La invitación a recorrer desde la pantalla las paredes de la tumba del célebre faraón, fallecido poco después de haber alcanzado la mayoría de edad, garantiza un lujo de detalles que no resulta perceptible en una visita física al Valle de los Reyes.
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Quedan apenas dos años para festejar el centenario de su hallazgo. Una efeméride a la que la tumba de Tutankamón llega con los achaques propios de quien, tras un prolongado descanso, ha vivido aceleradamente desde que Howard Carter se adentrara en su oquedad de 109 m2. La sepultura del faraón niño lleva semanas cerrada, en un impasse obligado por la pandemia del coronavirus.
La tierra de los faraones ha optado por clausurar el acceso a sus monumentos y aprovechar la forzada cuarentena para fumigar y limpiar sus recintos, que en los últimos meses se habían reconciliado con las multitudes que desaparecieron con la revolución de 2011 y la agitación política que le sucedió. Ni siquiera permanece abierta la réplica colocada a unos pasos de la carretera que conduce al Valle de los Reyes, junto a la casa que habitó Carter, que reconstruye los hitos del descubrimiento más mediático de la Egiptología.
El facsímil, con la exactitud de una micra, fue elaborado hace una década en el taller madrileño de Factum Arte y -tras una fugaz exhibición en El Cairo, bajo los auspicios de la Unión Europea- fue trasladado e instalado en 2014 en las inmediaciones de la vivienda en la que residió el arqueólogo británico, en la sureña Luxor, a 600 kilómetros de la capital egipcia. Ahora, en tiempos de confinamiento y nostalgia de viajes, una aplicación preparada por la Factum Foundation ofrece un periplo virtual por los muros de la angosta sepultura.
MÁS DETALLES QUE AL NATURAL
La invitación a recorrer desde la pantalla las paredes de la KV62 -donde aún descansa el malherido esqueleto de Tutankamón (1332-1323 a.C.), fallecido poco después de haber alcanzado la mayoría de edad- garantiza un lujo de detalles que no resulta perceptible en una visita física al páramo, cuyo entorno -incluido los sistemas de ventilación e iluminación- fue sometido a una profunda rehabilitación firmada por el Getty Conservation Institute que concluyó el pasado año.
El navegador desarrollado por Factum permite al internauta jugar con las distintas capas de los muros, desde los datos de relieve captados por un escáner 3D y fotogrametría hasta los de color, registrados mediante fotografía panorámica y fotogrametría. Un torrente de información a una altísima resolución, accesible ahora desde cualquier ordenador o dispositivo móvil. En la web, el visitante puede optar por la capa en 3D o el color o combinar ambas.
A golpe de clic, el usuario puede deleitarse con las pinturas que decoran la cámara funeraria, la única de las estancias que alberga murales. Entre ellas, la del oeste que acoge a los 12 monos, símbolo de las 12 horas nocturnas que debía transitar el monarca antes de renacer. O, en el norte, las escenas de la Apertura de la Boca, una ceremonia en la que se animaba la estatua o momia del fallecido abriendo la boca y los ojos para que el difunto pudiese comer y beber en la otra vida, o Tutankamón con la diosa Nut. El muro este, en cambio, proyecta un pasaje del Libro de los Muertos mientras que el sur ofrece representaciones del monarca con los dioses Anubis, Isis o Hathor.
AJUAR CON MÁS DE 5.000 JOYAS
La precisión con la que las paredes fueron escaneadas ofrece la posibilidad de ampliar las imágenes y bucear en sus pequeños detalles. Como, por ejemplo, los puntos marrones que se hallan esparcidos por todas las pinturas y que durante décadas han alimentado la curiosidad de los expertos. El último examen que se realizó resolvió que las pecas contenían altas concentraciones de ácido málico, uno de los ácidos más abundantes de la naturaleza y fácilmente metabolizable por los microorganismos. El análisis de ADN de los hisopos confirmó la presencia de bacterias Bacillus y Kocuria y garantizó que no se hallaban en crecimiento.
Para admirar la riqueza de la sepultura, el periplo por los muros de la cámara funeraria de Tutankamón debería completarse con una hojeada al ajuar de más de 5.000 objetos que una vez se amontonaron en las cuatro estancias de la sepultura y que -tras una restauración- serán expuestos en su totalidad en el Gran Museo Egipcio que el país árabe construye a un tiro de piedra de las pirámides de Giza y que espera inaugurar a finales de este mismo año, si la crisis sanitaria del Covid-19 no trastoca el calendario.
El inventario de joyas de la colección de Tutankamón, a partir de las fotografías tomadas por Harry Burton, está disponible en la página web del The Griffith Institute, dependiente de la Universidad de Oxford. La institución ha digitalizado el archivo completo legado por la sobrina del arqueólogo, Phyllis Walker, tras el óbito del explorador. El recurso es una ventana abierta para navegar por los registros completos de una década de excavación, los diarios de Carter y toda la documentación que generó su hallazgo, un hito que revolucionó la Egiptología y desató el furor por Egipto.
En esta atípica primavera entre muros, el internauta podrá aproximarse a la fascinación que experimentó Carter cuando en noviembre de 1922, a punto de arrojar la toalla, halló el acceso a la tumba y derribó la puerta tapiada. "Al principio no podía ver nada. El aire caliente escapaba de la cámara agitando la llama de la vela... pero cuando mis ojos se acostumbraron a la luz, los detalles de la habitación emergieron lentamente de la niebla: animales extraños, estatuas y oro...», escribió. Lord Carnarvon, el mecenas de la aventura, le preguntó entonces a Carter: "¿Puedes ver algo?". Y el arqueólogo respondió: "Sí, cosas maravillosas".
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