Corría el año de 1952. En una cabaña cercana al puerto jamaiquino de Oracabessa, Ian Fleming redactaba en su máquina de escribir: “El olor, el humo y el sudor de un casino son nauseabundos a las tres de la mañana. La erosión del alma que producen las grandes apuestas se hace entonces insoportable, los sentidos se despiertan y se rebelan”. Texto por Oscar Miyamoto
Casino Royal, la aventura primigenia del espía ficticio James Bond, había nacido. Pero antes de comenzar una carrera emblemática como novelista, el caballero británico conocería de primera mano el verdadero mundo del espionaje, la guerra y el lujo, ambientes que definirían la personalidad de su álter ego literario, en parte autobiográfico.
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NACE UN HÉROE
La vida del pequeño Ian quedaría marcada en mayo de 1917. Su padre, el banquero y consejero político Valentine Fleming, murió durante la Primera Guerra Mundial. A raíz de este acontecimiento y en honor a su predecesor, Ian Fleming idealizó el sentido del deber patriótico e ingresó en 1921 a la Academia Militar Real de Sandhurst.
En ese colegio, ubicado al sur de Londres, Fleming se distinguiría de sus tres hermanos, quienes estudiaron carreras universitarias y fueron criados por su madre Evelyn St. Croix Rose, una aristócrata influyente en los círculos económicos y políticos de Inglaterra.
Al término de su estancia en la academia, con 20 años de edad, Fleming dejó Inglaterra para estudiar idiomas en tres universidades en Suiza, Alemania y Francia.
Con esta formación cosmopolita, el joven aficionado al alpinismo y esquí pudo desempeñarse como traductor de libros y funcionario en la Sociedad de Naciones, el organismo antecesor de la ONU y que en aquel entonces tenía su sede en Ginebra, Suiza.
En este contexto, el futuro autor desarrolló sus habilidades como políglota, mismas que le abrieron las puertas a una carrera periodística efímera y peculiar. El 13 de marzo de 1933 el diario London Times publicó una nota sobre el arresto de seis ingenieros británicos en Rusia por parte de la Policía Secreta de la URSS.
Debido a su interés en el tema y el dominio del idioma ruso, Fleming consiguió que la agencia informativa Reuters lo enviara para realizar la cobertura del juicio en Moscú. Al investigar el caso, Fleming descubrió que sus compatriotas habían sido encarcelados debido a supuestos actos de espionaje y saboteo de instalaciones militares.
A su regreso, se le interrogó por la Sección 6 del Servicio de Inteligencia Secreto del Reino Unido, pues no era común que un inglés viajara a ese país en calidad de corresponsal. Este contacto inesperado haría que, en los albores de la Segunda Guerra Mundial, el estilo de vida de Fleming diera un giro radical.
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SECRETOS DE GUERRA
En 1939 Ian fue recomendado por Montagu Norman, presidente del Banco de Inglaterra, como asistente personal del almirante John Henry Godfrey (1888-1970), director de la Inteligencia Naval Británica.
Debido a sus antecedentes, y por haber investigado la política soviética, Fleming fue aceptado en el cargo y al poco tiempo ascendido al grado de comandante de la Unidad de Asalto Número 30.
Específicamente, sus labores fueron decodificar información sobre operaciones militares de países enemigos, elaborar mapas estratégicos y el contacto con agentes especiales en servicio.
En 1941, como parte de un viaje cuyo destino sería Washington, EUA, Ian Fleming hizo una escala en Lisboa, Portugal –territorio neutral durante la guerra–. En un casino de Estoril, el oficial británico descubrió a dos agentes del Servicio Secreto nazi, y los retó a un juego de bacará a fin de endeudarlos y así retardar sus operaciones en la costa.
Aunque Ian perdió casi todos sus fondos en ese juego de azar, la experiencia estructuraría lo que años después sería la trama de Casino Royale (1953), la primera aventura del agente James Bond y cuya versión cinematográfica se estrenaría 53 años después de su publicación.
Aunque no participó directamente en operaciones militares, el comandante Fleming recibió adiestramiento en buceo, combate cuerpo a cuerpo, explosivos y artillería.
En 1943 visitó un campamento en Quebec, Canadá, diseñado para entrenar a los espías de la Oficina de Servicios Estratégicos de Estados Unidos. De acuerdo con el agente especial Bill Stephenson (1897-1989), entonces titular de la inteligencia británica en EU, Ian Fleming sólo se negó a cumplir una parte del entrenamiento: localizar y asesinar a una persona cuya dirección e identidad le fueron proporcionadas.
Además de lo anterior, no se sabe con detalle en qué consistió el resto de sus misiones, pues Fleming firmó el Acta de Secretos Oficiales para poder ingresar al servicio. Sin embargo, su formación militar detonó lo que sería poco después la saga literaria de espionaje más emblemática del mundo.
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UN LUGAR PARA ESCRIBIR
Al inicio de la Guerra Fría, en 1946, Fleming construyó una casa en Jamaica para vacacionar a comienzos de cada año y desarrollar ahí la historia de un personaje que había contemplado años atrás: el agente secreto 007.
En 1952 se casó con Anne Rothermere –con quien tuvo un hijo– y completó su primer proyecto narrativo, Casino Royal. Aunque la primera edición sólo vendió 3,000 ejemplares, dos años después la novela se adaptó para una serie televisiva en blanco y negro llamada Climax!, en la cual el actor Barry Nelson (1917-2007) interpretó al primer James Bond; sin embargo, no fue exitosa.
Y llegó la fama
La fama internacional que pronto abrumaría a Ian Fleming se debió, en parte, a que en 1961 John F. Kennedy listó a Desde Rusia con amor (1957) como uno de sus 10 libros favoritos.
La declaración incrementó la popularidad de sus novelas en Estados Unidos e hizo que diarios como el Daily Telegraph avorecieran a Fleming señalándolo como “El mejor escritor de thrillers luego de Eric Clifford Ambler (1909-1998)”, el famoso novelista de espionaje.
Pero no fue sino hasta 1962 que el mundo ficticio de Fleming se hizo popular mundialmente, cuando los productores Harry Saltzman y Albert R. Broccoli realizaron la versión fílmica del libro Dr. No (1958). Desde entonces la saga del escritor serviría como inspiración cinematográfica para un total de 23 cintas elaboradas por la compañía EON Productions.
En adelante, su obra sería bien recibida por los lectores gracias a la abundancia de descripciones meticulosas que aportan realismo a sus tramas, lo cual es comparable al estilo que Ian empleaba al momento de redactar reportes y memorándums para oficiales superiores.
Pese al dramatismo escénico y profundidad psicológica de sus personajes, el autor advirtió que sus novelas no deberían ser tomadas tan en serio; él se refería a ellas como una “literatura escapista y recreativa”.
Asimismo, su visión literaria la resumió en una frase de su artículo Cómo escribir un thriller (1962): “Sólo hay una receta para hacer un best seller. Lograr que el lector cambie de página”.
En su última década de vida Ian Fleming padeció problemas cardiovasculares debido al tabaquismo; no obstante, nunca dejó de escribir. Falleció a causa de un infarto en 1964. Sus novelas las podemos encontrar traducidas en 11 idiomas.
Texto publicado en revista Muy Interesante México. (iOS) y (Android)
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