jueves, 27 de febrero de 2020

El último acorde de Eduardo Bort, pionero del rock progresivo español

El último acorde de Eduardo Bort, pionero del rock progresivo español

El virtuoso valenciano de la guitarra, que firmó un disco de culto en 1974, fallece a los 72 años


Eduardo Bort, en una imagen de 2014 tomada en Girona por el cineasta Isaki Lacuesta.
Eduardo Bort, en una imagen de 2014 tomada en Girona por el cineasta Isaki Lacuesta.
Eduardo Bort (Valencia, 1948 – 2020) fue uno de los músicos españoles que encarnaron con mayor precisión el inspirado virtuosismo del mejor rock progresivo de los años setenta. Lo hizo rayando a un nivel equiparable al de cualquier figura europea o anglosajona. Tanto en conciertos apabullantes, según cuentan las crónicas del momento – entre ellos, los que ofreció en festivales como Ademuz Rock Country o Canet Rock, antecedentes de nuestros grandes festivales actuales, e incluso el que se dio en un portaaviones norteamericano que repostó en Valencia camino de Vietnam – como en discos tan sobresalientes como su álbum homónimo de 1974, Eduardo Bort, un extraordinario trabajo publicado por el sello Gong/Movieplay, reeditado por Warner hace seis años, cuya primera edición en vinilo se ha llegado a cotizar en las webs de coleccionistas de discos a nada menos que 1.700 dólares por una copia.
Es un elepé histórico del rock español, el trabajo por el que siempre será recordado. Bort mantenía estos últimos años su lucha particular contra un cáncer de pulmón, y sabía que cada día que pasaba era como un regalo que no había que desaprovechar. Por eso hace casi un año se celebró un concierto de homenaje a toda su carrera en el Teatre Principal de Valencia, acompañado de un buen puñado de músicos – Julio Galcerá, Max Sunyer, Jorge Pardo o Miguel Galán (Medina Zahara) entre ellos –, con los que rescató clásicos de toda su trayectoria e incluso empezó a rodar material del que debería haber sido su nuevo trabajo.
“El estilo de Eduardo Bort y su banda entroncaba directamente con la progresía europea del momento”, afirmaba su amigo, el guitarrista Salvador Domínguez, en el imprescindible volumen Los hijos del rock. Los grupos hispanos 1975-1989 (SGAE, 2004). “Nadie en Valencia representa mejor que el guitarrista valenciano la esencia de lo que fue el rollo de los 70 en estas benditas tierras, compitiendo seriamente con los mejores del Estado”, decía de él el cronista Vicente Fabuel en el en el libro colectivo Historia del Rock en la Comunidad Valenciana (Avantpress, 2004).
Aquel primer álbum homónimo, la cumbre de su carrera y una de las piedras angulares del rock progresivo europeo, culminaba todo lo aprendido por Bort en sus años de fogueo como músico al frente de formaciones previas como Los Bodgies, Los Exciters o Yann. Se trata de un disco prácticamente único en el contexto del rock valenciano y español del momento, un trabajo singular y aventurado, que podía permitirse mirar de tú a tú a sus referentes foráneos. Siempre se ha dicho que sus surcos se situaban en algún lugar entre entre Pink Floyd y Carlos Santana, con quien el valenciano llegó a tocar. Lo cierto es que, a día de hoy, debería ser un manjar para cualquier fan de recicladores de sonidos lisérgicos como Tame Impala, Jacco Gardner o Jonathan Wilson. Su intermitente trayectoria continuó más tarde por vericuetos más cálidos y convencionales, los del estimable Silvia (Bambule, 1983), dedicado a la memoria de su hija, prematuramente fallecida, y – esta vez, sí – más cercano a lo que por aquel entonces propugnaba Carlos Santana, pero acogido con mayor discreción porque las modas del momento dictaban otras tendencias, con el eco de la new wave y del pop sintético resonando por doquier.
Entre los nombres con los que ha colaborado Eduardo Bort a lo largo de su carrera, ya sea como compañeros creativos o en su menos conocida faceta de productor, figuran Pau Riba, Charly Buffalo, Gualberto, Max Suyer, Denny Laine, Fabio Miano o Geoff Britton (de los Wings de Paul McCartney). Eduardo Bort giró por escenarios de toda Europa, Sudamérica y Japón.
Su último disco hasta el momento era Eduardo Bort con Charly Buffalo (2012), en el que homenajeaba al entonces recientemente fallecido Vicente Ausina – nombre real de Charly Buffalo –, histórico músico y técnico de sonido que formó parte en los años setenta de L'Home de cotò en pél, la primera ópera rock escrita en valenciano, estrenada en 1974 en València. el cineasta Isaki Lacuesta filmó el viodeoclip  dela canción Amar o Julia.
Tras los pasos de Queen
Eduardo Bort estuvo a solo un paso de fichar por la multinacional EMI en Londres. Al no hacerlo, se frustró una oportunidad de oro para que su nombre gozara de proyección internacional. Lo contó el periodista valenciano Arturo Blay, en lo que constituye otro de los innumerables eslabones en la cadena de oportunidades perdidas del rock valenciano, eternamente anhelante de una repercusión que le ha sido especialmente esquiva. Bort había concertado una cita con Joop Visser, el A&R de la compañía, a través de su amiga la ejecutiva Judith Wardle. Visser era el hombre que había fichado a Queen, y quedó encantado con el resultado de la grabación del que sería su magnífico álbum homónimo, en 1975, pero pidió a Bort y al resto de su banda, Yann, que pasaran al menos tres meses viviendo y grabando en Inglaterra para poder lanzarles mundialmente desde allí. Nadie siguió a Bort en el empeño. Tan solo el batería Vicente Alcañiz mostró su disposición a secundarle. Y el guitarrista valenciano, frustrado, decidió buscar salida al disco a su nombre, sin sello grupal. Quién sabe hasta dónde podría haber llegado si la banda al completo hubiera encarado aquel desafío y se hubiera instalado durante un tiempo en Londres, al abrigo de la discográfica que lanzó a Freddie Mercury y los suyos a la fama mundial.

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