domingo, 29 de diciembre de 2019

El lado oscuro de las comunidades masculinas de 'fitness' en Internet

Músculos, anabolizantes y misoginia. Conversaciones en la 'manosfera' que perpetúan un peligroso modelo viril

fitness
A principios de año, la Asociación Estadounidense de Psicología (APA) publicó en Twitter las principales conclusiones de una guía en la que se articulan directrices para mejorar la práctica psicológica en el manejo de la virilidad. El documento, basado en 40 años de investigación, saca a relucir que los rasgos de la llamada masculinidad tradicional se han relacionado con agresividad, toma de riesgos sin control y poca capacidad para pedir ayuda. "Hay muchos problemas reales para resolver, nosotros los hombres nos cuidamos a nosotros mismos. Si la APA no quiere hombres, bien por ellos. Soy un PUTO HOMBRE, así que revisa mi inodoro si quieres buscar toxicidad". Ni un minuto se hizo esperar la primera respuesta cargada de masculinidad tradicional. Al poco, las declaraciones de la asociación eran trending topic, y de las catacumbas de Internet empezaron a salir los miembros de la manosfera (del inglés, manosphere, hombre y esfera: una red informal de foros, blogs y webs construida por y para varones, cuyo discurso se articula en torno a la masculinidad antifeminista).
Una simple búsqueda en Internet (la ONG de derechos civiles Southern Poverty Law Center es uno de los organismos que ha estudiado los sites más populares) destapa una verdad incómoda: gran parte de estos foros albergan a comunidades fanáticas del ejercicio físico, donde las conversaciones sobre virilidad y hombría son el pan de cada día. El profesor de musculación, entrenador personal, dietista y director deportivo de Tubau Gym (Madrid), Daniel Hernández Ibarburu, describe a muchos foreros como personas jóvenes y vulnerables que buscan cualquier recurso para mejorar su aspecto físico. Y es precisamente a causa de ese anhelo por una silueta depurada y musculada, por lo que se ven inmersos en una narrativa paralela peligrosa que promueve una cultura violenta y perpetúa la masculinidad hegemónica y la desigualdad.
En Internet se habla mucho de deportes de fuerza. Pero hay una categoría, el bodybuilding, donde todo se vuelve muy raro…"
Aunque no hay datos demográficos al respecto, un estudio del Pew Research Center (sobre una muestra estadounidense) reveló que los usuarios de foros genéricos son jóvenes de entre 18 y 29 años (23%), seguido por el grupo de entre 30 y 49 (14%). Los foros (y subforos) de fitness en español tienen una afluencia de entre 23.000 hasta 200.000 usuarios únicos mensuales, pero en el caso de los de lengua inglesa (a donde acceden personas —sobre todo hombres— del mundo entero), el éxito es arrollador y superan, con creces, el tráfico a ForoCoches (el foro español más visitado del país, con 16 millones).
¿Qué tendrá de particular el culto a la forma física para que se sitúe como una de las conversaciones con más tirada en el universo digital de la masculinidad primitiva? J.L, un competidor semiprofesional de halterofilia que prefiere no revelar su identidad, nos conduce por las profundidades de estas grutas subterráneas. "La cultura gym es una locura", dice: "En Internet se habla mucho de los deportes de fuerza. Levantamiento de pesas, powerlifting y strongman son los tres más serios; pero luego hay una cuarta categoría, que es donde todo se vuelve muy raro, el bodybuilding, más comúnmente conocida como culturismo, cuya intención es desarrollar musculatura por una razón estética y no tan competitiva". J.L nos manda a un foro de esta temática: "Os pido disculpas por lo que podáis leer…", avanza. Una vez dentro de Forum.Bodybuilding.com, rastreamos el hilo que el deportista nos indica, donde se despliegan multitud de fotos sexuales que pretenden denigrar a la mujer y comentarios irrespetuosos y crueles hacia actrices, junto a recetas de batidos de proteínas o minuciosas formas de contar calorías. Salimos inmediatamente.

