sábado, 20 de junio de 2020

Papa Francisco recomienza audiencias en el Vaticano con grupo de personal sanitario

El Papa Francisco en el Vaticano. Foto: Vatican Media


El Papa Francisco reanudó este sábado 20 de junio sus audiencias con un grupo de personas dentro del Vaticano, luego de la suspensión ocasionada por las medidas sanitarias para evitar contagios de coronavirus COVID-19.

La audiencia de la mañana de este sábado fue una representación del personal sanitario -entre médicos, enfermeras y trabajadores de la salud- de la región italiana de Lombardía, localizada al norte del país y que tiene por capital a Milán, la zona que más afectada por el COVID-19.

Durante los tres meses de confinamiento, el Pontífice continuó con la Audiencia General de los miércoles, el rezo del Ángelus dominical -o Regina Coeli- y días festivos de manera privada desde la biblioteca del Palacio Apostólico. Sin embargo, hace semanas comenzó a recibir personalmente, pero no en grupo, a varios de sus colaboradores de la Curia romana y a algunas otras personas en audiencias privadas.

De este modo, la audiencia del 20 de junio fue la primera vez, desde el inicio de la cuarentena, en que varias personas entraron al Vaticano. Los asistentes siguieron todas las medidas sanitarias requeridas, entre ellas, el uso de mascarilla.

Por otra parte, el Papa Francisco envió también un mensaje desde cuenta oficial de Twitter @Pontifex en la que se dirigió a los médicos y enfermeras. Les dijo que “el mundo ha podido ver cuánto bien han hecho en una situación tan difícil”.

“A pesar de estar exhaustos, han seguido esforzándose con profesionalidad y abnegación. Y esto genera esperanza. A todos ustedes, mi estima y mi sincero agradecimiento”, escribió el Papa Francisco.

Al inicio de la audiencia, el Papa Francisco saludó al Arzobispo de Milán, Mons. Enrico Delpini y a cinco obispos más de las diócesis de Bérgamo, Brescia, Cremona, Crema y Lodi quienes estaban acompañados también por autoridades civiles, médicos, enfermeros, trabajadores de la salud, de la protección civil, los alpinos, sacerdotes y personas consagradas.

En su discurso, el Santo Padre reconoció que “durante estos meses turbulentos, las diversas realidades de la sociedad italiana se han esforzado por hacer frente a la emergencia sanitaria con generosidad y compromiso”. 

“Pienso en las instituciones nacionales y regionales, en los municipios; pienso en las diócesis y comunidades parroquiales y religiosas; en las numerosas asociaciones de voluntarios. Hemos sentido más que nunca la gratitud por los médicos, enfermeros y todos los trabajadores de la salud, en primera línea para llevar a cabo un servicio arduo y a veces heroico”, agregó

El Papa reconoció que el personal sanitario ha sido “un signo visible de humanidad que reconforta el corazón”, pero lamentó que “muchos de ellos cayeron enfermos y algunos por desgracia murieron en el ejercicio de su profesión”. “Los recordamos en la oración y con tanta gratitud”, añadió el Papa.

En esta línea, el Santo Padre advirtió que “en el torbellino de una epidemia con efectos devastadores e inesperados, la presencia fiable y generosa del personal médico y paramédico fue el punto de referencia seguro, en primer lugar para los enfermos, pero de manera muy especial para sus familias, que en este caso no tenían la posibilidad de visitar a sus seres queridos”.

“Los pacientes a menudo sentían que tenían a su lado ‘ángeles’ que les ayudaban a recuperar la salud y, al mismo tiempo, les consolaban, apoyaban y a veces los acompañaban hasta el umbral del encuentro final con el Señor. Estos trabajadores de la salud, sostenidos por la solicitud de los capellanes de los hospitales, han atestiguado la cercanía de Dios a los que sufren; han sido artesanos silenciosos de la cultura de la cercanía y la ternura”, señaló el Papa.

De este modo, el Papa Francisco destacó la importancia de la “cultura de cercanía y de ternura” incluso en las “pequeñas cosas”: “en las caricias..., incluso con el móvil, conectando a ese anciano que se estaba muriendo con su hijo, con su hija para despedirse de ellos, para verlos por última vez...; pequeños gestos de creatividad y de amor... Esto nos ha hecho bien a todos. Testimonio de proximidad y ternura”.

“Queridos médicos y enfermeros, el mundo ha visto todo el bien que han hecho en una situación de gran prueba. Aunque exhaustos, han seguido esforzándose con profesionalidad y abnegación. ¡Cuántos médicos y paramédicos, enfermeros, no podían ir a casa y dormían allí, donde podían porque no había camas, en el hospital! Y eso genera esperanza. Han sido uno de los pilares del país”, afirmó.

En este sentido, el Santo Padre dijo que “ahora es el momento de atesorar toda esta energía positiva que se ha invertido” por lo que exhortó: “¡no hay que olvidarlo!” y agregó: “es una riqueza que, en parte, ciertamente, ha sido ‘a fondo perdido’ en el drama de la emergencia; pero en gran parte puede y debe dar frutos para el presente y el futuro de la sociedad”.

La pandemia “ha marcado profundamente la vida de las personas y la historia de las comunidades”, reconoció el Santo Padre, pero también sugirió que “para honrar el sufrimiento de los enfermos y de tantos muertos, sobre todo ancianos, cuya experiencia de vida no debe ser olvidada, es necesario construir el mañana: para ello hacen falta el compromiso, la fuerza y la dedicación de todos”. 

“Se trata de partir de nuevo de los innumerables testimonios de amor generoso y gratuito, que han dejado una huella indeleble en las conciencias y en el tejido de la sociedad, enseñando cuánto se necesita la cercanía, el cuidado y el sacrificio para alimentar la fraternidad y la convivencia civil”.

De este modo, el Papa afirmó que será posible salir “de esta crisis espiritual y moral más fuertes” pero añadió que “esto depende de la conciencia y la responsabilidad de cada uno de nosotros. Pero no solos sino juntos y con la gracia de Dios” ya que “como creyentes nos corresponde dar testimonio de que Dios no nos abandona, sino que da sentido en Cristo también a esta realidad y a nuestro límite; que con su ayuda se pueden afrontar las pruebas más duras”.

Tengamos cuidado porque, tan pronto como la emergencia haya pasado, es fácil resbalar, es fácil volver a caer en esta ilusión. Es fácil olvidar rápidamente que necesitamos a los demás, alguien que nos cuide, que nos dé valor. Olvidar que todos necesitamos un Padre que nos extienda la mano. Rezarle, invocarle, no es una ilusión; ¡la ilusión es pensar en prescindir de Él! La oración es el alma de la esperanza”, recordó el Papa.

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