rápida por lo tanto dispareja, uno ve a unos más maduros que a otros, pero eso es lo normal.
Creo que al final el saldo será positivo y las demás generaciones tenemos que hacer todo por ayudarlos. Cuando yo mismo era joven, que lo fui, un tiempo más lejano del que yo quisiera, oía al profesor Rafael Pizani, un profesor de filosofía del derecho, que fue ministro de educación y rector de la “Central”, un profesor muy distinguido; decía que “la juventud es una enfermedad que se cura con el tiempo”.
La verdad es que el paso del tiempo y la experiencia van dando maduración y ellos tendrán cada vez más incidencia en la vida venezolana lo más importante será que no piensen que la historia universal comenzó con ellos. La verdad es que ellos pueden protagonizar un gran cambio en el país, pero en un país cuya historia les precede, que tiene unas experiencias a las cuales no se puede renunciar, que tiene unas vivencias que no se pueden olvidar, que no se puede actuar como si uno estuviera recién naciendo (…) las generaciones tienen la virtud de la novedad y la ventaja de que hay una antigüedad en el país que los precede y que esa es una experiencia que tienen que aprovechar. 

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