La camaradería masculina, un revoltijo de viejos valores

El antropólogo Juan Ignacio Cayola reflexiona desde su especialidad sobre el origen de estos espacios donde pescamos al azar esta otra narración de un internauta: "Después de 7,5 horas y 5 hojas de bisturí, aquí [en su pecho y su brazo, en una foto] una escarificación [una especie de tatuaje que resulta de realizar cortes para que cicatricen] de la muerte con la hoz. No voy a revelar dónde me la hice (…) He tenido fiebre y síntomas de gripe, así que me he tomado antibióticos y el amago de infección ha parado a las 24 horas". Interviene el experto: "El concepto de homosociabilidad pone en evidencia que la amistad masculina tiene como consecuencia la aparición, manifestación y creación de vínculos masculinos. Estos se han desarrollado y potenciado a lo largo de millones de años como necesarios para la protección del grupo, así como para su defensa, y lo que es más importante, para la caza y la guerra (…). Vínculos de solidaridad y definición de espacios propios de camaradería, donde se relega a lo no hombre o lo no masculino, con lenguaje propio, diferenciador y sobre todo exclusivo y excluyente: nuestro lenguaje, lo nuestro".
En ese contexto, valores como la competitividad, el sufrimiento o el esfuerzo, también relacionados con el deporte, pueden llegar a deformarse para dar alas a esa hombría tóxica que salpica los foros masculinos del fitness. "Además, muchos varones consideran que las cualidades físicas del macho tradicional, como la fuerza o la resistencia, les hacen deseables a ojos de los demás, por lo que se esmeran en conseguir una apariencia que facilite que su entorno, hombres y mujeres, infiera de ellos estos atributos. En Psicología conocemos este fenómeno como el efecto halo: a partir de la percepción de un rasgo concreto, tendemos a asignar toda una constelación de cualidades que, creemos, suelen ir siempre acompañados de él", explica Joaquín Mateu-Mollá, psicólogo miembro de la Sociedad Española de Psicología, docente e investigador.
La testosterona, una hormona abundante en hombres, se asocia con la agresión, pero en realidad participa en un proceso más básico: la competitividad"
Siguiendo este heurístico cognitivo, añade que "a quien está físicamente fuerte tendemos a considerarlo como alguien defensor y dominante, dos elementos que forman una parte indisoluble del estereotipo clásico del machote. Por este mismo motivo, los hombres que admiran y desean ser el receptáculo de estos atributos observan con admiración a los homólogos que llegaron a forjar un cuerpo musculado y atlético, construyendo a su alrededor toda una mitología sobre sus logros y conquistas".
La imperiosa necesidad de ganar se palpa en la sala. Un poleman es un miembro del foro que intenta escribir el primero en un hilo (aunque no le interese la conversación), solo para remarcar que ha sido el más rápido. "El lenguaje de guerra, que incluye arengas como el 'a por ellos', es un elemento propio de la cultura bélica que, desgraciadamente, ha marcado los hitos históricos del devenir humano. A menudo, se ha considerado que la testosterona, una hormona que depende del eje hipotálamo hipofisario gonadal (especialmente abundante entre los varones, pues los testículos son la glándula que la produce de un modo más notorio), se relaciona con la agresión, pero en realidad participa en un proceso socioafectivo más básico que subyace a ella: la competitividad", esgrime Mateu-Mollá.

Una puerta de entrada para sustancias ilegales y pseudociencias

En los más populares foros de fitness, se habla sin tapujos de cómo comparar anabolizantes y esteroides para ciclarse  (vocablo utilizado para señalar el aumento de músculo gracias a ayudas hormonales) con preparados ilegales de contrabando. Según la Organización Mundial de la Salud, la falsificación y venta ilegal de medicamentos es una amenaza creciente, y "en más del 50% de los casos se ha comprobado que los adquiridos a través de sitios web, sin domicilio social declarado, son productos falsificados", advierten desde la organización.
Es más, la Administración de Alimentos y Medicamentos Americana (FDA) considera Internet una de las tres vías de acceso al mercado de anabolizantes (junto con los traficantes y las prescripciones médicas). Cualquier cosa, y a cualquier precio, con tal de conseguir una anatomía rotunda. "El culto al cuerpo, en el caso de los varones, ha llegado también para quedarse. Aunque estos no constituyen el público diana de las campañas de marketing que pretenden vender productos cosméticos como cremas o lociones antiaging, son un segmento de la población cuyo interés por la apariencia personal ha crecido exponencialmente en los últimos años", observa el psicólogo e investigador.
"No entiendo mis niveles de testosterona", suelta un usuario en otra sala virtual especializada en ejercicio físico. Sus compañeros de gruta cuelgan sus analíticas para comparar, y deliberan un diagnóstico diferencial que incluye el uso de suplementos y medicación fácilmente adquiribles de manera poco limpia. ¿Los hilos de nutrición? Como es de esperar, mucho batido de proteína. "La mayoría de preparados proteicos que se recomiendan por la Red no llevan lo que dicen llevar", denuncia al respecto el entrenador personal Daniel Hernández. Un estudio de los laboratorios CANdiLab, de 2018, reveló que 15 de cada 20 productos de proteína en polvo contienen menos cantidad de este macronutriente de la que anuncian (hasta un 20% , en algunos casos). Al no mediar un médico o dietista-nutricionista, la posibilidad de engaño es mucho mayor.

