La hija de Raúl Amundaray, Omira Coromoto, anunció que los restos de su padre descansarán en un lugar reservado para él en el panteón familiar de su madre.
Los restos de Raúl Amundaray serán llevados a Aruba y reposarán en el panteón familiar de su ex esposa, Omira Habibe, según confirmó ayer a este periodista, vía telefónica, su hija Omira Coromoto, con quien el actor vivía desde hace dos años en la ciudad de Houston, Estados Unidos, en donde encontraría la muerte, por un paro respiratorio, la noche del pasado lunes 20 de enero.
Omira es la segunda de los tres hijos que tuvo Amundaray de su matrimonio con Omira Habibe, perteneciente a una acaudalada familia de comerciantes de la vecina isla. Los otros son Raúl y Rodolfo Alberto, ambos residentes en Aruba junto a su madre.
-Mi padre, a sus casi 83 años, estaba bien salud. Ese lunes, Día de Martin Luther King, es feriado en Estados Unidos y acabábamos de regresar de un viaje recreativo, junto a mis tres hijos, aprovechando el fin de semana largo –refirió Omira Coromoto-. Al llegar a casa, mi papá me dijo que se iba a descansar a su habitación porque estaba un poco cansado. Un rato después fui a verlo y lo encontré muy mal, quejándose de un profundo malestar, por lo cual llamé de urgencia a una ambulancia, que lo trasladó a un hospital, pero ya no había nada qué hacer; poco antes de llegar, y a pesar del auxilio de los paramédicos, falleció. Hacía muchos años había sufrido un ataque al corazón en Caracas que no le dejó mayores secuelas, por lo que suponemos que lo de ahora pudo producirse más bien por su edad.
Con la voz entrecortada por el llanto, la hija del llamado galán de galanes de la televisión venezolana recordó que su padre, desde su llegada a Houston, vivía una vida apacible y sin sobresaltos. Él mismo se encargó de narrarlo en una entrevista que nos dió el año pasado, la última para un medio venezolano, publicada en El Universal el domingo 27 de octubre:
-Me vine a Houston por la terrible situación que vive Venezuela con un gobierno tan funesto. No regresaré hasta que no salgamos de esta pesadilla. Tenía una academia para la formación de actores emergentes y la tuve que cerrar, pues las cosas no estaban muy bien. Desde hacía tiempo no trabajaba en televisión, sencillamente porque allá la producción no existe, dejaron de hacer telenovelas hace mucho tiempo”.
El eterno Albertico Limonta
Si al hacer un balance histórico de nuestra TV habría que mencionar al galán más prototípico del género telenovela, el nombre de Raúl Amundaray sería el primero en surgir. Nació en Caracas el 18 de mayo de 1937, en el seno de una familia de origen humilde. “Empecé desde abajo. Era huérfano de padre desde los 3 años y con solo 11 comencé como repartidor en una farmacia, mientras paralelamente cultivaba mi vocación artística, gracias a las monjitas de mi colegio, que sembraron en mí esa pasión, por mi desempeño en los actos culturales de la escuela”.
Muy joven, a los 20 años, incursionó como actor en la radio, en donde trabajó en el elenco de las radionovelas de varias emisoras. Formaba parte del staff dramático de Radio Rumbos, cuando recibe una oportunidad de Radio Caracas Televisión para comenzar a trabajar en la pequeña pantalla. En 1963, a los 26 años, y luego de debutar en un teleteatro con Amalia Pérez Díaz, en la adaptación de la obra de Jean Costeau “El bello indiferente”, entra como galán de Eva Moreno en “Historia de tres hermanas”, seriado semanal que la primera actriz estelarizaba con Eva Blanco y Doris Wells.
Encarnó allí a Leonardo de Andueza, un luchador por la independencia de Venezuela de la corona española.
Le fue tan bien, que en 1965 lo escogen como el protagonista de “El derecho de nacer”, obra señera del género telenovela escrita por el cubano Félix B. Caignet. El personaje de Albertico Limonta, el noble médico que encarnó, lo marcó para siempre y se erigió en su trampolín a la fama. A partir de allí el éxito fue indetenible. Como galán dominó varias décadas entre los años 60 y 90.
-“El derecho de nacer” me marcó, toda la vida me han relacionado con el personaje de Albertico Limonta -expresó en la aludida entrevista que le hicimos-. Muchos años después hice “El asesinato de Delgado Chalbaud”, de José Ignacio Cabrujas, serie que considero uno de los mejores trabajos de mi carrera.
“Trabajé con las mejores”
-Otro hito en mi trayectoria fue Cristal, de Delia Fiallo, gracias a la cual estuve varias veces en España y fui premiado allá como mejor actor. Más recientemente, recuerdo con particular afecto el papel de Don Pipo, el abuelo bueno y simpático que escribió Mónica Montañés para mí en su telenovela ¿Vieja, yo?, que transmitió Venevisión. Y si alguna gran satisfacción en mi trayectoria debo mencionar, es la de haber trabajado con las más grandes actrices: Eva Moreno, Marina Baura, Doris Wells, Lupita Ferrer y Pierina España. Ellas eran las mejores.
Al preguntarle en aquella entrevista su opinión sobre la situación de Venezuela, dijo que le daba “dolor y vergüenza que a un país tan próspero y rico, que era la punta de lanza en América Latina, lo hayan saqueado tantos cretinos sin formación ni conocimientos para gobernar. Ahora están raspando la olla, la corrupción es brutal. Se llevan el dinero a manos llenas, mientras la inmensa mayoría del pueblo está realmente mal, pasando todo tipo de necesidades”.
Aquilino José Mata / Informe 21
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