Javier y María viven un piso en Motril y Paquita en un centro de mayores en Alcobendas. No se han visto nunca y no tienen nada en común salvo que todos viven confinados. Sin embargo, gracias a la iniciativa Cartas contra la soledad, han podido conocerse y ahora unos esperan impacientes a tener noticias de la otra y viceversa.
Cientos de miles de personas mayores viven en residencias en España. Las medidas preventivas impuestas por el Gobierno para frenar el avance del Coronavirus en nuestro país han supuesto que todas ellas se hayan visto privadas no solo de las visitas de sus familiares y amigos que endulzaban sus rutinas sino también de muchas de las actividades que amenizaban su día a día. La iniciativa Cartas contra la soledad quiere ayudarles a sobrellevar el distanciamiento social.
“Aunque resulte paradójico, el confinamiento puede ser una buena oportunidad para conectar con personas a las que no conocemos”, explica Marta Gil, directora de la Asociación de Voluntarios de “laCaixa”. ¿Y cómo? Pues en este caso, a la vieja usanza, por carta. “Intentamos que sean cartas manuscritas. Los voluntarios las escanean y las envían por email. Luego éstas se imprimen y se hacen llegar a los mayores, que responden de vuelta, a veces con algo de ayuda del personal de la residencia”.
Los autores de las misivas son voluntarios de toda España que quieren ayudar a hacer los días de estas personas más llevaderos. “Les animamos a que impliquen a sus familias, a que les cuenten cosas personales, a que los pequeños de la casa les hagan algún dibujo…”, explica Gil, lo que sea para hacerles sentir que están cerca. “Estés en la situación en la que estés, esta situación te afecta, pero hay colectivos más vulnerables como es el de las personas mayores, que tienen unas dificultades añadidas y por lo tanto, hay que prestarle más atención”, añade la directora.
Las personas mayores son el principal grupo de riesgo del coronavirus y eso las obliga a llevar un confinamiento más severo. A esto hay que añadir que su aislamiento no es como el de otros grupos de población acostumbrados a la hiperconectividad, a organizar maratones de series, a entretenerse con las redes sociales… Para ellos el contacto humano es esencial. Por eso ahora es más necesario que nunca “estar a su lado”, aunque sea en la distancia, que sepan que hay personas pendientes de que estén bien, aguardando a tener noticias suyas y a compartir con ellos su día a día.
Éste es en realidad un camino de ida y vuelta: “Algo que suma tanto al voluntario que participa como a la persona que recibe la carta. Los dos tienen la oportunidad de vincularse a una persona nueva”. Los voluntarios que se animan a mantener correspondencia con los residentes ven su iniciativa recompensada con creces, construyen un vínculo con alguien completamente nuevo, con un universo propio y con mil historias que contar. Tienen la oportunidad de dar y recibir cariño en un momento en el que a todos les hace falta.
El objetivo final es que estas nuevas amistades perduren más allá de la crisis sanitaria. “Queremos hacer un evento en el que las personas que han estado escribiéndose durante este tiempo puedan conocerse”, apunta Gil, “que podamos celebrar que hemos estado juntos durante este tiempo y que ambas partes han ganado una persona nueva en sus vidas”.
VOLUNTARIADO ADAPTADO AL CONFINAMIENTO
CaixaBank cuenta con una red de alrededor de 20.000 voluntarios que colaboran en más de 20 actividades diarias. “Con todo lo que está pasando, estamos buscando la manera de seguir ayudando a la vez que salvaguardamos la seguridad de todos. De alguna manera, esto nos está sirviendo para reinventarnos y poder seguir sumando”, explica Marta Gil.
Así, además de Cartas contra la soledad, han puesto en marcha otras iniciativas a distancia dirigidas a otros colectivos como actividades de sensibilización del síndrome de Down, cuentos online para niñas y niños, propuestas de manualidades en familia o clases de cocina online: “Nuestros voluntarios se graban en casa haciendo alguna receta y nosotros les pasamos los vídeos a la entidad social que, a su vez se los hace llegar a sus usuarios. Finalmente, ellos le mandan de vuelta un vídeo en el que le muestran cuál ha sido su resultado”.
De esta manera, los voluntarios rompen la barrera que supone la distancia, ayudan y establecen lazos con personas a las que de otra manera, quizás, nunca habrían conocido.
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