'Influencers' sin escrúpulos y el fantasma de la vigorexia

Los trastornos clásicos de la conducta alimentaria, como la anorexia y la bulimia nerviosas, han sido siempre más prevalentes entre las mujeres que entre los hombres. Pero en los últimos años, a medida que la importancia de lo estético se ha trasladado también a la población masculina, "han empezado a manifestarse en ellos problemas como la vigorexia, una idea sobrevalorada de la importancia de tener un cuerpo musculoso que conlleva ejercitar esfuerzos físicos extenuantes, dietas restrictivas e incluso el consumo de esteroides", lamenta el psicólogo. Son muchos los factores que influyen en los resultados de practicar fitness extremo, como la genética, el entorno, la alimentación... Y no todos los seguidores de estas tendencias consiguen el objetivo que buscan en su camino hacia la perfección física. "Este sesgo comparativo no solo conduce al resentimiento o a la aparición de ideas punitivas de autodesprecio, sino que también estimula una serie de conductas que son contrarias a la salud y que pueden poner en riesgo incluso la propia vida. Es por todo ello que muchos varones, desesperados y frustrados ante la búsqueda de un ideal inalcanzable, se pliegan a las promesas vacuas que les ofrecen los gurús de la estética masculina", añade el experto.
En esta línea, Hernández, el entrenador personal, denuncia como peligro paralelo el que se genera en las redes sociales como Instagram o YouTube: "Emergen influencers que adquieren credibilidad gracias a sus millones de seguidores, aunque no tengan formación alguna. El intrusismo es un problema gravísimo, esta gente recomienda cualquier cosa y les da igual la salud de los otros… Sus followers obedecen a todo, se hacen fotos después de meses con anabolizantes y las suben a la Red para promocionar a sus líderes". En ningún caso representan al colectivo culturista, insiste, "en el que somos muchos los profesionales que hacemos las cosas bien, habiéndonos formado con carreras, másteres y doctorados en forma física y deporte. No nos hace nada de gracia que nos etiqueten de ciclados o pinchados".
Precisamente para combatir el estigma, el preparador denuncia otra tendencia alarmante: "Estos falsos especialistas están recomendando insulina (que se consigue en el mismo mercado ilegal que los anabolizantes) para provocar un efecto de llenado en la musculatura. El combo de la insulina con la hormona del crecimiento hace que crezcan las vísceras y el estómago se dilate, y eso aumenta el volumen corporal. Los profesionales del fitness tenemos la responsabilidad de alzar la voz y decir a la gente que pare de hacer este tipo de cosas". A su vez, se desvincula —como la mayoría de sus compañeros— de los mensajes de odio de las profundidades de Internet, en las que J.L. reconoce que los usuarios más activos suelen ser adolescentes. Según Mateu-Mollá, muchos sí llegan a ser conscientes de que están cayendo en una trampa: "Pero lo hacen porque cuando tomamos decisiones no siempre lo hacemos con la cabeza, sino también con las emociones. Y en este caso, ni con el cerebro ni con el corazón, sino con los músculos".

UN ARGOT PROPIO

La mayoría de los templos digitales investigados para este reportaje cuentan con una evidente brecha de género. Detectamos muy pocas mujeres (en muchos hilos, ninguna) y un vocabulario agresivo, racista y misógino escondido tras palabros estrambóticos. TDS_PTS responde a "todas putas"; zorrastrera viene de zorra y rastrera; y tiraflechas se emplea para referirse a personas de origen sudamericano. Eso sí, siempre queda espacio para la camaradería: utilizan el término shur para referirse a un "hermano forero". ¿Qué pasa si un hombre se desmarca abiertamente de este tipo de comportamientos? Entonces estamos ante un flander, el usuario que denuncia mensajes hirientes, pero que en este submundo se llega a considerar un troll por ser "sensible y ofendidito".

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